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La memoria familiar en la política española actual

El abuelo materno del socialista Sánchez fue un desertor republicano condecorado por Franco

El pasado militar de Mateo Pérez-Castejón Díaz, abuelo materno de Pedro Sánchez, reabre el debate sobre la memoria histórica y las biografías ocultas en la política de nuestro país.

Periodista Digital 17 Nov 2025 - 09:23 CET
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En los recovecos de la historia reciente de España, pocos relatos personales iluminan —y, al mismo tiempo, generan tanta controversia— como el de Mateo Pérez-Castejón Díaz, abuelo materno del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Nacido en Lorca (Murcia) en 1921 y fallecido en Madrid en 1973, Pérez-Castejón Díaz vivió episodios de la Guerra Civil que todavía resuenan en el debate público y alimentan la discusión sobre la memoria histórica y las herencias políticas en nuestro país.

Este asunto ha sido revelado en exclusiva por el periodista Segundo Sanz a través de un medio digital de investigación.

Desde entonces, ha suscitado intensos debates tanto en foros políticos como en charlas informales. La historia, lejos de ser una simple anécdota familiar, pone de manifiesto la complejidad de una época y expone las contradicciones que suelen caracterizar los relatos oficiales que a menudo se prefieren ignorar.

En un país donde los recuerdos son utilizados como herramientas políticas y donde las narrativas familiares son moldeadas según conveniencias momentáneas, el relato sobre Mateo Pérez-Castejón Díaz nos recuerda que nuestro pasado es tan multifacético como complicada sigue siendo nuestra realidad nacional.

Desertor del ejército republicano y vuelta de chaqueta

Pérez-Castejón Díaz formó parte de la 150.ª División del Cuerpo de Ejército de Urgel durante la contienda civil, habiéndose enlistado inicialmente en el ejército republicano. Sin embargo, su lealtad a la causa republicana fue efímera: mientras combatía en el frente levantino, fue denunciado por sus propios compañeros como desertor, lo que dio inicio a un proceso judicial en el Tribunal Militar republicano que lo marcó para siempre.

La deserción —un fenómeno común entre las turbulencias de la Guerra Civil— lo llevó al bando franquista, donde no solo fue recibido con los brazos abiertos, sino que también recibió reconocimiento y recompensas. El régimen franquista no solo le concedió acceso a sus filas, sino que le otorgó una medalla y dos cruces al mérito militar por su “valor en el frente”. Este cambio radical de lealtades es un reflejo típico de los tiempos convulsos que se vivieron. No obstante, el presidente Sánchez ha minimizado este giro en su discurso público; ha evitado mencionar el historial bélico de su abuelo y se ha limitado a referirse vagamente a su origen murciano y a su participación en la guerra.

Un pasado incómodo en la era de la memoria histórica

La historia del abuelo materno de Sánchez plantea serias dudas sobre la selectividad del relato familiar que él ha compartido durante actos públicos y mítines. En estos espacios apenas ha habido lugar para mencionar la trayectoria franquista de Pérez-Castejón Díaz. Este caso se sitúa en lo que algunos han denominado “Año Franco”, un periodo marcado por iniciativas del Gobierno para resignificar la dictadura y exhumar figuras asociadas al franquismo; todo ello mientras se oculta el pasado de algunos protagonistas familiares cercanos.

El debate se intensifica cuando se analiza lo que algunos columnistas han denominado “sectaria memoria”, característica según ellos del enfoque del Ejecutivo hacia nuestra historia reciente. En esta memoria selectiva, el abuelo materno de Sánchez queda fuera del relato oficial, a pesar de que su vida refleja las contradicciones y dilemas que vivieron miles de españoles atrapados entre dos bandos.

Exclusiva periodística y silencios en el PSOE

La investigación realizada por Segundo Sanz ha expuesto documentos y expedientes que certifican tanto el cambio de bando como las condecoraciones recibidas por Pérez-Castejón Díaz durante el régimen franquista. Estos datos habían permanecido ocultos ante los medios durante mucho tiempo, a pesar de su relevancia dentro del marco discursivo sobre memoria y justicia histórica promovido por el propio Gobierno socialista.

En cuanto al PSOE, ha optado por guardar silencio o minimizar este asunto, considerándolo un episodio familiar sin mayor repercusión política. Sin embargo, esta omisión deliberada contrasta notablemente con la pasión con la que se han defendido políticas destinadas a recuperar nuestra memoria democrática y resignificar símbolos vinculados al franquismo.

Consecuencias políticas y lecturas históricas

El caso de Mateo Pérez-Castejón Díaz no solo aviva las tensiones sobre la coherencia entre relatos familiares y políticos; también arroja luz sobre la compleja realidad vivida durante la Guerra Civil y posteriormente bajo dictadura. El tránsito entre bandos no fue una rareza; fue una constante entre aquellos que buscaban sobrevivir a una guerra fratricida marcada por represión y miedo.

Las condecoraciones otorgadas a Pérez-Castejón Díaz —una medalla y dos cruces al mérito militar— lo posicionan no solo como un superviviente sino como un militar distinguido por Franco. Esta realidad choca frontalmente con la narrativa oficial sobre una resistencia familiar al régimen. Este aspecto no es meramente anecdótico; plantea interrogantes sobre la sinceridad detrás ciertos relatos políticos e invita a reflexionar sobre cuán conveniente resulta ocultar episodios incómodos cuando los recuerdos se convierten en herramientas para confrontaciones partidistas.

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