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La doble moral de los progres millonarios

Caraduras sin Fronteras: Javier Bardem boicotea a Israel y usa el hospital judío más lujoso de Los Ángeles

El actor pide sanciones contra Israel mientras su hijo nació en el hospital judío más exclusivo de Los Ángeles

Periodista Digital 16 Sep 2025 - 13:30 CET
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La escena no dejó indiferente a nadie. Javier Bardem, nominado en los Premios Emmy por su papel en Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez, apareció en el Peacock Theater de Los Ángeles con una kufiya palestina al cuello, símbolo inequívoco de apoyo a Palestina. Ante los focos, el actor lanzó un mensaje que compra la propaganda de los terroristas de Hamas: “Estoy aquí denunciando el genocidio en Gaza.¡Libertad para Palestina!”.

Este gesto, que buscaba sumarse al creciente movimiento de boicot cultural contra instituciones israelíes, tuvo una repercusión inmediata. Las redes sociales se llenaron de comentarios, y los medios pusieron bajo lupa las contradicciones entre el discurso activista del actor y sus decisiones personales.

El hospital judío más caro para su primer hijo

Pocos recuerdan que el primer hijo del matrimonio formado por Javier Bardem y Penélope Cruz, Leo, nació en 2011 en el Cedars-Sinai Medical Center de Los Ángeles, uno de los hospitales privados más exclusivos y emblemáticos ligados a la comunidad judía estadounidense. Este centro, fundado a principios del siglo XX por judíos discriminados en otros hospitales, se ha convertido en referencia para las estrellas de Hollywood y grandes fortunas.

El Cedars-Sinai destaca por sus instalaciones de lujo donde no faltan todo tipo de comodidades como habitaciones privadas con bañera, menús gourmet, cestas de fruta, reproductores de música y DVD, plaza de garaje ilimitada o seguridad reforzada.

Figuras como Salma Hayek, Jodie Foster o Julia Roberts han dado a luz allí. En este hospital también falleció  Frank Sinatra. La tarifa diaria del hospital ronda los 2.500 a 3.500 euros, pruebas médicas y operaciones quirúrgicas aparte. El hospital mantiene una profunda vinculación con la comunidad judía a través del respaldo filantrópico local y su historia fundacional.

El apoyo público de Bardem a los relatos de la izquierda en general y los de Hamás en particular no es nuevo. En los últimos días ha firmado junto con otras figuras del cine internacional un manifiesto que compromete a no colaborar ni proyectar obras en instituciones israelíes. Este compromiso coincide con una ola de boicots culturales que sacude festivales de cine europeos y estadounidenses, donde cada vez más artistas se posicionan contra la lucha de Israel en contra del terrorismo islámico.

Sin embargo, la elección del hospital para el nacimiento de su hijo evidencia una relación compleja con las instituciones que ahora critica. En redes sociales se han podido leer mensajes como: “Predicar en nombre del pueblo mientras se vive como la élite que se critica: la clásica doble moral de salón”. Otros usuarios han señalado el contraste entre la defensa pública de la sanidad pública española y la preferencia por clínicas privadas tanto en Estados Unidos como en España. En nuestro país, su hija Luna nació en la lujosa Clínica Rúber Internacional de Madrid.

Hollywood, activismo y privilegios

La polémica trasciende lo personal y se instala en el debate sobre la coherencia entre vida pública y privada. Bardem ha construido gran parte de su carrera internacional dentro de la industria cinematográfica estadounidense, cuyos orígenes están profundamente ligados a empresarios judíos. Utiliza esa plataforma global para denunciar lo que considera injusticias históricas, pero disfruta al mismo tiempo de los privilegios que ofrece ese entorno exclusivo. El caso Bardem ilustra lo que muchos llaman “la hipocresía de los progres millonarios”: figuras públicas que adoptan causas sociales desde posiciones privilegiadas y cuya coherencia queda expuesta al escrutinio público.

Reacciones internacionales y debate social

A día de hoy, 16 de septiembre de 2025, la controversia sigue viva tanto en medios como en plataformas digitales. La industria cultural debate sobre el alcance real del boicot, mientras las redes sociales multiplican las críticas bajo etiquetas como caraduras sin fronteras o doble moral. La polarización alcanza incluso al entorno político español, donde las posiciones sobre Hamás e Israel se han convertido en arma arrojadiza entre partidos.

No parece que Bardem tenga intención alguna de modificar su discurso. Su activismo político sigue firme mientras su vida personal sirve como ejemplo paradigmático del difícil equilibrio entre convicción pública y privilegio privado. La escena final del episodio deja un regusto irónico: ¿Entrarían también con la bandera palestina al hospital judío? La respuesta queda abierta, alimentando el eterno debate sobre coherencia y responsabilidad social en tiempos donde cada gesto es analizado al detalle.

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