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Son cada vez más los convencidos de que vamos a elecciones generales en el primer trimestre de 2026.
La duda, la gran incógnita, como siempre, es que urde el marido de Begoña.
Porque entre v¡bambalinas se asegura que alista remodelación dramática del Gobierno y no descarta convencer a la derechona separatista catalana para que le apoye hasta 2027.
Si en España pensábamos que agosto era sinónimo de tranquilidad institucional, basta mirar a La Moncloa este 26 de agosto para comprobar lo contrario.
La vuelta al trabajo no trae solo calor: el curso político arranca con un clima de alta tensión, marcado por las incógnitas sobre el futuro de Pedro Sánchez, una posible crisis ministerial y la dependencia cada vez más frágil de sus socios parlamentarios.
El presidente se enfrenta a una tormenta perfecta donde las causas judiciales y las exigencias catalanas amenazan con dejarle sin paraguas.
A día de hoy, 26 de agosto de 2025, la agenda gubernamental no da tregua y el ambiente en los pasillos del poder recuerda más a una novela de suspense que a un plácido inicio de temporada política.
El Consejo de Ministros inaugura la tempestad
El pistoletazo de salida lo ha dado el primer Consejo de Ministros del curso, celebrado en el Complejo de La Moncloa, con la presencia del gabinete casi al completo y la habitual cobertura oficial. Sin embargo, detrás del protocolo se percibe una inquietud palpable: los ministros saben que este año nada será igual. La sombra de una crisis ministerial planea sobre el Ejecutivo y los rumores sobre cambios estructurales no dejan dormir a más de uno.
La clave está en los cinco ministros que figuran como candidatos autonómicos y los sustitutos recientes —especialmente tras la salida de figuras como Nadia Calviño y Teresa Ribera—. Estos nombres quedan fuera, por ahora, de las quinielas para una remodelación. Pero en privado, algunos admiten que “si la gente se va a dedicar a su territorio mejor que empiecen cuanto antes”, aunque eso tenga riesgos evidentes para la estabilidad del gabinete.
Apoyos parlamentarios: un castillo de naipes
La precariedad parlamentaria es ya un lugar común en los análisis políticos del último año. El Gobierno depende para cualquier votación relevante del apoyo —siempre condicionado— de fuerzas como ERC, Bildu, Junts o Sumar. Lo preocupante es que estos aliados empiezan a ver su vínculo con Sánchez como una carga electoral más que como un activo estratégico. Las voces internas críticas aumentan y la disposición emocional de sus bases ha cambiado, lo que podría precipitar una ruptura táctica si perciben que el desgaste amenaza su propia continuidad.
El “continuismo forzado” del presidente ya no se percibe como estabilidad sino como parálisis institucional, y ni el sistema judicial ni el Parlamento han logrado ofrecer una salida creíble al conflicto político actual. Las maniobras para blindar al Ejecutivo mediante bloqueos o comisiones investigadoras tensionan aún más la separación de poderes.
Cataluña: cesiones y más cesiones
Consciente de su debilidad aritmética, Sánchez redobla su apuesta por Cataluña. No es ningún secreto en Madrid ni en Barcelona que las próximas concesiones serán decisivas para mantener los apoyos necesarios. El traspaso del transporte ferroviario Rodalies a la Generalitat es solo un ejemplo reciente, acompañado por medidas legislativas orientadas a satisfacer demandas históricas del nacionalismo catalán.
Esta estrategia busca comprar tiempo y votos, aunque algunos analistas advierten que puede resultar contraproducente: cuanto más cede el Gobierno central, mayor es el coste simbólico para el resto del país y menor la garantía de fidelidad por parte de sus socios autonómicos. El riesgo es claro: si ERC o Junts perciben que el precio político a pagar es demasiado alto, podrían precipitar la caída del Ejecutivo.
Causas judiciales: nubarrones persistentes
El horizonte judicial tampoco ayuda a disipar las dudas sobre la supervivencia política del presidente. Las causas abiertas afectan no solo a Sánchez sino también a su entorno inmediato —con menciones recurrentes a su esposa Begoña Gómez y colaboradores cercanos— y han erosionado visiblemente la estructura simbólica que sostiene al líder socialista. Aunque no hay imputaciones formales contra Sánchez hasta ahora, la narrativa pública sobre favoritismos y tráfico de influencias se consolida semana tras semana.
En paralelo, la presión institucional sobre organismos clave ha aumentado: defensas discursivas agresivas desde Moncloa y bloqueos parlamentarios complican aún más cualquier intento serio de regeneración democrática.
Rumores ministeriales: quinielas abiertas
El nerviosismo entre los miembros del gabinete es evidente ante la expectativa de una crisis ministerial inminente. Solo los cinco ministros con aspiraciones autonómicas —Óscar López, Diana Morant, Ángel Víctor Torres, Pilar Alegría y otros— junto a los sustitutos recientes quedan fuera del juego por ahora. Sin embargo, las disfunciones internas se acumulan; especialmente notable es el caso de María Jesús Montero, atrapada entre sus múltiples funciones como vicepresidenta primera, número dos del PSOE y líder en Andalucía. Los cambios estructurales parecen inevitables conforme se acerquen las elecciones autonómicas.
Como ocurre siempre en estos casos, nadie quiere ser el primero en abandonar el barco ni quedarse sin cartera ministerial antes de tiempo. Si algo caracteriza a este gabinete es su capacidad para apurar los tiempos hasta el último minuto antes de dar paso a candidatos electorales en comunidades clave.
Valoración ciudadana: caída libre
En mitad de esta tormenta institucional y política, la valoración pública del presidente sigue descendiendo. A mitad de legislatura, Sánchez obtiene una nota ciudadana inferior al 3 sobre 10 —solo ligeramente por encima del líder opositor Santiago Abascal— según sondeos recientes. Este dato refleja un desgaste profundo y pone en cuestión su capacidad real para sobrevivir políticamente al curso que comienza.
Medidas legislativas y desafíos inmediatos
Entre las prioridades inmediatas figura la presentación y negociación de los Presupuestos Generales para 2026. La aprobación sería clave para dar impulso al final del mandato y prolongar la legislatura hasta límites insospechados. Además, desde el Ministerio para la Transición Ecológica se anuncian reformas urgentes tras incidentes recientes como la crisis eléctrica peninsular; sin embargo, estos temas pasan casi desapercibidos ante el ruido político generalizado.
El Ejecutivo también tiene previsto aprobar leyes relevantes en materia digital y medios —en consonancia con normativas europeas— pero todo queda supeditado a una aritmética parlamentaria volátil donde cada voto cuenta más que nunca.
Curiosidades sobre este arranque político
- En pleno Consejo Interministerial para el Cambio Climático celebrado hoy, varios ministros han confesado entre bromas que el verdadero cambio climático es político.
- La agenda oficial muestra maratones ministeriales desde primera hora; algunos ya especulan si habrá récord Guinness por número de reuniones consecutivas.
- La última remodelación ministerial dejó fuera solo a quienes tenían motivos electorales inmediatos; todo indica que repetirán fórmula hasta agotar calendario.
- En los pasillos oficiales circula un dicho renovado: “No hay verano tranquilo para un gobierno débil”.
Así comienza un curso donde cada semana puede ser definitiva y donde hasta las apuestas políticas parecen tan volátiles como el clima madrileño en agosto.
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