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Escándalo político por las maniobras internas en el PSOE

Nuevo terremoto en el ‘caso Koldo’: La fontanera del PSOE presumió de tener acceso directo a Pedro Sánchez

Leire Díez alardeó de contactos en la cúpula del Gobierno en una reunión clave con el comandante vinculado al caso Koldo

Periodista Digital 14 Jul 2025 - 06:54 CET
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Leire Díez la ‘pocera’ estaba a sueldo del socialista Gaspar Zarrías, el perejil de todas las corrupciones del PSOE

Las aguas siguen agitadas en la política española tras conocerse nuevos detalles sobre Leire Díez, la llamada “fontanera” del PSOE.

En una reciente reunión secreta, captada en audio, Díez no solo se presentó como emisaria oficiosa del partido, sino que llegó a presumir de tener “acceso al número uno del Gobierno”, en referencia directa a Pedro Sánchez. Este episodio suma presión al Ejecutivo, ya vapuleado por las derivadas judiciales y políticas del caso Koldo, tal y como revela este 14 de julio de 2025 el diario ‘El Mundo’.

La escena destapada muestra a Díez tratando de recabar información comprometedora contra miembros de la Guardia Civil y negociando con el comandante investigado en el caso. Según las grabaciones, la militante socialista ofrecía favores a cambio de datos que pudieran erosionar a altos cargos de la Unidad Central Operativa (UCO) e incluso a algún fiscal. La intención: blindar al entorno político más próximo a Moncloa frente al avance de las investigaciones judiciales que acechan desde hace meses al círculo de confianza de Sánchez.

El tablero: Pedro Sánchez, Leire Díez y los hilos invisibles

Entre las frases más llamativas recogidas en los audios figura aquella en la que Díez asegura que “esto es Pedro Sánchez, directamente con Cerdán, con Santos Cerdán, y directamente con Leire. Y además hay muy poca gente adicional que tenga la información y así va a seguir”, como relató uno de los empresarios implicados. Esta afirmación ha puesto el foco sobre Santos Cerdán, secretario de organización socialista, quien admitió conocer desde hace años a Leire Díez pero rebajó su papel a “militante de Cantabria” sin mayor trascendencia en la estructura del partido.

Sin embargo, lo cierto es que, según informaciones recientes, Díez fue reclutada expresamente para operaciones delicadas en un momento crítico para el PSOE. Se le atribuye haber custodiado archivos sensibles y actuar bajo instrucciones directas —o al menos así lo sugerían quienes negociaban con ella— del entorno presidencial. El propio partido ha intentado desvincularse públicamente de sus movimientos, mientras crecen las voces que exigen explicaciones parlamentarias tanto al presidente Sánchez como a los principales responsables del Gobierno.

Grande-Marlaska y los ecos internos del caso Koldo

El escándalo también ha salpicado a Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior. Tras declarar ante la comisión de investigación del Senado —y con nuevas citaciones ya previstas— Marlaska negó tajantemente cualquier implicación personal o institucional con la red investigada. Insistió en que nunca mantuvo reuniones ni con Koldo García, exasesor de Ábalos e imputado clave, ni con Víctor de Aldama, presunto comisionista y figura central en la trama.

Sin embargo, el contexto político no ayuda: dimisiones inesperadas como la del ex secretario de Estado Rafael Pérez Ruiz —“número dos” de Marlaska— han alimentado las sospechas sobre posibles conexiones entre Interior y el entorno corrupto. En paralelo, algunos informes apuntan a que desde el propio ministerio se habrían adquirido mascarillas defectuosas a empresas vinculadas al caso durante la pandemia, sin que se haya exigido responsabilidad alguna por ello.

El laberinto judicial y la guerra interna socialista

El Partido Popular ha aprovechado las turbulencias para elevar el tono: califica al PSOE de “organización criminal” y exige comparecencias urgentes tanto de Marlaska como de otros altos cargos implicados. Por su parte, voces dentro del propio Gobierno reconocen —con no poca incomodidad— que “es importante que se clarifiquen todas las cuestiones judicializadas”, aunque evitan pedir explicaciones directas al presidente Sánchez.

En este ambiente enrarecido surgen maniobras cruzadas: desde intentos soterrados de sabotear investigaciones oficiales hasta estrategias para desacreditar a quienes colaboran con la justicia. Todo ello alimenta un relato cada vez más complejo sobre cómo se gestionan los escándalos internos y cómo se recurre a figuras como Leire Díez para apagar fuegos o mover piezas sensibles fuera del escrutinio público.

En definitiva, el caso sigue sumando episodios dignos de un thriller político: grabaciones clandestinas, negociaciones bajo cuerda y una red cada vez más tupida donde los protagonistas principales parecen estar más cerca del poder de lo que muchos pensaban.

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