Censura.
Sin paliativos.
Y con la connivencia pastueña de los periodistas de la ‘Brunete Pedrete’.
Con el analfabeto Patxi López al frente y sus compinches proetarras y separatistas apluadiendo.
En un ambiente cargado de tensión, el Congreso de los Diputados aprobó la reforma de su reglamento que permite la expulsión y sanción de periodistas cuya labor se considere «inaceptable».
Un eufemismo para tapar que se refieren a los no adictos alo régiemn sanchista que hacen preguntas incómodas o ponen los verdaderos temas sobre la mesa.
El protagonista indiscutible ha sido Vito Quiles, quien ha confirmado su expulsión con la frase: “Decían que esto era una democracia”, evidenciando su indignación ante una medida que, según él, busca silenciar a los profesionales que formulan preguntas incómodas al poder.
Y no será, por desgracia el primero y último.
También nuestro compañero de Periodista Digital, Bertrand Ndongo, está en el punto de mira de estos ‘Torquemadas’ parlamentarios.
Esta decisión no surge de la nada. En los últimos meses, las sesiones parlamentarias se han visto salpicadas por enfrentamientos entre informadores críticos y diputados del bloque gubernamental. PP y VOX intentaron frenar esta ola regulatoria con enmiendas a la totalidad, argumentando que solo se pretende callar a los medios no adictos al régimen «sanchista» y limitar a quienes preguntan lo que hay que preguntar. Sin embargo, PSOE, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV y otros socios lograron tumbar esas propuestas, allanando el camino para un nuevo modelo de control sobre el acceso periodístico al hemiciclo.
Rufián, Quiles y el surrealismo parlamentario
La sesión del martes tuvo su momento de guion berlanguiano gracias al portavoz de ERC, Gabriel Rufián. En tono irónico, le propuso a Quiles un curioso pacto: “Si usted me promete que preguntará a Abascal por la financiación ilegal de VOX, a Ayuso por las mordidas durante la pandemia y a Mazón por su paradero durante las inundaciones en Elche, yo le prometo no votar su expulsión”. El periodista replicó con otra promesa imposible: “Acepto el trato si usted cumple su promesa de abandonar el Congreso en 18 meses”, devolviendo el balón al tejado político.
Más allá del humor ácido, este cruce verbal revela hasta qué punto la política española se juega hoy también en el terreno mediático. La figura del periodista incómodo –ya sea Quiles o el igualmente polémico Ndongo– se ha convertido en símbolo para quienes denuncian una deriva censora desde las instituciones.
El reglamento bajo sospecha: ¿garantía democrática o mordaza?
La reforma aprobada modifica artículos clave del Reglamento del Congreso –en particular el 82– para crear un Consejo Consultivo de Comunicación Parlamentaria. Este órgano podrá proponer sanciones contra periodistas acreditados por conductas como insultar, desacreditar o saltarse normas internas (como grabar en lugares no permitidos o interrumpir turnos). La última palabra sobre sanciones la tendrá siempre la Mesa del Congreso, presidida ahora por Francina Armengol y con figuras como Patxi López en puestos clave.
La nueva normativa prevé sanciones graduales:
- Suspensión temporal de acreditación
- Retirada definitiva para infracciones muy graves
Según los impulsores, no se trata de restringir la libertad de prensa sino de evitar que “activistas ultraderechistas” utilicen su acreditación para acosar o insultar. Sin embargo, críticos como PP y Vox sostienen que este filtro solo busca silenciar a los medios críticos con el Gobierno.
El frente judicial y europeo: demandas en camino
La batalla promete continuar fuera del Congreso. Está casi lista una demanda colectiva que periodistas como Alfonso Rojo y decenas de profesionales preparan para enviar a la Unión Europea. Reclaman amparo frente al plan censor del Gobierno y denuncian ante Bruselas a la Mesa del Congreso por limitar el ejercicio libre del periodismo en sede parlamentaria.
El propio Vito Quiles insiste en que le expulsan simplemente por hacer preguntas incómodas: “Por primera vez se va a echar a un periodista del Congreso simplemente por incomodar al poder. Eso no pasaba ni con Franco”. Su discurso compara las prácticas actuales con regímenes como Cuba o Venezuela, donde se limita sistemáticamente la libertad de prensa.
En paralelo, Ndongo –otro profesional señalado– ha denunciado públicamente que lo odian porque pregunta lo que otros no se atreven a preguntar. Y es que tanto él como Quiles han sido protagonistas recurrentes en ruedas de prensa donde han cuestionado duramente a portavoces gubernamentales.
Una Mesa bajo lupa: Patxi López y los «compinches» reformistas
No han faltado dardos contra quienes pilotan esta reforma. La oposición acusa directamente a Patxi López –al que tildan sin miramientos de “analfabeto”– y al resto de miembros afines al Ejecutivo en la Mesa del Congreso. Según esta visión crítica, solo buscan blindarse frente a periodistas no domesticados.
Para añadir más leña al fuego mediático, algunos ven detrás de todo esto los afanes censores de Pedro Sánchez y la complicidad soterrada (o no tanto) de lo que llaman ya la “Brunete Pedrete periodística”, ese sector mediático alineado con Moncloa que prefiere evitar sobresaltos incómodos en las ruedas de prensa.
Curiosidades y datos llamativos
- La reforma del reglamento supone la mayor restricción al acceso periodístico desde 1982.
- Vito Quiles ha anunciado que continuará su labor informativa fuera del Parlamento pese a su expulsión.
- Las redes sociales han amplificado el debate: #VitoExpulsado llegó a ser trending topic nacional.
- No es la primera vez que Gabriel Rufián recurre al humor para polemizar con periodistas; su historial incluye tuits virales con todos los colores políticos.
- Alfonso Rojo ya fue protagonista años atrás en Bruselas por denunciar restricciones similares durante gobiernos anteriores.
- El caso Ndongo sigue escalando: cada pregunta incómoda suma seguidores… y detractores.
- Algunos diputados ironizan con llevar detector de sarcasmos a próximas sesiones plenarias.
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