Este miércoles, 18 de junio de 2025, Teherán amanece entre escombros y columnas de humo tras una serie de bombardeos israelíes que han tenido como blanco los cuarteles centrales de la Policía del régimen iraní y otros puntos estratégicos en la capital.
La operación, una de las más audaces y profundas ejecutadas por Israel en territorio iraní, representa un salto cualitativo en el conflicto abierto entre ambos países y tiene consecuencias imprevisibles tanto para la región como para la seguridad internacional.
La operaciñón se ha ejecutado con aviones, misiles y los temibles drones Elbit Hermes 900.
El golpe a la Policía iraní: el corazón del régimen, bajo ataque
En la tarde del domingo, una sucesión de explosiones estremeció varias zonas residenciales y estratégicas de Teherán. Los sistemas antiaéreos intentaron repeler los proyectiles y drones israelíes, pero no evitaron que el cuartel general de la Policía capitalina quedara seriamente dañado. Las imágenes muestran un edificio semidestruido y escenas de caos en las calles cercanas. Este ataque ha dejado decenas de víctimas, incluidos civiles, según las primeras estimaciones oficiales.
La ofensiva, según declaró el ministro de Defensa israelí Israel Katz, no solo pretendía debilitar la capacidad operativa del régimen, sino golpear lo que considera “la principal arma de opresión de la dictadura”. Katz aseguró que las Fuerzas de Defensa destruyeron las oficinas del organismo de seguridad interna iraní, subrayando que se trataba de un mensaje inequívoco dirigido a los líderes del país persa.
Objetivo: desarticular la cúpula militar y científica
La operación fue parte de una campaña más amplia que ha incluido el ataque simultáneo a más de cien objetivos militares y nucleares en distintas regiones iraníes. En estas acciones participaron más de 200 aviones de combate israelíes y se emplearon más de 330 municiones inteligentes.
Uno de los logros más significativos reportados por Israel fue la eliminación de varios altos mandos del aparato militar y científico iraní. Entre los fallecidos figuran nombres tan relevantes como Mohammad Bagheri (jefe del Estado Mayor), Hossein Salami (comandante en jefe del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica) y Ghulam Ali Rashid (comandante del cuartel general Khatam al-Anbiya). También han muerto al menos nueve científicos vinculados al programa nuclear iraní.
La estrategia israelí ha contado con operaciones encubiertas previas —incluida una campaña deliberada para despistar al liderazgo iraní— y una ejecución precisa dirigida a desestructurar tanto la cadena de mando militar como los equipos científicos responsables del desarrollo atómico.
Reacciones en Irán y clima social
El impacto psicológico sobre la población es visible. A pesar del llamamiento a la calma realizado por portavoces oficiales, el temor se extiende por Teherán ante el riesgo de nuevos bombardeos o una escalada aún mayor. Centros médicos y servicios públicos funcionan bajo restricciones, con parte del personal trabajando a distancia por motivos de seguridad.
En paralelo, el régimen ha reforzado su discurso nacionalista. La televisión estatal emite proclamas en las que insta a “abandonar los territorios ocupados” como única vía para salvar vidas, mientras se anuncian detenciones —como la reciente captura de dos supuestos agentes del Mossad a las afueras de la capital— para reforzar el mensaje interno sobre la amenaza exterior.
El Mossad: infiltración e inteligencia letal
La acción militar ha estado acompañada por operaciones encubiertas del servicio secreto israelí Mossad, que habría jugado un papel crucial en localizar e identificar blancos clave dentro del aparato militar y nuclear iraní. El descabezamiento simultáneo de líderes militares y científicos sugiere una coordinación precisa entre inteligencia y fuerzas armadas.
Según medios estatales iraníes, se han detenido a individuos presuntamente vinculados al Mossad en las inmediaciones de Teherán, lo que alimenta aún más la tensión interna y el relato oficial sobre infiltración extranjera.
Contexto internacional: ¿hacia dónde va el conflicto?
El ataque masivo sobre Teherán representa un punto crítico en un ciclo escalatorio iniciado tras meses —y años—de hostilidades indirectas entre Israel e Irán. La ofensiva israelí responde tanto al temor por el avance nuclear iraní como a una estrategia más amplia para cambiar el equilibrio regional.
A pesar del éxito táctico israelí, existen dudas sobre su capacidad para destruir por completo infraestructuras nucleares clave como Fordow —protegidas bajo montaña— sin apoyo estadounidense directo. Esto sugiere que Israel busca presionar a sus aliados para implicarlos aún más en su estrategia regional.
Mientras tanto, las consecuencias humanitarias son graves. La mayoría de las víctimas civiles son mujeres y niños afectados por bombardeos en zonas densamente pobladas. Las autoridades sanitarias iraníes reconocen decenas de muertos y heridos sin ofrecer cifras definitivas.
Perspectivas: entre represalia y disuasión
El futuro inmediato depende ahora tanto de la respuesta iraní como del margen que Israel esté dispuesto a recorrer antes de implicar directamente a otras potencias. La eliminación sistemática de altos mandos podría ralentizar —pero no detener— los programas militares o nucleares iraníes. Sin embargo, este tipo de acciones incrementan el riesgo de una escalada mayor.
Por otro lado, Israel busca enviar un mensaje contundente no solo a Teherán sino también a otros actores regionales: está dispuesto a asumir riesgos considerables para frenar lo que percibe como una amenaza existencial.
En este contexto volátil, cualquier error de cálculo podría desembocar en una guerra abierta. Por ahora, lo único seguro es que Oriente Medio enfrenta una nueva etapa marcada por ataques quirúrgicos, operaciones encubiertas e incertidumbre creciente sobre el futuro político y militar tanto en Irán como en Israel.
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