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Polémica por una carta atribuida a Trump en el caso Epstein

Crisis en Washington: la carta de cumpleaños a Epstein con la supuesta firma de Trump desata una tormenta

La supuesta carta de cumpleaños de Trump a Epstein, con un dibujo explícito, sacude la Casa Blanca y reabre el debate sobre la transparencia de los archivos del caso

Periodista Digital 18 Jul 2025 - 09:44 CET
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En Washington, la política vuelve a girar en torno al escándalo. Una información publicada por el Wall Street Journal asegura que Donald Trump firmó una carta de cumpleaños dirigida a Jeffrey Epstein en 2003, acompañada de un dibujo explícito de una mujer desnuda.

La noticia ha generado una reacción en cadena: desmentidos furibundos, amenazas de demanda, órdenes para liberar documentos y nuevas fricciones en el seno del Gobierno estadounidense.

El caso Epstein sigue siendo una fuente inagotable de controversias. Ahora, el foco está en una supuesta felicitación “subida de tono” que habría formado parte de un álbum elaborado por Ghislaine Maxwell para el 50 cumpleaños del financiero caído en desgracia.

El periódico asegura haber visto la carta y describe frases como “que cada día sea otro maravilloso secreto”, con un texto mecanografiado bajo un dibujo erótico y la firma manuscrita de Trump.

Sin embargo, el presidente niega tajantemente cualquier implicación: “Esto no es mío. Es falso. Nunca he dibujado nada en mi vida y mucho menos algo así”, afirmó a varios medios estadounidenses.

Además, arremetió contra el propio diario y su propietario, Rupert Murdoch, advirtiendo que emprenderá acciones legales si no se retractan de lo publicado.

Según Trump y su equipo, ni siquiera han podido ver el documento original, ya que el Wall Street Journal no lo habría puesto a su disposición antes de publicar la exclusiva.

La presión mediática y política crece

La publicación del artículo ha supuesto un terremoto político. De inmediato, altos cargos y aliados del presidente salieron a defenderlo. El vicepresidente JD Vance calificó la historia como “absolutamente falsa” y criticó duramente al periódico por difundirla sin pruebas concluyentes. En redes sociales, figuras conservadoras han insistido en que nadie que realmente conozca a Trump podría creer que redactó tal misiva.

Pero el impacto no se limita al círculo cercano del presidente. El asunto ha revivido viejos reclamos sobre la transparencia del Gobierno respecto al caso Epstein. En las últimas semanas, sectores afines al trumpismo han presionado para que se publiquen todos los archivos relacionados con las investigaciones sobre Epstein y sus presuntos clientes. El propio Trump había prometido “máxima transparencia”, pero las sucesivas negativas o retrasos han generado descontento entre sus bases más leales.

Órdenes presidenciales y despidos: maniobras para contener el escándalo

En respuesta al escándalo mediático, Trump ordenó este jueves a la fiscal general Pam Bondi que produzca y libere todos los testimonios relevantes ante el gran jurado sobre el caso Epstein, siempre bajo supervisión judicial. La decisión busca demostrar voluntad de claridad frente a las acusaciones de opacidad o encubrimiento. Sin embargo, este movimiento llega tras semanas de titubeos e incluso tras el despido fulminante de la fiscal federal previamente encargada del caso.

Estas maniobras reflejan hasta qué punto la gestión gubernamental del legado Epstein se ha convertido en un campo minado. En menos de un mes, Bondi pasó de prometer “la mayor transparencia” posible —llegando a repartir carpetas con documentos preliminares entre simpatizantes conservadores— a negarse a responder preguntas sobre los archivos o su relación con altos cargos del FBI implicados en la investigación.

Por si fuera poco, la decisión de Bondi de echarse atrás respecto a la desclasificación total ha abierto una grieta visible entre el núcleo duro del trumpismo y sectores radicales que exigen saberlo todo sobre las conexiones políticas y económicas del entorno Epstein.

Una tormenta perfecta: demandas cruzadas y teorías conspirativas

La situación política se complica aún más por las amenazas explícitas del presidente contra Murdoch y el Wall Street Journal. Trump insiste en que todo es una maniobra orquestada para dañarle políticamente justo cuando algunos sectores republicanos le acusan de no haber ido lo suficientemente lejos contra los poderosos vinculados al financiero fallecido. La teoría conspirativa —alentada durante años tanto por miembros como por detractores del Gobierno— apunta a que existen listas secretas o pruebas comprometedoras nunca reveladas.

El Departamento de Justicia anunció recientemente que daba por cerrada la investigación federal sobre Epstein y negó tener pruebas sobre listas ocultas o clientes VIP susceptibles de ser chantajeados. Esta postura ha enfurecido aún más a quienes creen que hay mucho todavía por descubrir.

Mientras tanto, encuestas recientes muestran que siete de cada diez estadounidenses piensan que su Gobierno oculta información relevante sobre los clientes o cómplices de Epstein. Este dato revela hasta qué punto la desconfianza hacia las instituciones se ha enquistado en amplios sectores sociales.

El trasfondo: relaciones personales y pasado compartido

Conviene recordar que Trump y Epstein mantuvieron durante años una relación social conocida públicamente. Aunque después el presidente minimizó sus vínculos con él —sobre todo tras su primera detención en 2006—, ambos compartieron fiestas y círculos exclusivos en Florida y Nueva York. Este pasado común alimenta inevitablemente las suspicacias cada vez que surge información comprometedora relacionada con ambos.

El escándalo actual también pone bajo los focos a figuras como Ghislaine Maxwell —condenada por tráfico sexual— y reaviva el debate sobre hasta qué punto se protegió institucionalmente a Epstein durante décadas.

¿Qué puede pasar ahora?

La Casa Blanca busca controlar daños acelerando la publicación parcial —y filtrada— de documentos judiciales relacionados con Epstein. Pero esta estrategia apenas apaga fuegos: tanto los adversarios políticos como parte del electorado trumpista exigen explicaciones más contundentes.

Las amenazas legales contra Murdoch anticipan un largo pulso judicial-mediático cuyo desenlace aún es incierto. Entretanto:

La historia demuestra que cada revelación o rumor relacionado con Trump y Epstein reaviva fantasmas políticos difíciles de conjurar. Hoy más que nunca, Washington es un escenario donde realidad, sospecha e interés partidista se entremezclan sin remedio.

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