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El alcalde de este pueblo pacense lleva 72 días en huelga de hambre frente al Ministerio de Industria

Ángel Vadillo, el héroe de Alburquerque

Protesta por la derogación de un proyecto de energía termosolar con el que contaba para contrarrestar el 42% de paro del municipio

Periodista Digital 21 Ago 2012 - 08:53 CET
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Muy debilitado y con 25 kilos menos, el alcalde de este pueblo pacense, Ángel Vadillo Espino, lleva 72 días –su objetivo es llegar a los 90– en huelga de hambre asentado en el Ministerio de Industria en el Paseo de la Castellana de Madrid. La derogación de un proyecto de energía termosolar con el que contaba para el futuro aciago del municipio, maldito con un 42% de paro, ha presidido esta dilatada reivindicación.

Cuenta E. Montañés en ABC que el Samur monitoriza cada mañana el estado de salud de Ángel Vadillo. No estaba gordo cuando llegó, pero ahora está muy débil. Bebe ocho litros de agua diarios mezclados con miel. Sus vecinos parecen estar del lado del alcalde y casi a la misma hora de su chequeo, en torno a las 10.30 h., se concentran a las puertas del Ayuntamiento local y reivindican la lucha de su mandatario.

En su reivindicación se juegan mucho, aseguran, porque entre otras cosas con el dinero de las plantas aprobadas y luego anuladas se habían consignado ya proyectos como una residencia de ancianos, un centro para personas con discapacidad…«Tenían en las renovables una oportunidad de oro», concita el Ayuntamiento.

Conocido por su famosa chacinería tradicional pero con más de 500 explotaciones del sector porcino en la ruina, la mayor ocupación laboral de los alburquerqueños es el sector ganadero, la industria y la construcción, aunque agonizando como están estos menesteres, la población tenía depositada su mirada más optimista hacia esa negociación de su equipo de gobierno para instalar plantas fotovoltaicas, la misma energía que ayuda a su alcalde a cargar la batería del móvil a los pies del Ministerio de Industria y con la que comparte jornadas desde el 19 de marzo de 2012, cuando echó a andar bajo ese sol de justicia que reclama para su pueblo en una marcha de 639 kilómetros hasta la capital.

A pocos días de que expire su protesta, Vadillo reafirma que «aunque no tiene varitas mágicas, sí tiene su propia vida» para luchar por un cambio en el modelo energético y arguye:

«Si no tengo los proyectos de termosolares para mi pueblo, no voy a poder atender las necesidades de mis vecinos. Una mañana tienes posibilidades de futuro para la gente de tu pueblo y de repente no te queda nada para ayudarles».

 

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