Muñoz Molina se pone en cabeza del grupo progre que carga contra El País por ‘rendirse’ a Belén Esteban

Antonio Muñoz Molina es otro de los no dan crédito a la portada de El País Semanal del pasado domingo -«Belén la arma«- , con una foto y un amplio reportaje sobre Belén Estaban, hasta ahora vetada o sólo nombrada para criticarla en los medios de Prisa.

En un apunte en su blog titulado «Sorpresas te da la vida«, el escritor dice que es lector de El País «desde que empezó a publicarse», desde el primer número y se pregunta consternado:

«He leído El País desde que empezó a publicarse: me acuerdo de leer el primer número un día de mayo de 1976, tomando el sol, en los jardines del Triunfo, en Granada, cerca del Hospital Real, donde estaban entonces los primeros cursos de la facultad de Letras. Que apareciera un periódico así era un síntoma de que tal vez estaba de verdad comenzando otra vida, otra época. Llevo escribiendo en él veinte años (de todo empieza a hacer ya mucho tiempo). Nunca, nunca, habría imaginado que en la portada de El País Semanal pudiera aparecer una foto de Belén Esteban. ¿De verdad ya da todo lo mismo?»

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El autor, que colabora con El País y está casado con Elvira Lindo, tambien columnista habitual del diario, no es el único enfadado ni el más sorprendido por el despliegue rosa de la ‘biblia progre’.

Son bastantes los periodistas veteranos de El País -a media voz porque el Grupo Prisa pintan bastos y se va a la calle hasta el más pintado-, que califican algo tan insólito como dedicar la portada de su suplemento semanal a Belén Esteban a un ‘efecto colateral‘ de la fusión entre Cuatro y Telecinco.

«Mandan ahora Paolo Vasile y los mamachichos de Berlusconi, y a esos la Esteban les parece un diamante»

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Puede ser, pero tampoco hay que destacar que el director Javier Moreno, animado por su éxito con las filtraciones de Wikileaks -que van a colocar a Elpais.es como líder r mundidal en internet del periodismo en español- haya dado su visto bueno pensando sólo en las ventas.

Porque nos guste o no, Belén Esteban -tan cateta, ordinaria y deslenguada- vende ejemplares, sube audiencias y mueve bajas pasiones.