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¿Qué viene ahora tras el alto el fuego, la liberación de los rehenes y la firma del acuerdo impuesto por Trump en Gaza?

Mario Lima 14 Oct 2025 - 07:27 CET
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El silencio en Gaza, tras el alto el fuego firmado ayer, no implica necesariamente el final de la guerra.

Este acuerdo, logrado tras meses de arduas negociaciones mediadas por Donald Trump y naciones influyentes en la región, abre una puerta delicada hacia la estabilidad.

Sin embargo, la puesta en práctica del plan de 20 puntos que sustenta este pacto está envuelta en incertidumbres y tensiones subyacentes.

Aunque ha logrado frenar la violencia inmediata, no asegura una paz duradera.

El alto el fuego en Gaza, impuesto por Trump, marca un punto de inflexión en un conflicto que ha dejado profundas cicatrices en la región.

Este pacto, alcanzado tras intensas negociaciones mediadas por actores internacionales, promete un cese temporal de las hostilidades, pero ¿será suficiente para garantizar una paz duradera?

Las partes involucradas, incluida la comunidad internacional, enfrentan ahora el desafío de implementar medidas concretas que no solo mantengan la calma, sino que aborden las causas estructurales del conflicto.

La reconstrucción de infraestructuras devastadas, la garantía de acceso humanitario y la contención de tensiones políticas serán clave en los próximos meses.

Sin embargo, la desconfianza mutua entre las partes sigue siendo un obstáculo formidable, y cualquier violación del acuerdo podría desencadenar una nueva escalada.

Clave será el desarme de los terroristas de Hamas.

Por otro lado, la población gazatí, agotada por años de enfrentamientos y bloqueos, espera con cautela los resultados de este acuerdo. La comunidad internacional, desde la ONU hasta las ONG, juega un rol crucial en la supervisión del cumplimiento de los términos acordados y en la movilización de recursos para la recuperación.

No obstante, las divisiones internas en Gaza y las posturas inflexibles de algunos actores externos complican el panorama.

Los puntos críticos del plan y los retos que quedan

A pesar de ser un paso significativo, varios elementos del plan permanecen sin aclarar o generan desconfianza entre las partes involucradas:

Estos asuntos sin resolver son parte del motivo por el cual analistas y diplomáticos observan este proceso con cierto escepticismo. El alto el fuego es frágil y depende en gran medida de la voluntad política de actores con intereses diversos. Mientras tanto, los habitantes de Gaza continúan atrapados entre la esperanza de una tregua sostenible y el temor a una nueva escalada.

Antecedentes inmediatos: De la escalada al diálogo

La crisis actual se desencadenó tras los ataques del 7 de octubre de 2023, lo que llevó a una ofensiva militar israelí sin precedentes en Gaza.

Meses marcados por bombardeos intensos, un bloqueo humanitario severo y movilizaciones regionales llevaron a una situación límite en términos humanitarios. Los intentos anteriores por negociar fracasaron debido a la desconfianza mutua y a la ausencia de un mediador con suficiente influencia sobre ambas partes.

La intervención directa de Trump, junto al apoyo de Egipto, Qatar y Turquía, significó un cambio crucial en este contexto. Estos países tienen capacidad para presionar sobre Hamas y pueden ofrecer garantías al Estado israelí.

El plan presentado en Nueva York durante la Asamblea General de la ONU incluye demandas centrales israelíes —como seguridad y retorno de rehenes— pero también abre espacio para concesiones palestinas —amnistía y reconstrucción— bajo ciertas condiciones.

 

Escenarios posibles tras el alto el fuego

El desarrollo inmediato dependerá de varios factores:

Si alguno de estos elementos falla —como si Hamas se niega a desarmarse o Israel vuelve a atacar tras algún incidente— el acuerdo podría desmoronarse rápidamente. Por ahora, lo prioritario es impedir una nueva escalada mientras se discuten los detalles pendientes.

Contexto global: Gaza en el tablero internacional

El conflicto entre palestinos e israelíes sigue siendo un termómetro sobre las tensiones existentes en Oriente Medio. La firma del alto el fuego coincide con un aumento en las operaciones israelíes contra milicias respaldadas por Irán en Yemen; esto refleja cómo la estabilidad regional continúa siendo frágil. Aunque Trump ha logrado crear un respiro diplomático momentáneo, su capacidad para forjar una solución definitiva es limitada.

En resumen, el alto el fuego en Gaza representa una oportunidad real —aunque delicada— para avanzar hacia una paz más permanente. El éxito no solo depende del cumplimiento técnico del acuerdo mismo; también requiere voluntad política para abordar las causas subyacentes del conflicto. Mientras tanto, millones de gazatíes esperan entre esperanzas fundamentadas e inquietudes: saben que treguas anteriores han sido efímeras y que esta vez tampoco hay garantías absolutas.

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