En La Retaguardia de este viernes 6 de Junio, Eurico Campano analiza con Juanma Cepeda y Santiago Álvarez Barón, la deriva que ha tomado el PSOE tras los innumerables escándalos publicados en medios de comunicación y cuyo común denominador es o corrupción o maniobras para intentar frenar la investigación de esa corrupción
En estos tiempos de sobresaltos políticos, Pedro Sánchez parece haber elevado el arte de la supervivencia a un nuevo nivel. El PSOE, tradicionalmente un partido de estructuras, debates internos y baronías regionales, ha pasado a ser identificado —al menos en los corros del Congreso y en las tertulias de sobremesa— como el partido de “¡Solo Sánchez!”. Este fenómeno no es solo una broma de barra de bar o un meme viral; es el síntoma palpable de una transformación profunda en la política española, donde la figura del presidente eclipsa al propio partido y hasta a su histórica militancia.
Lo que comenzó como un “liderazgo fuerte” se ha convertido en una personalización sin precedentes. Los críticos no han tardado en comparar la concentración de poder en torno a Sánchez con otras siglas históricas, aunque con matices irónicos y sin intención de trivializar episodios oscuros del pasado europeo. La cuestión es: ¿en qué momento el PSOE dejó de ser PSOE para convertirse en las siglas personales de Sánchez? Y, más importante aún, ¿cuáles son las consecuencias políticas y sociales de este giro?
Espionaje, audios y saunas: los ingredientes del escándalo permanente
El telón de fondo de este proceso es todo menos anodino. Esta semana, los medios han destapado nuevas revelaciones sobre los audios del excomisario Villarejo, que arrojan luz sobre supuestas operaciones policiales para obtener información comprometedora en saunas vinculadas al suegro del presidente del Gobierno. Según los audios filtrados, se habrían colocado micrófonos y cámaras espía para captar encuentros sensibles con personalidades políticas y judiciales. La información más jugosa habría sido entregada directamente a altas esferas del Partido Socialista gracias a intermediarios empresariales cercanos a Ferraz.
El material recopilado por Villarejo —ese eterno protagonista del suspense institucional— ha sido manejado por el PSOE con una mezcla de pánico escénico y cálculo estratégico. No es casualidad que los socialistas hayan recuperado grabaciones antiguas justo cuando arrecian las investigaciones judiciales sobre el entorno familiar de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez. Como si se tratara de una partida de ajedrez, cada movimiento mediático parece diseñado para presentar a Moncloa como víctima de una conspiración parapolicial.
El Eurobarómetro: entre la satisfacción vital y el hartazgo político
Mientras tanto, los ciudadanos españoles siguen su vida diaria entre resignación e ironía. El último Eurobarómetro revela que un 70% se siente unido a la Unión Europea —dato esperanzador— pero también que las preocupaciones por vivienda e inflación han escalado posiciones vertiginosamente. La vivienda ya es el principal problema para más de un tercio de los españoles, mientras que la inflación sigue quitando el sueño al 30%. La inmigración sube al podio de preocupaciones con un 21%, reflejando que lo urgente supera muchas veces lo importante.
En contraste con el ruido político, la mayoría (88%) declara estar satisfecho con su vida cotidiana. Pero no nos engañemos: bajo esa capa de satisfacción late una demanda clara hacia los líderes políticos para que se centren en los problemas reales y no en sus cuitas personales o sus guerras internas.
El PSOE contra todos: jueces, periodistas… ¿y hasta su propia historia?
En paralelo al escándalo Villarejo, Ferraz ha puesto en marcha campañas discretas para contrarrestar los efectos mediáticos y judiciales derivados del caso Begoña Gómez. Se filtran grabaciones, se señala a jueces incómodos y se busca reorientar el foco hacia supuestas maniobras oscuras perpetradas desde las cloacas del Estado durante gobiernos anteriores. La estrategia pasa por alimentar la narrativa del “máquina de fango” —palabras textuales empleadas por Sánchez— para blindarse ante cualquier embestida.
Esta obsesión defensiva ha tenido un efecto colateral inesperado: mientras más se esfuerza el PSOE en cerrar filas alrededor de Sánchez, más crece entre sus críticos —y no pocos antiguos votantes— la percepción de que el partido ha sido fagocitado por su líder. El grito “¡Solo Sánchez!” resuena ahora tanto como consigna interna como meme externo; unos lo usan para ensalzar al presidente, otros para denunciar lo que consideran una deriva caudillista.
Curiosidades y paradojas políticas
- En algunas redes sociales circulan fotomontajes en los que el logo tradicional del PSOE es sustituido por las iniciales “SS”, avivando bromas tan afiladas como políticamente incorrectas sobre la concentración del poder bajo Pedro Sánchez.
- Aunque buena parte del electorado socialista sigue respaldando a su líder, varias federaciones regionales han mostrado cierto malestar ante lo que consideran excesiva centralización.
- Mientras tanto, España sigue siendo uno de los países más proeuropeos según el Eurobarómetro… pero también uno donde aumenta el pesimismo económico a medio plazo.
- El caso Villarejo suma ya decenas de derivadas judiciales e involucra desde comisarios jubilados hasta empresarios cercanos al entorno presidencial; sus grabaciones parecen inagotables.
- Y mientras todo esto sucede, los españoles demuestran una capacidad casi olímpica para separar su satisfacción vital cotidiana del ruido ensordecedor que proviene del escenario político.
Así transcurre junio en España: entre audios secretos, saunas indiscretas y un partido socialista cada vez más confundido —o absorbido— por las siglas personalísimas del presidente.
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