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Un capítulo olvidado de la Guerra Fría en el Caribe

¿Sabes qué ha pasado con la isla que Fidel Castro regaló a Alemania Oriental para que hiciera un ‘paraíso turístico comunista’?

Cayo Ernesto Thaelmann, de destino turístico socialista a paraje natural inexplorado

Paul Monzón 07 Dic 2024 - 09:43 CET
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En el verano de 1972, en plena Guerra Fría, Fidel Castro sorprendió al mundo con un gesto diplomático sin precedentes: regaló una isla cubana a la República Democrática Alemana (RDA).

Este insólito episodio, que pretendía crear un «destino turístico comunista» en el Caribe, ha quedado como una curiosa anécdota de la historia, con una isla que hoy permanece prácticamente olvidada y deshabitada.

El 18 de agosto de 1972, el noticiero de la televisión estatal de la RDA, Aktuelle Kamera, emitió un sorprendente reportaje sobre la ceremonia de transferencia de soberanía de Cayo Blanco del Sur, un pequeño islote de 7 km² ubicado en el Golfo de Cazones, al sur de Cuba. La isla fue rebautizada como Cayo Ernesto Thaelmann, en honor al líder comunista alemán fusilado por los nazis en 1944.

El origen del regalo

Todo comenzó durante una visita oficial de Castro a Berlín en junio de 1972. Invitado por Erich Honecker, entonces secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania, Castro decidió corresponder al regalo de un oso de peluche (símbolo de Berlín) con algo mucho más sustancial: una isla caribeña.

Según los relatos de la época, Castro desplegó un mapa de Cuba ante Honecker y señaló el pequeño cayo, explicando que estaba «en la Bahía de Cochinos, donde invadieron los imperialistas».

El líder cubano anunció que la isla sería renombrada en honor a Ernesto Thaelmann, «en memoria de un hijo ejemplar del pueblo alemán».

El ambicioso plan era convertir este territorio de 500 metros de ancho y 15 km de largo en un paraíso vacacional para los ciudadanos de Alemania Oriental.

Incluso se bautizó la pequeña playa del islote como «Playa RDA». Sin embargo, los problemas económicos de ambos países impidieron que el proyecto se materializara.

La realidad es que ningún ciudadano de la RDA pudo jamás disfrutar de unas vacaciones en este lejano paraíso caribeño. Como comentaba irónicamente un berlinés de la época: «¿Cómo vamos a llegar al Caribe si apenas nos dejan viajar a Hungría?».

El destino de la isla tras la caída del Muro

Tras la reunificación alemana en 1990, el Cayo Ernesto Thaelmann quedó en un limbo legal.

Alemania no reclamó el territorio, argumentando que el «regalo» había sido más un gesto simbólico que una concesión real.

Por su parte, Cuba tampoco hizo ningún movimiento para recuperar oficialmente la soberanía de la isla.

El único vestigio físico de este episodio histórico era un busto de Ernesto Thaelmann erigido en la isla.

Sin embargo, en 1998, el huracán Mitch azotó la zona y destruyó la estatua, borrando así el último recordatorio tangible de la efímera soberanía alemana.

La isla hoy: un paraíso natural inexplorado

Actualmente, el Cayo Ernesto Thaelmann (o Cayo Blanco del Sur, como se le conoce nuevamente) permanece prácticamente intacto y deshabitado. La falta de desarrollo turístico ha permitido que la isla conserve su biodiversidad única:

Aunque oficialmente la isla sigue siendo parte del territorio cubano, su estatus legal exacto es algo nebuloso debido a la falta de una declaración formal que revierta la cesión de 1972.

Curiosidades

  1. La isla mide aproximadamente 15 km de largo por 500 metros de ancho.
  2. El busto de Thaelmann fue erigido el mismo día de la ceremonia de transferencia.
  3. Ningún ciudadano de la RDA pudo visitar oficialmente la isla durante el período comunista.
  4. El huracán Mitch de 1998 destruyó el único vestigio físico de la soberanía alemana.
  5. La isla alberga especies en peligro de extinción como el coral negro.

Sugerencias para el viajero aventurero

Aunque el Cayo Ernesto Thaelmann no es un destino turístico oficial, los viajeros más intrépidos pueden intentar visitarlo:

  1. Organizar una excursión en barco desde Cienfuegos o Trinidad.
  2. Contratar los servicios de un pescador local para una visita no oficial.
  3. Participar en tours de snorkel o buceo en las aguas circundantes.
  4. Explorar la flora y fauna únicas de la isla, respetando siempre el entorno natural.
  5. Buscar los restos del busto de Thaelmann como una peculiar «caza del tesoro» histórica.

Costes aproximados (para dos personas)

Este peculiar capítulo de la historia demuestra cómo los gestos diplomáticos de la Guerra Fría pueden tener consecuencias inesperadas y duraderas.

Hoy, el Cayo Ernesto Thaelmann permanece como un recordatorio silencioso de una época en la que incluso una pequeña isla caribeña podía convertirse en un símbolo de la amistad entre naciones socialistas.

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