Esta vez, Bukele ha anunciado la implementación de mercados móviles para frenar el aumento de precios de los alimentos. Es un movimiento que sigue su estrategia de golpes de efecto, similar a su “guerra contra las pandillas” que dominó su primer mandato.
Este programa, supervisado por el Ministerio de Agricultura (MAG), promete eliminar intermediarios y fomentar ventas directas de productores e importadores. Bukele, siempre activo en las redes sociales, proclamó que los agromercados del MAG estarán abiertos todos los días, asegurando «compra a precios justos». La promesa suena bien: acercar a productores y consumidores, reducir costos y evitar abusos. Sin embargo, la realidad podría ser más compleja.
La consigna “¡Tu dinero alcanza en los Mercados A Precios Justos!” es llamativa y recuerda el eslogan de campaña de Bukele: “El dinero alcanza cuando nadie roba”. La estrategia de marketing es innegable, pero ¿realmente se traducirá en un alivio económico para los salvadoreños?
Las inspecciones en cadenas de supermercados, ordenadas por Bukele, tienen un aire de populismo. Presentar a los empresarios como «mafias» es una táctica que busca ganarse el favor popular, pero que podría alienar a sectores importantes de la economía. Compartir imágenes de precios y promociones en redes sociales es una medida más mediática que efectiva, una manera de mostrar acción sin garantizar resultados sostenibles.
En sus declaraciones, Bukele comparó su llamado a los comerciantes con el que hizo a los pandilleros en 2019, antes de lanzar su ofensiva contra ellos en 2022. Esta retórica beligerante puede ser eficaz en términos de comunicación política, pero ¿es realmente el mejor enfoque para tratar con el sector empresarial?
Las exigencias del gobierno a los establecimientos para que expliquen el aumento de precios de 68 productos básicos en diez días, junto con la investigación sobre otros productos esenciales, parecen medidas reactivas más que soluciones estructurales. La promesa de Bukele de derrotar a las pandillas mediante un régimen de excepción ha sido cuestionada por organismos de derechos humanos, y su «medicina amarga» para la economía podría seguir el mismo camino de controversia.
El Salvador enfrenta una situación económica crítica, con una pobreza extrema en aumento. En 2019, afectaba al 5,6% de la población; en 2023, la cifra ascendió al 8,77%. Además, una de cada tres personas vive en pobreza. Estas cifras no se resolverán con medidas paliativas y espectáculos mediáticos. Se necesitan políticas económicas coherentes y sostenibles.
Bukele es hábil en captar la atención y manejar la narrativa a su favor. Sin embargo, el verdadero desafío está en pasar de los anuncios grandilocuentes a las acciones efectivas que realmente mejoren la vida de los salvadoreños. La implementación de mercados móviles es una idea interesante, pero su éxito dependerá de la ejecución y de una política económica integral que vaya más allá de los titulares.
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