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Cristóbal Montoro Romero nació en Cambil (Jaén) el 28 de julio de 1950. A pocos días de cumplir los 75 años, el antiguo zar de Hacienda afronta un aniversario amargo: su vida, marcada por la discreción y la devoción familiar, ha quedado eclipsada por su reciente imputación judicial.
Nacido en una familia humilde, hijo de Gil Montoro, comercial de pinturas, y Mercedes Romero, Montoro creció con su hermano Ricardo en una casa modesta del Paseo de Extremadura en Madrid, que llegó a ser embargada debido a dificultades económicas.
Su biografía es un ejemplo clásico del ascenso social por medio del estudio y el trabajo duro: se doctoró en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Autónoma de Madrid en 1981 y fue catedrático antes de lanzarse a la política.
La vida privada del exministro ha sido siempre un enigma.
Alejado del exhibicionismo habitual en las esferas políticas, Montoro ha protegido a su entorno más cercano con celo.
Su primera esposa fue Josefina, madre de sus dos hijas –una de ellas con problemas de salud que han exigido su apoyo constante–.
Tras el divorcio, se casó en segundas nupcias con Beatriz, enfermera y amante del arte, con quien comparte pasión por los caballos y la naturaleza.
La pareja reside en el barrio madrileño de Moncloa, aunque pasan largas temporadas refugiados en una casa rural en la sierra de Guadarrama, donde Montoro disfruta ejerciendo de abuelo con sus tres nietos.
El “agujero” Montoro y la reacción interna del PP
El estallido judicial alrededor de Montoro ha supuesto un terremoto interno para el Partido Popular.
La dirección nacional asumió rápidamente lo que algunos ya califican como el “agujero” Montoro: un escándalo que amenaza tanto al legado económico del partido como a su imagen pública.
La ejecutiva popular actuó con contundencia –Montoro causó baja inmediata como militante– y teme posibles vendetas internas o ajustes de cuentas derivados de antiguos enfrentamientos dentro del partido.
El caso ha salpicado además a responsables técnicos y altos cargos vinculados a la Agencia Tributaria, evidenciando las tensiones entre los distintos clanes que históricamente han convivido (no siempre pacíficamente) bajo las siglas populares.
El caso Montoro: consultoras, favores fiscales y viejas prácticas
La imputación judicial parte del supuesto uso irregular del despacho Equipo Económico –fundado por el propio Montoro en 2006– para beneficiar a empresas energéticas como Air Liquide o Carburos Metálicos. Según la investigación, habrían mediado pagos cercanos a los 800.000 euros para propiciar reformas legales favorables durante los años 2013 y 2018.
El auto judicial apunta también a nombramientos dirigidos dentro del Ministerio y la Agencia Tributaria para garantizar que las piezas clave estuvieran alineadas con los intereses del entramado.
La sombra sobre Montoro no termina ahí: se investiga el acceso privilegiado a información fiscal reservada sobre personajes relevantes como Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Rafa Nadal, Josep Piqué o Pujol Ferrusola.
La documentación intervenida revela que informes confidenciales circulaban entre altos cargos antes incluso que llegaran a los juzgados o a los propios afectados. Así, quien durante años blandió el lema “Hacienda somos todos”, hoy aparece señalado por haber utilizado esa información como herramienta política o personal.
Vida cotidiana: Beethoven, caballos y fe
A pesar del vendaval mediático y judicial, quienes conocen al exministro insisten en subrayar su carácter reservado y su amor por las cosas sencillas.
Lejos quedan ya los días de crispación parlamentaria; ahora dedica sus tardes a escuchar música clásica (especialmente Beethoven), pasear por el campo con sus perros o practicar doma clásica cuando la vieja lesión en el coxis –consecuencia de una caída de caballo– se lo permite. De hecho, esta afición ecuestre fue clave para conocer a Beatriz.
La pareja comparte escapadas rurales y largas caminatas por Guadarrama.
Montoro es también un hombre profundamente creyente.
En distintas entrevistas ha confesado cómo la fe le ha ayudado a sobrellevar no solo sus actuales problemas judiciales, sino también algunos dramas familiares. Durante la pandemia, su refugio rural fue un bastión contra el ruido exterior.
El largo historial fiscalista: enemigos públicos y expedientes sensibles
Si algo caracteriza al paso de Cristóbal Montoro por Hacienda es su dureza –real o percibida– contra contribuyentes ilustres. Bajo su mandato se rastreó minuciosamente la situación fiscal no solo de adversarios políticos (caso Rato o Aguirre), sino también de figuras públicas ajenas al tablero partidista como Rafa Nadal o empresarios ligados al entorno catalán como Pujol Ferrusola. Esta práctica generó malestar incluso dentro del propio Gobierno; algunos ministros temían estar siendo vigilados desde dentro.
Montoro siempre defendió públicamente que “la ley es igual para todos”. Sin embargo, ahora se investiga si esa máxima escondía una doble vara según intereses coyunturales o personales. Las acusaciones actuales sostienen que Hacienda habría sido utilizada como ariete político o mecanismo para facilitar favores selectivos.
Diez curiosidades sobre Cristóbal Montoro
- Nació en Cambil (Jaén), pero creció en Madrid tras emigrar su familia.
- Llegaron a perder su vivienda familiar tras un embargo.
- Es catedrático universitario en Hacienda Pública.
- Fan declarado de Beethoven; escucha música clásica cada tarde.
- Practica doma clásica y monta a caballo pese a una fractura antigua.
- Hombre muy religioso; acude regularmente a misa.
- En política fue considerado “hombre gris”, poco dado al protagonismo mediático.
- Adora pasear por la sierra madrileña con sus perros.
- Sus amigos más próximos le apodan “el señor Burns” (por Los Simpson).
- En privado es afable, bromista y bastante distinto al personaje público.
La historia personal y política de Cristóbal Montoro ilustra hasta qué punto las trayectorias públicas pueden verse truncadas por las sombras privadas y las lealtades cambiantes dentro del poder.
Algunas anécdotas poco conocidas
- Cuando era ministro evitaba sistemáticamente aparecer en cenas oficiales; prefería comer bocadillos en su despacho.
- Fue uno de los pocos altos cargos que pidió expresamente no tener coche oficial fuera del horario laboral.
- En sus años universitarios organizaba partidas clandestinas… pero no de póker ni mus: ¡de ajedrez relámpago!
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