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Este domingo, 22 de junio de 2025, la tensión entre Irán e Israel ha alcanzado un nuevo pico tras la muerte de Saeed Izadi, comandante de la Fuerza Quds y principal enlace militar entre Teherán y Hamás.
El ataque, ejecutado en Qom, cerca de Teherán, no solo supone un duro golpe para la cúpula militar iraní, sino que confirma el regreso de los atentados selectivos como herramienta central en la política de seguridad israelí.
La operación, atribuida a las Fuerzas de Defensa de Israel pero marcada por el inconfundible sello del Mossad, evidencia hasta qué punto se han difuminado las fronteras entre guerra abierta y operaciones encubiertas.
Una muerte clave en el tablero regional
La eliminación de Izadi no es una acción aislada. Según el ejército israelí, su papel era fundamental como responsable directo de coordinar el flujo financiero y militar desde Irán hacia Hamás y la Yihad Islámica, además de dirigir operaciones desde Líbano y reconstruir la infraestructura armada tras los conflictos previos. Este operativo quirúrgico, llevado a cabo contra su apartamento en Qom, representa tanto un mensaje directo a Teherán como una advertencia a sus aliados regionales: ningún dirigente está a salvo.
Las autoridades israelíes han subrayado que Izadi fue uno de los principales arquitectos del ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel, lo que le convertía en objetivo prioritario. Su eliminación busca interrumpir la capacidad operativa y financiera de Hamás, debilitando su estructura jerárquica y su conexión con Irán.
El Mossad y la doctrina del atentado selectivo
Detrás del impacto mediático y militar del ataque está la mano experimentada del Mossad, la agencia de inteligencia israelí. Desde hace décadas, el Mossad ha perfeccionado la técnica del asesinato selectivo como instrumento para neutralizar amenazas existenciales o estratégicas. La operación que acabó con Izadi sigue este patrón: inteligencia precisa, infiltración previa y ejecución quirúrgica dentro del propio territorio enemigo.
En las últimas semanas, Israel ha intensificado sus operaciones encubiertas dentro de Irán, incluyendo ataques contra instalaciones nucleares y centros militares críticos. El Mossad ha sido clave para garantizar el éxito operativo gracias a infiltraciones y sabotajes previos que han permitido atacar con precisión objetivos muy protegidos. Este tipo de acciones buscan minar tanto las capacidades materiales como el capital simbólico de los adversarios.
Características comunes en los atentados selectivos:
- Identificación exhaustiva del objetivo mediante inteligencia humana y tecnológica.
- Infiltración o presencia operativa previa en territorio enemigo.
- Coordinación entre fuerzas especiales y servicios secretos.
- Comunicación inmediata para maximizar el efecto disuasorio.
No es casualidad que el Mossad haya multiplicado sus acciones en territorio iraní justo cuando Teherán acelera su programa nuclear y refuerza el apoyo logístico a milicias como Hezbolá, Hamás o los hutíes. El mensaje es claro: Israel puede golpear donde quiera y cuando quiera.
Reacciones inmediatas y consecuencias
La respuesta iraní no se ha hecho esperar. Tras confirmar la muerte de Izadi, Irán lanzó misiles y drones hacia territorio israelí en una represalia limitada que causó daños materiales pero no víctimas mortales. Esta dinámica de acción-reacción parece consolidarse como el nuevo estándar entre ambos países: ataques selectivos seguidos por represalias controladas que evitan —por ahora— una guerra abierta a gran escala.
Mientras tanto, las fuerzas israelíes han intensificado también los bombardeos sobre infraestructuras militares e incluso nucleares en Irán —como ocurrió recientemente en Isfahán— con el objetivo declarado de retrasar el avance nuclear iraní al menos dos o tres años más. En paralelo, figuras políticas internacionales han reaccionado alineándose o condenando estos hechos según sus intereses estratégicos.
La evolución esperada: ¿hacia una nueva era de guerra encubierta?
El asesinato selectivo de Saeed Izadi abre una nueva etapa en el conflicto regional. Se refuerza la tendencia hacia operaciones encubiertas cada vez más sofisticadas y profundas dentro del territorio enemigo. El Mossad ha demostrado su capacidad para operar con total autonomía y precisión lejos de sus fronteras, lo que incrementa la inseguridad entre los altos mandos iraníes.
A corto plazo:
- Es probable que Irán busque nuevas fórmulas para proteger a sus cuadros directivos clave.
- Aumentarán las represalias indirectas mediante milicias aliadas en Líbano, Siria o Gaza.
- Los servicios secretos regionales redoblarán sus esfuerzos en contrainteligencia.
A medio plazo:
- El equilibrio estratégico dependerá cada vez más del éxito o fracaso de estas operaciones puntuales.
- La proliferación nuclear seguirá siendo un detonante potencialmente explosivo.
Mientras tanto, para muchos analistas internacionales este escenario confirma un cambio estructural: Oriente Medio se mueve hacia una guerra “en la sombra” donde los atentados selectivos —como el perpetrado contra Izadi— son tanto herramientas tácticas como mensajes estratégicos.
En definitiva, la muerte del coordinador militar iraní con Hamás no solo afecta al día a día del conflicto palestino-israelí; marca también una nueva fase en la rivalidad entre Irán e Israel donde las operaciones encubiertas se convierten en arma preferente. La pregunta ya no es si volverá a producirse un ataque similar, sino cuándo será el próximo objetivo.
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