Horroroso.
Un caso espeluznante marcado por la crueldad, el ensañamiento, las dos violaciones y la conmoción social.
El testimonio de Dahbia Benkired en el Tribunal de lo Penal de París ha dejado una huella difícil de borrar.
La joven argelina, culpable de violar, torturar y acabar con la vida de Lola Daviet, de 12 años, ha admitido ante los magistrados una secuencia de acontecimientos escalofriante, caracterizada por su brutalidad y una aparente falta de lógica.
Las impactantes palabras de la acusada, “como la había violado, tenía que matarla”, resonaron en la sala mientras los familiares de la víctima escuchaban entre lágrimas y rabia.
El asesinato de Lola tuvo lugar el 14 de octubre de 2022 en un edificio del noreste parisino donde residía la familia.
Dahbia Benkired, que entonces contaba con 24 años y se encontraba en situación irregular en Francia, interceptó a la niña cuando regresaba del colegio. La llevó a un apartamento subarrendado por su hermana en el mismo inmueble y, según su propio relato, la agredió sexualmente antes de matarla con una violencia extrema.
Benkired ha intentado dar sentido a lo incomprensible. Asegura que ese día no planeaba matar a nadie, sino que actuó “de repente”. La casualidad hizo que Lola “se interpusiera en su camino”. “No la elegí ni siquiera sabía quién era”, insistió ante el tribunal, distanciándose así de cualquier teoría sobre venganza premeditada. Su declaración refleja una mezcla entre impulsividad, consumo desmedido de medicamentos y un estado emocional alterado tras discutir con su expareja, Mustapha M.
Minutos antes del crimen, intercambió mensajes con Mustapha, a quien señala como responsable de su estado mental: “Quería hacerle daño a él, no a Lola. Él es culpable de lo que sucedió”. Sin embargo, las pruebas forenses y las grabaciones de las cámaras no dejan lugar a dudas sobre su participación directa y solitaria en el hecho delictivo.
La autopsia mostró que Lola fue violada vaginal y analmente, sufrió 38 cortes distribuidos por todo su cuerpo y un profundo tajo en la mandíbula que casi le costó la vida. Benkired llegó incluso a dibujar un “0” y un “1” en las plantas de los pies de la niña, imitando —según su versión— cómo se marcan los corderos sacrificados durante el Eid al-Adha en Argelia. “Pensé que era una oveja”, llegó a afirmar como parte del intento por deshumanizar a su víctima.
Las cámaras captaron cómo Dahbia Benkired pedía ayuda a Lola para cargar unas maletas. Una vez dentro del apartamento, la menor fue sometida a agresiones y torturas durante horas. En un momento crítico, Lola suplicó: “Señora, no me haga daño”, mientras que la acusada trataba tranquilizarla para luego asfixiarla con cinta adhesiva.
Después del asesinato, Benkired introdujo el cuerpo en un baúl y vagó por los alrededores mostrando lo que contenía a conocidos en un bar. Incluso insinuó querer vender el cadáver e hizo mención sobre “riñones”, lo que abrió una línea investigativa sobre posible tráfico de órganos —hipótesis nunca confirmada—. Finalmente dejó el baúl con el cuerpo en el patio trasero del edificio donde vivía la familia de Lola.
El juicio: confesión, arrepentimiento y vacío legal
El proceso judicial ha tenido lugar tres años después del trágico evento e intenta esclarecer un crimen aún sin motivo evidente. Dahbia Benkired pidió perdón a los familiares al inicio del juicio: “Es horrible lo que hice. Lo lamento profundamente”, repitió entre sollozos. No obstante, su relato está lleno de contradicciones y evasivas. En diferentes momentos ha culpado a su expareja o ha mencionado influencias relacionadas con brujería y búsquedas online sobre rituales humanos.
Las autoridades francesas han resaltado lo complicado que resulta encontrar una explicación lógica para este crimen atroz. El comportamiento errático posterior al asesinato y su historial con medicamentos como Lyrica —utilizado para tratar ansiedad y dolor neuropático— han añadido más complejidad al caso.
En estos momentos, Benkired se encuentra internada en una unidad psiquiátrica debido a alteraciones mentales y episodios violentos ocurridos durante su estancia en prisión. El tribunal deberá decidir si es plenamente responsable por sus actos o si padece algún trastorno que pueda influir en su condena.
Lola Daviet: una vida truncada y una sociedad conmocionada
La figura de Lola Daviet ha quedado marcada por esta tragedia inaceptable. Sus padres son muy queridos en su comunidad y han clamado justicia en cada sesión del juicio. Este crimen ha provocado una ola indescriptible de indignación en Francia, reabriendo debates sobre inmigración irregular, seguridad pública y protección infantil. Asociaciones vecinales, colectivos feministas y organizaciones dedicadas al bienestar infantil han multiplicado los homenajes hacia la niña, describiéndola como “el sol de nuestra vida” o “la estrella que iluminaba nuestras noches”.
Este caso también ha puesto sobre la mesa la necesidad urgente de prestar más atención al perfil psicológico y psiquiátrico de personas vulnerables o excluidas socialmente. Asimismo resalta cuán crucial es actuar preventivamente ante señales claras relacionadas con desarraigo o violencia.
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