Llueve a cántaros en Uppsala. ¡Qué contraste! Ayer la ciudad, a 45 minutos de Estocolmo, lucía primavera-verano de ensueño. Una de cal y una de arena.
Atrapado por la lluvia en la estación central, descubro con alborozo que hay wifi gratuito. Me apresto a describir esta, mi pequeña contingencia pluviométrica. No llevo paraguas ni los venden. Ha bajado la temperatura y no quiero quedarme empapado. Llevo un exiguo jersey y la biblioteca municipal (bella, espaciosa) dista un kilómetro de mi posición.
(Me entretengo tecleando. Ya parará)