Más información
Pregunto en el titular del sermón de hoy si tendrá el Rey que firmar una ley para que se le pueda injuriar gratis a él y a su familia.
La respuesta es evidente.
Si Sánchez y su cuadrilla de maleantes consigue sacar adelante el engendro de la ‘Ley Begoña’, que presentaron el otro día Bolaños y Urtasun, por supuesto que Felipe VI lo rubricará, como hizo hace tres meses con la amnistía a Puigdemont, tragando una a una las palabras del histórico discurso contra el golpismo del 3 de octubre de 2017, y con el indulto a los independentistas.
En descargo del Monarca hay que subrayar que se merienda esos sapos obligado por la Constitución, lo que no se puede decir de otros.
Aquí hemos tenido hace nada de vicepresidente del Gobierno a un tipo llamado Iglesias que aseguraba sentir arcadas cada vez que escuchaba la palabra ‘España’ y aludía al Himno Nacional como ‘cutre pachanga fachosa’.
Protegido, eso si, por una legión de sumisos guardias civiles, que emplumaban hasta a los que osaban irse de merienda-protesta a los alrededores de su lujosa mansión.
Y hemos sufrido a un ministro de Defensa, apellidado Bono, socialista contumaz y multimillonario sin haber pegado palo al agua, que en tiempos del inefable Zapatero, durante una visita oficial a EEUU y en unas jornadas sobre Terrorismo Internacional, afirmó tan fresco que prefería que le matasen a matar.
Imaginen por un instante el chute de moral experimentado por los militares bajo su mando o la cavilaciones de esos policías y agentes de la Benemérita que han jugado la vida contra ETA o la arriesgan a diario en operativos contra el narcotráfico y las mafias.
Y nadie, ni en la Prensa ni en las salas de banderas, dijo ni mus.
Hay miles de ejemplos del deshilachamiento de España, proceso en franca a aceleración y aparentemente imparable.
¿No se si saben que Boyé, letrado defensor de Puigdemont y del narco Sito Miñanco que se licenció en la cárcel donde estuvo 12 años condenado por participar en el secuestro de Emiliano Revilla, montaba ciclos sobre ‘derechos humanos’ bajo el paraguas del Colegio de Abogados.
Y cómo pagaba bien, acudían solicito a las sesiones colegas, fiscales y hasta jueces.
Por cierto que La Sexta de Ferreras también sacaba en pantalla al paisano, para que pontificase sobre la Gürtel y lo malos que eran los mangantes del PP.
No les voy a aburrir relatando en plan ‘Abuelo Cebolleta’ anécdotas de las tres décadas que anduve dando tumbos por el Planeta Tierra, cubriendo guerras y desastres provocados por loa estupidez humana, pero quiero reseñar que siempre me chocó la candidez de nuestros generales.
No sólo porque siempre te recibían subrayando lo demócratas que eran, la cantidad de galletas que repartían al día sus soldados o el número de vacunas que insertaban sus sanitarios, sino porque cuando sucedía un incidente bélico, del tipo mortero a sus instalaciones, en lugar de dejarte reportear ‘in situ’ y contarte de primera mano si habían intercambiado balazos con el enemigo, te remitían a la Oficina de Comunicación del Ministerio, que ahora se llama DECET, situada a 10.000 kiómteros de distancia.
Cumpliendo órdenes del ministro o ministra de turno.
Ordenes que debían incluir lo de dar libre acceso las viandas del comedor a los desaforados ‘pacifistas’ que les tildaban de ‘asesinos’, como vi yo que ocurría en Međugorje.
Por cierto que ahí, en el campamento que tenía el Ejército español desplegado en Bosnia-Herzegovina asistí en primer persona a un espectáculo dantesco.
No se bien el motivo, aunque sospecho que fue porque el viaje era gratis y se iba en un avión estafeta de las Fuerzas Armas, Pedrojota tuvo la ocurrencia de mandar a Međugorje a un indeseable de la sección nacional del periódico.
El tipo, cuyo nombre omito porque no se si sigue vivo, era un inútil de cuidado y ni siquiera fue capaz de conectar con la redacción para mandar su crónica, lo que impulsó a un bienintencionado teniente del equipo de prensa a ofrecerle el teléfono por satélite de su oficina.
Aprovechando el momento y viéndose sólo, el facineroso se puso a husmear en los papeles y encontró un documento sobre escuchas de radio a los milicianos serbios de las inmediaciones.
Y al día siguiente, con gran alborozo de Pedrojota que de esto no tiene ni pajolera idea, ‘El Mundo’ salió con una ‘exclusiva‘ denunciando el comportamiento ‘ilegal’ de las tropas españoles, que supuestamente habían violado su neutralidad.
Yo habría puesto en la puñetera calle, a la intemperie, al periodista miserable esa misma mañana, pero no: siguió disfrutando del rancho, del alojamiento y retornó gratis a Madrid en el avión estafeta.
Esta feo decirlo, pero si te pones a cuatro patas, corres el riesgo den que te den.
Más en Casa Real
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home