Más información
Antes de entrar en harina y responder al titular, subrayar que se lo merece.
Que el marido de Begoña se ha ganado a pulso el dudoso privilegio de disfrutar una temporada, a cuenta del sufrido contribuyente español, del rancho y los placeres de la prisión.
Y no hacerlo solo, sino en compañía de su mentor, el chavista Zapatero.
Hace un par de meses, en un sermón como este, les revelé que la gente me abordaba por la calle y casi siempre me preguntaba lo mismo: «¿Cuándo vamos a echar a Pedro Sánchez?».
Ahora, desde hace unos días, la pregunta es más cruda: «¿Terminará Sánchez en prisión?».
No está bien confundir deseos con realidades, por lo que no les voy a revelar lo que me gustaría, pero se lo pueden imaginar.
Dicho esto y dejando patente que por el momento el jefe del PSOE no está ni imputado, creo que el simple hecho de que el personal plantee el interrogante refleja la brutal erosión que sufre este régimen indigno.
Por primera vez en 50 años, los transcurridos desde que Franco se murió en la cama de un hospital público que él había mandado construir, se ha roto esa regla no escrita según la cual a los presidentes de Gobierno, hagan lo que hagan, no se les juzga.
Sánchez no es un simple Mister X al estilo de lo que fue Felipe González en los GAL.
Es un tipo que ha asaltado las instituciones, retorcido nuestra Constitución y, conchabado con los enemigos internos de España, esencialmente con proetarras y separatistas, ha maniobrado contra los jueces, la Guardia Civil y otros elementos esenciales de nuestra democracia.
Y lo ha hecho mientras su cuadrilla, a su sombra y bajo su protección, ha metido a mansalva la mano en la caja pública y ha salpicado todo de prostitutas, apaños, comisiones, sobres con dinero negro y corrupción.
Sólo en el entorno cercano de Sánchez hay 21 imputados, siete de ellos en prisión o procesados.
Y si tres de los que iban con él en el Peugeot han entrado en la trena, lo lógico, lo justo, lo necesario es que también lo haga él.
Ignoro el motivo concreto, pero el soplo a Ábalos, avisarle de que la UCO le seguía los pasos —lo que facilitó la destrucción de pruebas—, es un delito de revelación de secretos penado con cárcel. Y hay más; mucho más.
Sánchez irá al banquillo y mi duda ahora es si llega antes la Justicia o las urnas, porque huele a elecciones anticipadas en la primavera de 2026.
Más en Periodismo
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home