Donald Trump realizará una visita de Estado al Reino Unido por invitación del rey Carlos III

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizará una visita de Estado al Reino Unido del 17 al 19 de septiembre, acompañado por la primera dama, Melania Trump. Así lo anunció este lunes el palacio de Buckingham, confirmando que el viaje se hará por invitación del rey Carlos III, quien ofrecerá un banquete oficial en el castillo de Windsor.

Se trata del segundo viaje oficial de Trump al Reino Unido como jefe de Estado. La primera visita se produjo en 2019, cuando fue recibido por la reina Isabel II. En esta ocasión, el gesto del monarca británico llega poco después del inicio del segundo mandato de Trump, en un contexto internacional de alta tensión y con una nueva configuración política en Londres bajo el liderazgo del primer ministro laborista Keir Starmer.

Una carta y un nuevo entendimiento

La invitación formal fue transmitida por Starmer durante su reciente viaje a Washington, donde mantuvo su primer encuentro oficial con el presidente estadounidense. Según fuentes diplomáticas citadas por The Times, el primer ministro británico llevó consigo una carta firmada por el rey, en la que se expresaba el deseo de estrechar los lazos entre ambas naciones.

“La relación entre el Reino Unido y Estados Unidos es esencial para la estabilidad global. Este viaje representa una oportunidad de reafirmar nuestros valores compartidos y nuestra cooperación en áreas clave”, declaró un portavoz de Downing Street tras conocerse la noticia.

Por su parte, un alto funcionario del Departamento de Estado estadounidense, bajo condición de anonimato, aseguró que la administración Trump “valora enormemente el papel del Reino Unido como socio estratégico, especialmente en materia de defensa, comercio y seguridad energética”.

Comercio y geopolítica: el nuevo eje de la relación

Más allá del protocolo, la visita de Trump se inscribe en una etapa de acercamiento pragmático entre las dos potencias. Ambos gobiernos anunciaron recientemente un acuerdo comercial que contempla la reducción de aranceles estadounidenses sobre productos británicos como automóviles, acero y aluminio, a cambio de un mayor acceso para exportaciones agrícolas estadounidenses, incluyendo carne de res y etanol.

El acuerdo ha sido interpretado como un gesto mutuo de buena voluntad, pero también como una señal clara de que Londres y Washington buscan apoyarse mutuamente en un mundo cada vez más polarizado. El Reino Unido, aún en proceso de redefinirse tras el Brexit, necesita alianzas económicas sólidas; Estados Unidos, en su estrategia de “reindustrialización nacional” impulsada por Trump, requiere socios estables fuera del eje euroasiático.

“La alianza angloamericana ha sobrevivido guerras, crisis y cambios de gobierno. Lo interesante ahora es ver cómo se adapta a liderazgos tan diferentes como el de Starmer y Trump, quienes, a pesar de sus diferencias ideológicas, parecen haber encontrado un terreno común en la diplomacia económica”, comentó a The Guardian la profesora Amanda Sloat, experta en relaciones transatlánticas del Brookings Institution.

Reacciones políticas y desafíos

En el Reino Unido, la confirmación del viaje ha generado reacciones diversas. Mientras figuras conservadoras como el ex primer ministro Rishi Sunak saludaron la visita como “una reafirmación del vínculo especial con Estados Unidos”, sectores del ala izquierda laborista han expresado críticas por el tono conciliador hacia Trump, cuyas posturas políticas siguen generando polémica internacional.

“Recibir con todos los honores a un presidente que ha socavado instituciones democráticas en su propio país envía un mensaje equivocado”, escribió en redes sociales la diputada laborista Zarah Sultana.

En Estados Unidos, la visita es vista como parte del esfuerzo de Trump por reposicionar a su país como líder global tras años de tensiones con socios europeos y de creciente competencia con China.

Un viaje con fuerte carga simbólica

Aunque aún no se han detallado las actividades oficiales del viaje, se espera que Trump mantenga encuentros con altos funcionarios británicos, pronuncie discursos públicos y participe en actos protocolarios diseñados para reforzar la imagen de una alianza sólida y renovada.

La presencia de Trump en Londres también será observada con atención por los aliados de la OTAN y por Bruselas, en momentos en que Europa busca reafirmar su autonomía estratégica y donde el liderazgo estadounidense sigue generando divisiones.

“La imagen de Trump y Starmer hombro a hombro en Windsor puede parecer improbable, pero encierra un mensaje potente: más allá de las diferencias políticas, las relaciones entre Estados y la geopolítica mandan”, concluye el analista británico Gideon Rachman, del Financial Times.