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VA AL CHOQUE ABSOLUTAMENTE DECIDIDO Y CONVENCIDO DE QUE SERÁ RENTABLE ELECTORALMENTE

Con la Iglesia hemos topado… amigo Abascal

El líder de VOX acusa a parte de la jerarquía eclesiástica de “silencio” interesado y vincula su postura en el caso Jumilla a subvenciones y otras cosas

Mario Lima 12 Ago 2025 - 16:00 CET
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Hay pocas expresiones tan españolas como esa de ‘con la Iglesia hemos topado’.

Viene de un pasaje de Don Quijote de la Mancha y se usa para expresar lo inconveniente de que en los asuntos propios se mezclen los obispos o los curas y por extensión, de cualquier autoridad eclesiástica.

Con la Iglesia topamos los españoles en el País Vasco, cuando monseñor Setién, afortunadamente ya en el infierno, y muchos de su cuerda, apoyaban el crimen, la extorsión y el espanto de ETA.

Con la Iglesia estamos topando en Cataluña, en forma de obispo, de monje y hasta de simple párroco ‘trabucaire’, porque se alinean con los xenófobos e insolidarios separatistas.

Y con la Iglesia parece que hemos topado también en Jumilla, al menos a tenor de los que dice Santiago Abascal.

La política española amaneció con una paradoja de alto voltaje: un partido que se declara en defensa de las “raíces cristianas” acusando a la Conferencia Episcopal de aplicar una doble vara.

La ocasión, el veto a celebraciones musulmanas aprobado en Jumilla y la respuesta de los obispos defendiendo la libertad religiosa, terminó en una embestida pública de Santiago Abascal contra “una parte” de la jerarquía eclesiástica.

“No sé si tiene que ver con los ingresos públicos que reciben o con los casos de pederastia”, deslizó el líder de VOX, elevando un listón que hasta ahora había evitado cruzar, incluso cuando discrepaba abiertamente con el papa Francisco y con la pastoral migratoria de la Iglesia.

A día de hoy, 12 de agosto de 2025, la secuencia es conocida: el ayuntamiento de Jumilla aprobó, con el PP al frente y Vox maniobrando, una modificación del reglamento para restringir usos no deportivos de los polideportivos que, en la práctica, vetaba celebraciones islámicas como la Fiesta del Cordero; la Conferencia Episcopal respondió que impedir actos “por motivos religiosos” es discriminatorio y atenta contra derechos fundamentales; y Abascal replicó con dureza, acusando a los obispos de estar “amordazados” ante el Gobierno por razones económicas o por su gestión de los abusos.

Jumilla, el detonante: del reglamento municipal a un caso nacional

En este contexto, Abascal eligió el choque frontal.

En una entrevista en YouTube, insistió en que la jerarquía eclesial guarda silencio ante el “islamismo extremista” y las políticas migratorias del Gobierno, sugiriendo que ese silencio estaría motivado por subvenciones públicas y por la gestión de los casos de pederastia.

La frase no fue un desliz: fue un mensaje nítido al electorado donde Vox crece más.

El cálculo electoral: católicos, inmigración y ventajas comparativas

La jugada es coherente con una tendencia de fondo: el voto católico ya no es un bloque monolítico. Hay una franja de creyentes que prioriza el marco de orden, identidad y control de fronteras sobre la línea social y migratoria de la Iglesia. Ese segmento es hoy el campo de caza preferente de VOX.

El mensaje de Abascal, “soy católico pero tengo una responsabilidad política”, expresa el giro: del respeto estratégico al episcopado a la confrontación selectiva cuando la CEE choca con el discurso antiinmigración.

La Iglesia responde por la vía de principios: libertad religiosa y límites

La intervención de los obispos ha sido institucional y jurídica: recordar que el derecho de libertad religiosa protege las manifestaciones públicas y que cualquier restricción debe ser general y motivada por orden público, no por la confesión implicada. “Hacer estas restricciones por motivos religiosos es una discriminación que no puede darse en sociedades democráticas”, advirtió la Conferencia Episcopal.

Este encuadre coloca el debate en el terreno constitucional, no en la arena identitaria. Y deja una pregunta incómoda para los populares: ¿cómo sostener, a la vez, la enmienda que limita usos y el compromiso con la libertad de culto que reivindica la CEE? El PP local avaló el cambio reglamentario; el PP nacional niega que se señale la religión, pero el espíritu de la iniciativa —y las declaraciones del edil de Vox— complican esa defensa.

Consecuencias posibles: tres tableros simultáneos

  1. Judicial y administrativo
  1. Eclesial y social
  1. Partidista y electoral

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