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La madrugada del pasado jueves 30 de mayo se tiñó de sangre en el barrio bilbaíno de Rekalde.
Lo que parecía una noche más en la calle Larraskitu se convirtió en el escenario de un crimen atroz que ha conmocionado a toda la sociedad vasca.
Pedro Gonzalo Castillo Orellana, un hombre de 43 años de origen boliviano pero con nacionalidad española, acabó con la vida de su hija Eva Yasmin, una menor de tan solo 13 años, degollándola y dejándola sobre su cama cubierta con varias sábanas. Tras cometer el crimen, el hombre decidió quitarse la vida ahorcándose en la bañera del domicilio familiar.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 5 de la mañana, después de que Pedro Gonzalo mantuviera una fuerte discusión con su pareja Simona, madre de la menor, quien sufrió lesiones de arma blanca pero logró escapar de la vivienda en busca de ayuda. Según han confirmado fuentes cercanas a la investigación, el padre había amenazado previamente con matarlas si no abandonaban lo que él consideraba «su casa».
Un crimen sin señales previas aparentes
Lo más desconcertante del caso es que nada hacía presagiar la tragedia en las horas previas. Pedro Gonzalo había trabajado con total normalidad la noche del miércoles como cocinero en el restaurante Gure Kabi, en el centro de Bilbao, hasta la medianoche. Su jefe, Adolfo de Andrés, ha relatado con perplejidad cómo su empleado «se fue como cualquier otro día» sin mostrar comportamientos extraños.
«No mostró ni una mala palabra, nunca tuvo actitudes agresivas con nadie», ha declarado De Andrés, quien describe a Gonzalo como un trabajador «callado, majo, con ganas de aprender» que aspiraba a crecer profesionalmente. «Era tranquilo, empezó en la sección de postres y, con el tiempo, asumió también la preparación de carnes», ha explicado su responsable, aún conmocionado por los hechos.
La ausencia de Pedro Gonzalo en su puesto de trabajo el viernes por la mañana comenzó a preocupar a sus compañeros. Tras intentar contactarle sin éxito, a las once y media la Ertzaintza se presentó en el restaurante para informarles de lo ocurrido. «Nos dijeron lo que había pasado. Ha sido un mazazo. Nadie podía creérselo», ha recordado De Andrés.
Un control obsesivo y disputas por la vivienda
Tras la fachada de aparente normalidad, la realidad familiar era muy distinta. Fuentes cercanas a la familia han revelado a los medios que Pedro Gonzalo era una persona «controladora» con su pareja. «La tenía tan controlada que si alguien le hablaba por teléfono, él lo revisaba», han señalado estas fuentes, que añaden: «Ese hombre era un desgraciado con ella, pero a su hija la quería mucho. No me ha sorprendido lo que ha pasado, pero que le hiciera eso a su hija, sí».
Uno de los principales motivos de conflicto entre la pareja era la vivienda familiar. Simona había pedido a Pedro Gonzalo que abandonara la casa, algo a lo que él se negaba rotundamente, alegando que la propiedad era suya. «Le recomendamos que lo dejara, pero ella no quería. Hace poco decidió recoger sus cosas y las de su hija para abandonar la casa», han explicado estas mismas fuentes.
Esta disputa por la vivienda parece haber sido el detonante final de una situación de tensión que venía gestándose desde hace tiempo. Cuando los agentes de la Ertzaintza acudieron al domicilio tras la alerta de Simona, tuvieron que echar abajo la puerta al no recibir respuesta desde el interior. Allí encontraron los cuerpos sin vida de padre e hija.
Un nuevo caso de violencia vicaria
Las autoridades han confirmado que se trata de un nuevo caso de violencia vicaria, una forma de violencia machista en la que el agresor utiliza a los hijos para causar el mayor daño emocional posible a la madre. Este tipo de violencia extrema se ha cobrado numerosas víctimas en España durante los últimos años.
Simona, que logró escapar del domicilio con heridas de arma blanca, permanece ingresada en el Hospital de Basurto, donde evoluciona favorablemente y se encuentra fuera de peligro. Sin embargo, el trauma psicológico que deberá afrontar tras perder a su hija en estas terribles circunstancias será un largo y doloroso proceso.
El caso ha sido incluido en el registro de feminicidios y otros asesinatos de mujeres cometidos por hombres en España en 2025. Según los datos recopilados por organizaciones especializadas, desde 2010 se han documentado más de 1.575 mujeres asesinadas por hombres en nuestro país, una cifra que no deja de crecer a pesar de los esfuerzos institucionales.
Conmoción en el barrio de Rekalde
La noticia ha causado una profunda conmoción en el barrio bilbaíno de Rekalde, donde residía la familia. Los vecinos, impactados por lo sucedido, han expresado su dolor y perplejidad ante un crimen que nadie podía imaginar. La comunidad educativa del centro donde estudiaba Eva Yasmin también se ha visto profundamente afectada por la pérdida de la menor.
Las autoridades locales han anunciado la convocatoria de una concentración de repulsa contra este nuevo caso de violencia machista, que se sumará a las muestras de condolencia que ya se han producido de forma espontánea en las inmediaciones del domicilio familiar.
La Ertzaintza mantiene abierta la investigación para esclarecer todos los detalles del caso, aunque las principales líneas apuntan a un crimen premeditado seguido de suicidio. Los cuerpos de Eva Yasmin y Pedro Gonzalo han sido trasladados al Instituto de Medicina Legal para la realización de las correspondientes autopsias.
Este trágico suceso pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de reforzar los mecanismos de detección temprana y prevención de la violencia machista, especialmente en aquellos casos donde existen menores que pueden convertirse en víctimas de la violencia vicaria, la expresión más cruel de la violencia de género.
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