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LA RETAGUARDIA

¡Junts apoyaría una moción de censura!… ¿y Vox?

El independentismo catalán está considerando unirse a una moción de censura, mientras Vox se opone a cualquier acercamiento y el PP observa con cautela.

Periodista Digital 28 Oct 2025 - 10:06 CET
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En La Retaguardia de este martes 28 de octubre, Eurico Campano analiza con Mario Garcés, Angeles Ribes y John de Zulueta el intento del prófugo Carles Puigdemont de distanciarse del Gobierno de Pedro Sánchez para intentar evitar la debacle de su partido en las próximas elecciones municipales. Y es que los líderes locales y provinciales de la formación golpista venían exigiendo desde hace tiempo al delincuente fugado que les lidera, que marcara distancias con el Gobierno de Sánchez para que ellos no se quedaran sin poltrona en los ayuntamientos.

Tras la rueda de prensa del delincuente en Perpiñán, el Congreso de los Diputados atraviesa momentos convulsos. El amago de Puigdemont de que Junts está dispuesto a considerar una moción de censura contra Pedro Sánchez ha provocado un temblor en los cimientos del Gobierno, generando una oleada de reacciones en la derecha. El golpismo catalán, que hasta ahora había obtenido innumerables concesiones a cambio de sus 7 votos  ahora se ha convertido en un elemento impredecible que podría inclinar la balanza hacia unas elecciones anticipadas o, al menos, desbaratar la agenda legislativa del PSOE.

La clave radica en que Junts, cansado de lo que considera “promesas incumplidas” por parte de Sánchez, valora la posibilidad de respaldar una moción de censura, aunque no sin condiciones. Puigdemont deja claro que todo depende de que el Partido Popular tome la iniciativa y se abra a una negociación que no será fácil ni estará exenta de exigencias ideológicas y simbólicas. Su entorno ha sido explícito: si el PP da el primer paso, están dispuestos a sentarse a dialogar, pero el coste será elevado.

El PP, bajo la dirección de Alberto Núñez Feijóo, observa con atención y escepticismo los movimientos de Junts. Para que la moción de censura tenga viabilidad, se necesita el apoyo de al menos 35 diputados, una cifra que ni Junts ni Vox pueden alcanzar por sí solos. De momento, la posición en Génova es la de la calma y esperar a que si en Junts quieren algom, que llamen. La situación se complica aún más por el contexto catalán. Junts enfrenta una dura competencia electoral ante Alianza Catalana, un partido que está aprovechando el descontento de los catalanes independentistas con el golpe de estado fallido y también el rechazo que provoca la invasión musulmana que padece Cataluña y que tantos problemas de delincuencia, inseguridad y degradación de amplias zonas de Cataluña está causando. Puigdemont busca recuperar protagonismo y visibilidad mediática, consciente de que su futuro político depende tanto de Madrid como de Barcelona.

La postura oficial de Vox es clara y contundente: no negociarán con los golpistas, ni siquiera en un intento por desalojar a Sánchez del poder. “No vamos a perder ni un segundo hablando con Junts”, ha reiterado su portavoz nacional José Antonio Fúster en los últimos días. La formación encabezada por Santiago Abascal acusa a los independentistas de “tensionar” al país y utilizar la moción como herramienta para presionar políticamente.

Las repercusiones derivadas de este movimiento son variadas y afectan al conjunto del panorama político. El Gobierno de Sánchez queda expuesto a los vaivenes del apoyo de Junts y enfrenta una mayoría cada vez más frágil. Por su parte, el PP debe decidir entre arriesgarse a una alianza incómoda o esperar pacientemente a que la erosión del Ejecutivo le favorezca en las próximas elecciones. A todo se une que VOX puede sacar partido a su firmeza frente al separatismo, aunque corre el riesgo de quedar relegado en un posible bloque alternativo.Y todo sin olvidar que los golpistas de Junts juegan dos cartas: presionar al PSOE para obtener más concesiones mientras se protege ante sus rivales en Cataluña.

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