La noticia ha sacudido los cimientos de la familia real británica y su entorno más cercano.
Katharine Lucy Mary Worsley, duquesa de Kent, ha fallecido a los 92 años en la noche del jueves, rodeada de sus hijos y nietos en el Palacio de Kensington, tras una larga enfermedad que la mantuvo alejada de los focos durante los últimos años.
El comunicado oficial del Palacio de Buckingham, difundido en la mañana del viernes 5 de septiembre de 2025, transmitía el “profundo pesar” del rey Carlos III, la reina Camila y todos los miembros de la familia real, quienes se han unido al duque Eduardo de Kent para lamentar una pérdida que marca el final de una etapa singular en la monarquía.
Su muerte llega casi tres años después del fallecimiento de Isabel II y pone fin a una vida marcada por la elegancia, el compromiso social y la empatía hacia los jóvenes y las artes.
La duquesa fue una figura clave en la representación institucional, aunque prefirió siempre un papel secundario y alejado del boato real. “Su devoción a las organizaciones benéficas, su pasión por la música y su empatía por los jóvenes han dejado huella imborrable”, subrayaba el comunicado oficial.
De Yorkshire a Buckingham: un recorrido vital singular
Nacida el 22 de febrero de 1933 en Hovingham Hall, condado de York, Katharine era hija de sir William Arthington Worsley, militar y terrateniente, y Joyce Morgan Brunner. Su linaje se remonta a Frances Cromwell, hija del dictador Oliver Cromwell. Creció en un entorno marcado por la tradición aristocrática británica, pero desde joven mostró sensibilidad artística y social.
En 1961 contrajo matrimonio con el príncipe Eduardo, duque de Kent y primo hermano de Isabel II, en una ceremonia celebrada en la catedral de York Minster que rompió con el tradicional escenario londinense para bodas reales. La pareja tuvo tres hijos: George Windsor (conde de St Andrews), Lady Helen Taylor y Lord Nicholas Windsor; además sufrieron dos trágicas pérdidas perinatales que marcaron profundamente a Katharine y contribuyeron a su posterior alejamiento progresivo de los compromisos públicos.
Un legado filantrópico y musical que trasciende generaciones
La duquesa destacó por su implicación activa en causas sociales y benéficas. Presidió numerosas fundaciones dedicadas a jóvenes desfavorecidos e impulsó proyectos innovadores como Future Talent, organización dedicada al apoyo educativo musical para niños sin recursos. Su relación con la música fue constante: virtuosa pianista y violinista, llegó a impartir clases en escuelas públicas bajo el seudónimo “Mrs. Kent”, ocultando su identidad para no interferir en el desarrollo académico de sus alumnos.
Durante décadas mantuvo una estrecha vinculación con el torneo de Wimbledon, donde presidió ceremonias tan memorables como la entrega del trofeo femenino a Jana Novotná en 1993. Su gesto consolador ante una derrota deportiva se recuerda aún como uno de los momentos más humanos vividos sobre la hierba londinense.
En 1994 sorprendió al mundo con su conversión al catolicismo, siendo así el primer miembro destacado de la familia real británica en hacerlo desde el Acta de Establecimiento de 1701. Esta decisión personal fue respaldada por Isabel II y seguida posteriormente por su hijo Nicholas, lo que evidenció una voluntad firme por anteponer las convicciones personales al protocolo.
Testimonios que engrandecen su memoria
Las reacciones ante su fallecimiento han sido unánimes: respeto profundo y reconocimiento por una vida dedicada al servicio. “Siempre recordaremos su empatía con los jóvenes y su entrega incansable a las causas sociales”, ha declarado el rey Carlos III en privado. Colegas cercanos resaltan que “la duquesa era el alma silenciosa pero firme de muchas iniciativas solidarias; nunca buscó protagonismo pero siempre estuvo presente donde más se necesitaba”.
Numerosos mensajes han inundado las redes oficiales del Palacio, transmitiendo pésames desde todos los rincones del Reino Unido. Los descendientes directos han subrayado públicamente el ejemplo familiar recibido: “Nuestra madre nos enseñó que lo importante es ayudar sin esperar nada; ese será siempre nuestro legado”, expresó Lady Helen Taylor.
Impacto social e institucional
El fallecimiento de Katharine Worsley supone el cierre definitivo a una generación que hizo posible una monarquía más próxima e inclusiva. Su ejemplo inspira hoy tanto a miembros activos como retirados de la casa real británica. El duque Eduardo permanece como uno de los miembros más veteranos tras perder a su compañera inseparable. La duquesa demostró que detrás del protocolo existe espacio para la humanidad.
La agenda oficial contempla actos conmemorativos privados en Kensington Palace para rendir homenaje a su figura. Se prevé además un servicio religioso abierto solo a familiares próximos y representantes institucionales ligados a sus proyectos benéficos.
Biografía esencial: datos contrastados
- Fecha y lugar de nacimiento: 22 febrero 1933, Hovingham Hall (Yorkshire)
- Educación: Formación clásica; especialización musical
- Matrimonio: Príncipe Eduardo, duque de Kent (1961)
- Hijos: George Windsor (conde St Andrews), Lady Helen Taylor, Lord Nicholas Windsor; dos hijos fallecidos poco después del nacimiento
- Obras o logros reconocidos: Fundación Future Talent; presidencia honorífica Wimbledon; clases musicales anónimas en escuelas públicas; conversión histórica al catolicismo (1994)
- Premios/Reconocimientos: Numerosas distinciones honoríficas ligadas al mecenazgo musical juvenil
- Información familiar relevante: Descendiente directa por línea materna del dictador Oliver Cromwell; esposa durante más de seis décadas del duque Eduardo; madre y abuela comprometida
La partida física de Katharine Worsley deja tras sí no solo recuerdos entrañables sino también un modelo ético para quienes creen que discreción e impacto social pueden caminar juntos bajo cualquier corona.
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