(PD/Agencias).- «Más estrellas que en el firmamento» era el eslogna del estudio Metro-Goldwyn-Mayer. Y no era del todo falso pues la major reunía a gran parte del star-system de Hollywood, como Elisabeth Taylor, Marlon Brando, Clark Gable, Greta Garbo, Gene Kelly, Frank Sinatra, Katherine Hepburn, John Wayne o Joan Crawford.
El libro MGM: más estrellas que en el firmamento, del español Jaime Willis, editado T&B, es una mirada interior al imperio del celuloide que dirigió el legendario Louis B. Mayer y a las 25.000 personas que trabajaron para ellos, desde productores como Irving Thalberg, David O. Selznick o Arthur Freed a directores como King Vidor, Victor Fleming o Vincente Minnelli.
Metro-Goldwyn-Mayer entró en la historia del cine en 1924 cuando Metro Pictures se fusionó con Goldwyn Pictures y Louis B. Mayer Productions, y desde entonces sólo contrataron a figuras de primerísima línea, creando clásicos del cine como Lo que el viento se llevó, Cantando bajo la lluvia, Ben-Hur o El mago de Oz.
De esa fusión surgieron uniones de las que el público se ha enamorado año tras año, como Vivian Leigh y Clark Gable, Spencer Tracy y Katharine Hepburn, incluso la mona chita y Tarzan, o Tom y Jerry, y, así la MGM, en plena crisis de la bolsa de Wall Street, obtenía la cifra de 12 millones de dólares en beneficios netos durante una sola temporada.
Por esta fábrica de estrellas pasaron grandes como Greta Garbo, que representaba la quintaesencia del «Star-System » y tenía el contrato más privilegiado y exclusivo de la historia del cine, que le permitía recibir 100 veces más dinero que cualquier otra actriz -un cuarto de millón de dólares- y poder elegir el papel que quisiera.
En otras ocasiones, los estudios no confiaban del todo en sus estrellas y por ejemplo, el director Joseph Leo Mankiewicz preparó a conciencia el rodaje de la escena cumbre de Julio César, el soliloquio de Marco Antonio, pero sin poner muchas esperanzas en Marlon Brando y su capacidad para hacer teatro clásico, pero la toma se hizo sin cortes y su actuación se convirtió en una de las más aplaudidas del cine.
El canario Jaime Willis García-Talavera, doctor en Ciencias de la Información, relata también que durante el rodaje de El árbol de la vida, Montgomery Clift sufrió el accidente de automóvil que le transfiguró el rostro, y como fueron Elizabeth Taylor y Rock Hudson, con sus correspondientes parejas, Michael Wilding y Phyllis Gates, los primeros en socorrerle, incluso retirarle los dientes que había perdido y enfrentarse a los paparazzis de la época.
Se recuerda la inicial negativa de Clark Gable a aceptar los papeles de Rhett Butler en Lo que el viento se llevó y de Fletcher Christian en Rebelión a bordo, porque carecía de experiencia para representar personajes históricos y porque en el segundo caso el personaje le obligaba a afeitarse el bigote.
Otras de las cifras millonarias que se recogen en el libro es la de los 450.000 dólares que obtuvo Cary Grant por su trabajo en Con la muerte en los talones, de la que también obtuvo un 10% del beneficio bruto de la película a partir de los ocho millones de dólares, además de 5.000 dólares por día extra de rodaje. A pesar de estos sueldos, el galán tenía fama de tacaño y llegaba a cobrar 15 centavos por autógrafo.
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