Es uno de los árboles frutales más antiguos que conocemos, pero curiosamente, pocos saben cómo se llama realmente.
Aunque popularmente lo conocemos como membrillero, su nombre científico es Cydonia oblonga, un árbol frutal perteneciente a la familia de las Rosáceas que ha permanecido en cierto anonimato para el gran público a pesar de llevar más de dos milenios entre nosotros.
Este árbol, emparentado con el manzano y el peral, produce ese característico fruto amarillo y aromático que todos conocemos como membrillo, base de uno de los dulces más tradicionales de nuestra gastronomía: la carne o dulce de membrillo, ese acompañante perfecto para un buen queso.
El origen del membrillero: un viaje desde Asia hasta nuestros huertos
El Cydonia oblonga tiene sus raíces en Asia Occidental, concretamente en regiones como Irán, Turquía y el Cáucaso. Desde allí se expandió por toda la cuenca mediterránea gracias a civilizaciones como la griega y la romana, que no solo apreciaban sus cualidades culinarias sino que también lo consideraban un símbolo de amor y fertilidad.
Resulta fascinante descubrir que algunos estudiosos incluso sugieren que el famoso «fruto prohibido» del Jardín del Edén podría haber sido un membrillo, y no una manzana como comúnmente se cree. También hay expertos que apuntan a que el mítico «manzano de oro» de los relatos clásicos podría ser, en realidad, un membrillero.
Características y cultivo del árbol del membrillo
El membrillero es un árbol frutal de tamaño pequeño a mediano que se adapta perfectamente a climas templados. Su fruto, el membrillo, es un pomo de color amarillo-dorado brillante cuando está maduro, aunque los frutos inmaduros son verdes y presentan una densa pilosidad grisácea que van perdiendo a medida que maduran.
Cultivar un membrillero en casa es más sencillo de lo que parece. Este árbol:
- Prefiere climas templados y exposición directa al sol
- Se adapta bien a suelos fértiles, profundos y bien drenados
- Es capaz de resistir temperaturas frías moderadas
- Requiere riegos regulares, especialmente durante la floración y la maduración del fruto
- Necesita una poda anual a finales del invierno para mantener su forma y estimular la producción
Con los cuidados adecuados, un membrillero puede vivir más de 50 años y proporcionar abundantes cosechas cada temporada. Sin embargo, hay que estar atentos a posibles plagas como el pulgón, la carpocapsa o enfermedades fúngicas que pueden afectarlo.
El membrillo en la cocina: más allá del dulce tradicional
El membrillo es una fruta peculiar. Demasiado dura, astringente y agria para consumirse cruda, pero extraordinaria cuando se cocina. Su fuerte aroma y sabor único lo convierten en un ingrediente versátil en la cocina, especialmente en la repostería.
La preparación más conocida es, sin duda, el dulce o carne de membrillo, tradicional en España y muy popular también en países como Argentina y Uruguay, donde forma parte de postres tradicionales como la pastafrola. Pero las posibilidades culinarias del membrillo van mucho más allá.
Receta de letuario de membrillos: una delicia sefardí
Hoy quiero compartir con vosotros una receta menos conocida pero igualmente deliciosa: el letuario de membrillos, una especie de compota o mermelada que proviene de la tradición dulcera sefardí y que marida a la perfección con un buen queso manchego.
Ingredientes:
- Membrillos maduros
- Azúcar (en proporción similar al peso de la fruta)
- Agua
- Especias al gusto (canela, clavo, etc.)
- Pieles de cítricos (opcional)
Preparación:
- Pelar y cortar los membrillos en gajos, eliminando las partes dañadas.
- Colocar los gajos en una cazuela esmaltada junto con el azúcar y añadir agua hasta cubrirlos.
- Agregar las especias y un hatillo con pieles de cítricos si se desea.
- Llevar a ebullición con la cazuela bien tapada.
- Cocer a fuego lento hasta que los membrillos estén tiernos. El tiempo dependerá del grado de madurez de la fruta.
- Destapar la cazuela y continuar la cocción a fuego bajo hasta que el almíbar se reduzca y adquiera un característico color rojizo, similar al de la carne de membrillo.
Lo fascinante de esta preparación es la transformación que sufre el membrillo durante la cocción. El sorprendente color rojo que adquiere procede de las proantocianidinas incoloras presentes en el membrillo crudo, que al calentarse en presencia de aire y ácido se transforman en antocianinas, los mismos pigmentos vegetales que dan color a berenjenas y frutas rojas.
A diferencia del dulce de membrillo tradicional, el letuario mantiene trozos de fruta reconocibles, creando una textura más similar a una compota que a una pasta homogénea. El resultado es una delicia aromática que combina a la perfección con quesos curados, especialmente con un buen manchego.
Otras preparaciones con membrillo
Además del dulce tradicional y el letuario, existen otras formas de disfrutar de este fruto:
- Dulce de membrillo casero con vino blanco y canela: Una variante aromática donde el vino aporta un sabor especial.
- Mermeladas y compotas: Perfectas para untar en tostadas o acompañar yogures.
- Membrillo escarchado: Una forma de consumirlo casi crudo, preparándolo para que el azúcar cristalice.
- Membrillo asado: Una preparación más sencilla que realza su sabor natural.
- Complemento en pasteles de manzana: Añadido en pequeñas cantidades para potenciar el sabor.
- Vino de membrillo: Popular en países como Alemania y Polonia.
En Canarias tienen una forma particular de suavizar su sabor: sumergen el membrillo previamente en agua de mar, consiguiendo que resulte más agradable al paladar.
Un tesoro gastronómico por redescubrir
El Cydonia oblonga, nuestro querido membrillero, es un árbol con una historia tan rica como el sabor de sus frutos. A pesar de ser uno de los frutales más antiguos cultivados por el ser humano, sigue siendo uno de los menos conocidos por su nombre real.
Sin embargo, su fruto ha formado parte de nuestra cultura gastronómica durante siglos, adaptándose a diferentes tradiciones culinarias y conquistando paladares en todo el mundo. Desde el tradicional dulce de membrillo español hasta la pastafrola argentina, pasando por el letuario sefardí o el vino de membrillo centroeuropeo, este humilde fruto demuestra que, a veces, las apariencias engañan.
Duro y áspero en su estado natural, el membrillo se transforma con el calor y el azúcar en una de las delicias más aromáticas y versátiles de nuestra gastronomía. Una prueba más de que, en la cocina, como en la vida, la paciencia y el conocimiento pueden transformar lo aparentemente simple en algo extraordinario.
La próxima vez que disfrutéis de un trozo de dulce de membrillo con queso o probéis un letuario casero, recordad que estáis saboreando el fruto de un árbol milenario, el Cydonia oblonga, que ha viajado desde las montañas del Cáucaso hasta nuestros huertos y mesas para deleitarnos con su aroma y sabor únicos.
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