Sin Paz y sin España

Para contentar a ETA y reinar sobre su silencio, ha incendiado España. Sobre su altar fariseo de desmemoria y rencor, ha puesto a arder lo único que en España no se puede tocar, lo que no tiene más solución que el conllevarse, como nos advirtió Ortega: las rencillas entre las regiones, el regreso de los feudos y taifas, las tribus ibéricas otra vez divididas entre Roma y Cartago enviando a sus hijos al sacrificio para acabar siendo siempre esclavos. Quiso ser el Califa en lugar del Califa y acabará de gobernador de un polvorín.

Ya ha perdido Cataluña. Ya ni los suyos allí son los suyos y se conducen como la nación que él les dijo que eran. Montilla es un Almanzor de ferrero-rocher que también ha querido ser Califa y ha decretado disuelto el Emirato. Madrid y Damasco están muy lejos, Zapatero no sabe apreciar los panellets, y además ya les ha entregado los presupuestos. Montilla (i Moriles) se ha cortado la coleta cordobesa, se ha declarado catalán, catalanista, descendiente directo de Carlomagno, de Wifredo ‘el Velloso’, que ahora sabemos que era Giufré ‘el Pilós’, el pelúo, de Berenguer, de todos los Jaumes.

Mañana querrá instalarse en la Almudaina de Mallorca, hacer sobrasadas con el PP, y pasar luego a Valencia a recitar a Ausias March con acento de Iznájar. Y luego conquistará Castilla para la Caixa y al fin se habrá cumplido una Reconquista otra: un cordobés habrá rehecho Espanya para la Marca Hispánica. Serán también condes sus dueños, pero ya no castellanos. Y el sueño de un imperio mediterráneo y atlántico, desde el Algarve hasta Neopatria estará al fin al alcance de Benach gritando ¡Visca Catalunya lliure! ¡Visca Ronaldinho gaucho!

En su ignorancia, en su atrevimiento de malvado de calderilla, llegó acaso ZP a creer que los Ternera y sus secuaces llevaban matando gente inocente cuarenta años para ahora dejarse engañar por un listillo. Que podría manejarlos como si fueran Maragall, Mas y Durán Lleida, burgueses de misas en Montserrat y escalivada con anchoas, cuyo único afán era llegar a Pujol para acabar no siendo ni Montilla. Pero los etarras quieren ahora lo que les han hecho creer que podían querer. Lo que siempre quisieron: esa nación inventada sobre la sangre española, sobre el odio a sí mismos.

Alguien tendrá que decirle a ZP que no hay acuerdo posible sin derrota: o de ellos o de España. Y lo que lleva haciendo este hombre-sigla desde hace años, desde que –como ya sabemos- envió a buscarlos mientras fingía combatirlos, es darles esperanzas en una victoria imposible: los vascos serán lo que los vascos decidan, dijo nada menos que en el Congreso de los Diputados. Eso es lo que le exigen, exactamente lo que viene reclamando el nacionalismo desde el primer Arana (el Arana viejo se redescubrió español, pero eso ya no lo dicen), aquello por lo que tanto asesinaron. Sangre y nueces en el zurrón de Aitor. Ojalá y que aún le salga bien el engaño, a pesar de la inmensa incompetencia que ha demostrado para aprovechar una coyuntura, en efecto, única, y acabar con el terror cuando el terror ya estaba acabado. Pero lo que se vislumbra, aquello contra lo que han vuelto a salir a la calle un millón de españoles, es que sacrificar a España para lograr la PaZP, no hará otra cosa que dejarnos sin paz y sin España.

Entretanto, grupos de jóvenes fueron hace un par de semanas al entrenamiento de la selección española de fútbol, ese desastre, nada menos que en Cádiz, en la ciudad origen de la nación española moderna, a gritar contra España y a favor de la independencia de Andalucía, al modo de los separatistas futboleros vascos y catalanes. Si esto ha llegado a Cádiz, es que estamos perdidos. El virus del particularismo avanza más rápido que el de la gripe aviar. Cuando empiecen a brotar las generaciones educadas en la LOGSE-LOE, con el mundo reducido a su aldea ‘nacional’, la taifa será imparable. Los mismos partidos políticos, que hasta ahora constituían los últimos reductos de la vertebración nacional, depositada sólo en ellos por el desdichado Título VIII de la Constitución y su legitimación de las ‘nacionalidades’, empiezan a ser devorados por el monstruo.

El PSOE, la organización que se decía obrera y española, acaba de enterarse de que gracias a su líder Zelestial ya no existe en Cataluña. Y que lo que ha quedado en su nombre es utilizado por la burguesía independentista para aculturar charnegos y llevarlos a renegar de España. Otro día hablaremos de la Gran Murcia que Jordi Pujol Ferrusola, el ‘tontoelpijo’ del “Freedom for Catalonia” del 92 (o él o su hermano), acaba de arrojar contra Montilla, acusándole de ser la cabeza de puente de la charneguización de Cataluña. Así le pagan su conversión. Mientras, también el PP se encuentra con los barones revueltos, asfixiados entre la necesidad de igualarse con las prebendas catalanas –que es a lo que siguen jugando los pesoes plurinacionales para perpetuarse- y la evidencia de que eso sólo conduce a la restauración de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y a la disolución.

Ya hay siete recursos contra el infame ‘Estatut’; los mallorquines, valencianos y aragoneses se sublevan contra la apropiación catalana del Archivo de la Corona de Aragón; en asuntos de agua, ZP ha conseguido que todos estemos contra todos; Castilla-La Mancha, importante sede del social-ladrillismo del que tanto se quejan en otros sitios, pretende construir un muro de viviendas con seiscientas mil personas rodeando Madrid, desde el Henares hasta Talavera, sin servicios ni vías de comunicación: forrarse con los convenios y plusvalías y ahogar Madrid, para eso aspiran al Tajo; en el Bierzo no quieren ser leoneses, los leoneses no quieren ser castellanos, los navarros andan blindando los muebles, y Álava planea su separación del engendro euskalherriaco; Cataluña ya es nación, Andalucía, realidad nacional, Galicia no quiere ser menos; todos los demás, por supuesto, se han declarado nacionalidades, las leyes de educación autonómicas (me había salido ‘autocómicas’: un acto freudiano) comienzan su florecer plurinacional, ya no tenemos fuerzas policiales iguales en todas las regiones, las diferencias salariales aumentan cada día según el clientelismo nacionalista de las administraciones, los diecisiete gobiernos tienen departamentos de relaciones exteriores y en Europa ya no saben si deshuevarse o echarnos.

Y sobre tanta armonía, Zapatero sopla, aviva, atiza. Sólo le falta la lira para ser Nerón.

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