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Momento delicado para el presidente

El socialista Sánchez se aferra desesperado a La Moncloa, asediado por la corrupción y desangrado en las encuestas

El marido dirá este lunes en su balance que ha cumplido el 45% de sus objetivos mientras que Feijóo le restregará por la cara que la legislatura está "agónica"

Periodista Digital 28 Jul 2025 - 09:32 CET
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Pedro Sánchez, sumido en un lodazal de escándalos de corrupción, exhibe un cinismo descarado.

Enredado en tramas familiares chuscas y casos como el caso Koldo-Ábalos, donde exministros y cargos del PSOE enfrentan acusaciones de sobornos y contratos amañados, su liderazgo se tambalea, incapaz de gobernar y carente de la mínima autoridad moral.

Lejos de asumir responsabilidades, el marido de Begoña opta por la negación y la sobreactuación, escudándose en promesas vacías de regeneración mientras su coalición se fractura y el país asiste, entre la indignación y el hastío, a un espectáculo inenarrable de decadencia política.

El Palacio de La Moncloa nunca fue un remanso de paz, pero pocos recuerdan un ambiente tan enrarecido como el que respira Sánchez en este cierre de curso político.

Con las maletas casi hechas para sus vacaciones, el presidente socialista afronta un desgaste sin precedentes, acorralado por una sucesión de escándalos de corrupción que afectan a la cúpula del PSOE y desangrado en las encuestas, donde los socialistas marcan mínimos históricos.

Todo ello, con la presión creciente de la oposición y de la propia opinión pública, que exige explicaciones y, cada vez en mayor número, elecciones anticipadas.

No es solo el calor de julio el que sube la temperatura política.

El caso Cerdán, la caída estrepitosa en intención de voto y la pérdida de confianza de segmentos clave como el femenino dibujan un panorama que ni el más avezado guionista de thriller político habría imaginado para el final de julio de 2025.

El epicentro del terremoto: caso Cerdán y corrupción sistémica

El último gran golpe ha sido el encarcelamiento preventivo de Santos Cerdán, hasta hace unas semanas número tres del PSOE y figura de total confianza de Sánchez. Según los informes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y la instrucción judicial, Cerdán está implicado en una trama de mordidas y adjudicaciones fraudulentas de obra pública, un escándalo que salpica de lleno a la dirección socialista y que ha obligado al presidente a comparecer dos veces en una semana para pedir perdón a la ciudadanía y anunciar auditorías externas y una remodelación interna.

Este caso no es un hecho aislado. En los últimos años, el PSOE se ha visto salpicado por una ristra de escándalos que van del caso ERE andaluz al llamado caso Mediador (o «Tito Berni»), pasando por acusaciones de manipulación electoral y redes clientelares. El propio entorno familiar del presidente no ha estado libre de sospechas, aunque hasta ahora sin consecuencias penales directas.

El informe de la Guardia Civil, calificado de «demoledor» incluso por periodistas afines al PSOE, describe prácticas estructurales de corrupción en la cúpula socialista, con pagos irregulares y amaños que ponen en tela de juicio la credibilidad del partido. Las voces críticas se preguntan si Sánchez desconocía realmente las actividades de sus principales colaboradores o si ha optado por mirar hacia otro lado mientras el edificio se resquebrajaba desde dentro.

La respuesta de Sánchez: resistir y reformar, pero sin adelantar elecciones

En este contexto, Pedro Sánchez ha optado por la resistencia. Lejos de anunciar su dimisión o un adelanto electoral, el presidente ha prometido auditorías externas, controles patrimoniales aleatorios para los altos cargos del partido y la implantación de la doble firma en todas las operaciones relevantes para prevenir nuevas irregularidades. Una batería de medidas que busca frenar la sangría reputacional, pero que hasta el momento no ha logrado contener la indignación social ni la presión política.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha intensificado su ofensiva, instando a Sánchez a «aprovechar su balance de curso para convocar elecciones» y calificando la legislatura de «agónica». El malestar también se extiende a los socios de gobierno y a las bases socialistas, que asisten atónitos a una crisis que amenaza con devorar a toda la dirección actual.

Las encuestas son el reflejo más crudo de esta situación. Según el último barómetro publicado, el PSOE cae a su peor dato desde las elecciones del 23-J, perdiendo casi tres puntos en solo un mes y situándose en el 27% de intención de voto, frente a un PP que roza el 33% y abre una brecha de más de seis puntos. Vox y Sumar, por su parte, aprovechan el hundimiento socialista para arañar apoyos, mientras el fenómeno «Se Acabó la Fiesta» consolida su presencia como alternativa antisistema.

El voto femenino: estampida y condena social

Uno de los datos más demoledores para el PSOE es la pérdida de confianza del voto femenino. Diversos análisis publicados en los últimos días subrayan cómo el electorado femenino ha dado la espalda a Sánchez, desencantado por la gestión de los casos de corrupción y por la percepción de un partido alejado de los problemas reales de la ciudadanía. Esta estampida del voto femenino supone una condena social inapelable para el PSOE, que históricamente había contado con un respaldo mayoritario de las mujeres.

Entre las razones destacan:

El resultado es una caída en picado de la valoración del gobierno entre las mujeres, que amenaza con convertirse en el verdadero talón de Aquiles de Sánchez de cara a futuras convocatorias electorales.

Opinión pública y presión social: el 69% pide su dimisión

Si las encuestas son demoledoras, la opinión pública lo es aún más. Según el último sondeo de SocioMétrica, casi siete de cada diez españoles consideran que Sánchez debería dimitir inmediatamente, cifra que se dispara hasta el 75% entre los jóvenes. La imagen del presidente como «caradura» o «aferrado al sillón» gana terreno en la conversación pública y en los corrillos políticos, alimentando la sensación de fin de ciclo y de agotamiento de la actual legislatura.

Para más inri, el propio Sánchez ha afirmado en su balance de curso que ha cumplido «el 45% de sus objetivos», una cifra que ha sido recibida con escepticismo tanto por la oposición como por la mayoría de analistas, que ven en ella un intento de aferrarse a un relato de gestión en medio del naufragio.

¿Y ahora qué? Rumores, vacaciones y un partido en estado de shock

El verano de 2025 será recordado en Ferraz como el de las noches en vela. Mientras Sánchez inicia sus vacaciones, la maquinaria socialista se prepara para un otoño que se antoja movido: auditorías, reestructuración de la ejecutiva, posible adelanto electoral y, sobre todo, la incógnita de si el presidente resistirá la presión o acabará cediendo ante una marea que parece imparable.

Santos Cerdán, hombre fuerte de la organización socialista, fue el negociador clave con Junts para la investidura de Sánchez, lo que añade un matiz de ironía al desenlace judicial y aumenta la presión política del caso. La entrada en prisión de Cerdán ha sido el detonante de la mayor caída de popularidad de Sánchez en toda su carrera política, superando incluso los peores momentos del escándalo Ábalos o el ‘Tito’ Berni.

El fenómeno de la «estampida femenina» en el voto socialista ha llevado a algunos analistas a comparar la situación con la debacle electoral del PASOK griego en 2012.

Moncloa vive un verano de sobresaltos, con un presidente que resiste -de momento- entre escándalos, encuestas demoledoras y un partido que busca desesperadamente el antídoto contra el virus de la corrupción.

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