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En Turquía, el humor puede costar caro.
Y el deseo de libertad.
Mientras los caricaturistas esperan su destino, el mundo debate: ¿dónde está la línea entre la sátira y la ofensa?
El 1 de julio de 2025, Turquía amaneció con un nuevo capítulo en su complicada relación con la libertad de expresión.
Cuatro caricaturistas de la revista satírica Leman fueron detenidos en Estambul tras publicar una viñeta que, según las autoridades, representa al profeta Mahoma y a Moisés saludándose en el cielo mientras misiles caen en la tierra.
La imagen desató una ola de protestas, con manifestantes atacando la sede de la revista, y abrió de nuevo el debate sobre la represión y el sectarismo islámico en un país donde la libertad de prensa pende de un hilo.
El origen del escándalo
Todo empezó con una viñeta en Leman, una revista conocida por su humor irreverente, al estilo de la francesa Charlie Hebdo. El dibujo, firmado por Dogan Pehlevan, mostraba a dos figuras, identificadas como un musulmán llamado Mohammed y un judío llamado Moisés, en un contexto de guerra. Las autoridades interpretaron que representaba a los profetas, algo considerado blasfemo en el islam. “No hay libertad para usar los valores sagrados como objeto de burla”, afirmó el ministro de Justicia, Yilmaz Tunc.
Leman, sin embargo, salió al paso. “El dibujo no representa al profeta Mahoma. Es un musulmán ficticio, víctima de bombardeos en Israel”, aclaró la revista en X. Según explicaron, el nombre Mohammed, usado por millones en el mundo islámico, buscaba resaltar el sufrimiento de los oprimidos, no ofender. A pesar de la disculpa, la fiscalía de Estambul ordenó detener a Pehlevan, al editor jefe Tuncay Akgun, al director Zafer Aknar y al grafista Cihan Ozturk.
La publicación desencadenó una respuesta inmediata. Un grupo de jóvenes, supuestamente ligados a un movimiento islamista, atacó la sede de Leman en Estambul. Gritaban consignas y lanzaban piedras, mientras la policía antidisturbios intervenía, dejando enfrentamientos con hasta 300 personas, según AFP. “No permitiremos que se insulte a nuestro profeta”, se escuchó entre los manifestantes.
El ministro del Interior, Ali Yerlikaya, no se quedó atrás. Publicó un vídeo en X mostrando a Pehlevan esposado y descalzo, con un mensaje contundente: “Los que siembran discordia no escaparán de la justicia”. La investigación se basa en el artículo 216 del Código Penal turco, que castiga la incitación al odio y la ofensa a valores religiosos. “Esto hiere la sensibilidad religiosa y la armonía social”, insistió Tunc.
Sectarismo islámico y libertad de expresión
El caso destapa una herida profunda en Turquía. El país, bajo el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, lleva años lidiando con tensiones entre el laicismo heredado de Atatürk y un creciente sectarismo islámico. Leman no es nueva en estas polémicas. En 2015, ya enfrentó críticas por publicar viñetas de Charlie Hebdo. Pero este episodio recuerda al atentado contra la revista francesa, donde 12 personas murieron por caricaturas similares.
La libertad de prensa en Turquía está en caída libre. Según Reporteros Sin Fronteras, el país ocupa el puesto 149 de 180 en el índice de libertad de prensa. “Turquía tiene un historial de restricciones severas al discurso público”, señaló un informe reciente. La detención de los caricaturistas refuerza esta percepción. “Interpretar el dibujo como una ofensa requiere mala fe”, defendió Leman, pidiendo a las autoridades proteger la libertad de expresión.
El sectarismo islámico juega un papel clave. La sensibilidad hacia representaciones del profeta Mahoma es alta en el islam, donde la aniconía (prohibición de imágenes del profeta) es una norma para muchos. Pero el caso también refleja cómo el gobierno usa estas sensibilidades para justificar la represión. “Es una excusa para silenciar voces críticas”, tuiteó un periodista turco en X.
La detención de los caricaturistas no es un hecho aislado. Turquía ha procesado a decenas de periodistas en los últimos años, muchos por “insultar” a Erdogan o a valores religiosos. Este caso podría endurecer la censura. “Si dibujar es un delito, ¿qué queda de la libertad?”, se preguntó un usuario en X.
A nivel internacional, el incidente evoca el debate global sobre la libertad de expresión versus el respeto religioso. La comparación con Charlie Hebdo es inevitable. En 2005, las caricaturas de Mahoma en el diario danés Jyllands-Posten desataron protestas mundiales. “Los dibujos no son solo humor, son un test para la tolerancia”, dijo entonces un editor danés. En Turquía, este test parece fallado.
¿Qué sigue para Leman y los caricaturistas?
Los cuatro detenidos enfrentan cargos que podrían llevarlos a prisión hasta por cuatro años. Leman ha pedido a la justicia frenar lo que llama una “campaña de difamación”. Mientras, grupos islamistas han convocado más protestas para este 2 de julio. “No pararemos hasta que se haga justicia”, advirtió un manifestante en X.
El caso pone a Turquía en una encrucijada. ¿Priorizará la libertad de expresión o cederá ante el sectarismo islámico? Por ahora, los caricaturistas están en el ojo del huracán, y el mundo observa. “En Turquía, el humor es un deporte de riesgo”, bromeó un tuitero.
Este episodio está lleno de detalles que dan color al drama:
- *La tradición de Leman: Fundada en 1991, Leman es famosa por su sátira política. En 2015, ya fue criticada por republicar viñetas de Charlie Hebdo.
- Un nombre común: Mohammed es el nombre más usado en el mundo islámico, con más de 200 millones de personas. “Es como ofenderse por un Juan”, ironizó un usuario en X.
- Protestas violentas: Los manifestantes no solo atacaron la sede de Leman, sino un bar frecuentado por su equipo, dejando destrozos en Estambul.
- *El eco de Charlie Hebdo: El atentado de 2015 en París sigue resonando. Leman comparte su estilo provocador, pero Turquía no es Francia.
- Reacciones en redes: En X, los hashtags #Leman y #Karikatür generaron miles de tuits, desde apoyos a la revista hasta llamamientos a más protestas.
- Un vídeo polémico: El vídeo de Yerlikaya mostrando a Pehlevan esposado desató críticas. “Parece un trofeo de caza”, comentó un periodista.
- *El historial de Erdogan: El presidente ha demandado a caricaturistas antes, incluyendo uno en 2014 por dibujarlo como un gato. “En Turquía, hasta los gatos son subversivos”, bromeó un tuitero.
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