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La historia de Lina Medina es una de las más terroríficas del Perú.
Apenas tenía cinco años cuando comenzó a desarrollar una serie de síntomas, que dieron pie a todo tipo de especulaciones. Sus fuertes dolores estomacales y su enorme vientre abultado llevaron a sus padres a pensar que la niña podía ser víctima de una maldición, de un embrujo o simplemente un tumor.
Tiburcio, su padre, recurrió a los chamanes porque lo vecinos pensaban que había caído sobre ella la maldición de Apú, el espíritu de Los Andes, que le había insertado una serpiente en el estómago.
Tras someterlas a ancestrales rituales incas, recurrieron a los chamanes que, lejos de ofrecerles respuestas, les recomendaron que fueran a Pisco, la ciudad más cercana a su Antachancha natal. El primer diagnóstico era que tenía un enorme tumor pero el médico que la examinó, decidió derivar el caso a Lima para que fuera tratada por un especialista.
A su llegada a la capital, los médicos dieron con el inesperado diagnóstico: Lina estaba embarazada de siete meses. Los médicos dijeron que quedó encinta debido a una condición llamada pubertad precoz.
Un mes después, la niña se convirtió en la madre más joven de la historia al dar a luz a Gerardo, un bebé perfectamente sano que tuvo que nacer por cesárea porque las caderas de la niña no tenían el tamaño suficiente para permitir un parto natural.
Lina nació en Antachancha, en la región Huancavelica de Perú, el 27 de septiembre de 1933. La madre indicó que a los 2 años y 8 meses comenzó a menstruar, pero un informe médico indicó que realmente se produjo a los ocho meses de vida. Con cuatro años, tenía los pechos totalmente desarrollados y el 14 de mayo de 1939 con 5 años, 7 meses y 21 días, tuvo a su hijo. El caso, todavía sin explicación, saltó a las portadas de todos los periódicos suramericanos y Lina comenzó a ser considerada como una especie de Virgen María al haber concebido a un varón estando libre del pecado original.
El caso provocó una gran conmoción en todo el mundo. Medios como ‘The New York Times’ y ‘Los Ángeles Times’ hicieron hueco en sus portadas, plagadas de noticias de la II Guerra Mundial para informar del incomprensible caso de Lina.
Y como ocurre siempre en estos casos, los investigadores buscaron en el círculo más cercano de la niña para encontrar a un responsable. Su padre fue encarcelado acusado de violación, pero la falta de pruebas provocó su liberación en cuestión de días.
Los avances científicos de la época no permitían todavía determinar si Tiburcio era el padre de Gerardo. Al quedar descartado, las miras fueron puestas en uno de sus hermanos, con discapacidad intelectual, pero tampoco se pudo concluir nada y el caso acabó archivado y sin resolver.
El niño, que tomó el nombre del médico que asistió el parto, pesó 2 kilos y 700 gramos y midió 48 centímetros. Gerardo tuvo una vida normal y se crio como uno más de los nueve hijos de sus abuelos (10 con él) y a los 10 años supo que Lina en realidad no era su hermana sino su madre.
Lina comenzó a ser considerada una nueva Virgen María y Gerardo pasó a ser el hijo del dios Sol. La familia era todo un acontecimiento mundial y todo el mundo quería conocerlos… y exhibirlos. De hecho, fueron invitados a la Feria Mundial de Nueva York con todos los gastos pagados.
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