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El «Hach», una de las mayores convocatorias religiosas del mundo, debería ser un tiempo de reflexión y espiritualidad para los millones de musulmanes que se congregan en La Meca. Sin embargo, este año, la peregrinación se vio empañada por la muerte de cientos de personas debido al calor extremo y a la aparente falta de preparación y respuesta adecuada por parte de las autoridades sauditas.
La peregrinación de este año, finalizada oficialmente el 19 de junio, cobró la vida de al menos mil personas, muchas de ellas víctimas del calor abrasador que alcanzó los 50ºC.
Las autoridades sauditas no han ofrecido una respuesta oficial sobre las muertes ni sobre las críticas que se han levantado contra los organizadores. En cambio, las autoridades destacaron el supuesto éxito de sus planes de salud para el hach de este año, afirmando que la temporada estuvo libre de brotes o amenazas a la salud pública.
Es innegable que el calor extremo en Arabia Saudita es un desafío formidable, con temperaturas alcanzando hasta 51,8ºC a la sombra. A pesar de las advertencias del Ministerio de Salud saudita para evitar la exposición al calor y mantenerse hidratados, muchos peregrinos sucumbieron al estrés por calor y la insolación. El testimonio de Aisha Idris, una peregrina nigeriana, revela la crudeza de la experiencia: “Sólo por la misericordia de Dios sobreviví, porque hacía un calor increíble”. Aisha describe cómo se vio obligada a refugiarse en la abrasadora azotea de la Kaaba y a usar agua de Zam Zam para refrescarse constantemente.
La muerte de Naim, una peregrina que sucumbió a un golpe de calor, es un recordatorio doloroso de las consecuencias trágicas de la falta de preparación y apoyo adecuados. Su hijo relata la angustia de perder contacto con su madre y la desesperada búsqueda que terminó en la noticia de su fallecimiento.
El calor no es una novedad en el hach; las muertes relacionadas con este fenómeno se remontan al siglo XV. Sin embargo, la crisis climática actual agrava estas condiciones.
Según Carl-Friedrich Schleussner, un científico especializado en estudios climáticos, el riesgo de sufrir un golpe de calor durante el hach podría aumentar cinco veces con un incremento de 1,5°C en la temperatura global.
Aun así, el calor extremo no es la única causa de estas muertes. La gestión deficiente por parte de las autoridades sauditas exacerbó las condiciones adversas. Muchos peregrinos reportaron falta de aire acondicionado, refrigeradores sin agua y hacinamiento en las tiendas. La caminata de 7 kilómetros bajo el sol abrasador, sin agua ni sombra, impuesta a algunos peregrinos debido a controles en las carreteras y la falta de transporte adecuado, es simplemente inhumana.
Los testimonios de peregrinos como Amina y Fauziah revelan una organización caótica y desprovista de compasión. Fauziah describe cómo muchos se desmayaron debido al hacinamiento y sobrecalentamiento en las tiendas, mientras que Amina narra cómo su compañero tuvo que esperar más de 25 minutos para recibir oxígeno, una espera desesperante y peligrosa en tales condiciones.
Las autoridades sauditas insisten en que proporcionaron servicios médicos adecuados, con 189 hospitales y más de 40.000 personas en equipos médicos. Sin embargo, los relatos de los peregrinos indican lo contrario. La falta de atención médica inmediata y adecuada es inexcusable y apunta a una grave falta de preparación y capacidad de respuesta.
El problema del «hach no oficial», donde peregrinos sin la documentación adecuada se infiltran en las zonas designadas, añade una capa más a esta tragedia. Las autoridades culpan a estos peregrinos del hacinamiento, pero esto no puede ser una excusa para la falta de preparación y gestión adecuada por parte de quienes organizan uno de los eventos más grandes del mundo.
La peregrinación a La Meca es un viaje sagrado y único en la vida para millones de musulmanes. No debería ser una sentencia de muerte por falta de gestión adecuada. Las autoridades sauditas deben asumir la responsabilidad y tomar medidas significativas para garantizar la seguridad y el bienestar de todos los peregrinos. La muerte de cientos de personas no puede ser ignorada ni minimizada, y se deben realizar cambios urgentes para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir en el futuro.
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