En años precedentes también hubo bronca contra el presidente socialista al inicio del acto, pero en esta ocasión los reproches se han escuchado con más fuerza
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Le han dado y de lo lindo. El desfile de la Fiesta Nacional, marcado este año por el recorte presupuestario, ha comenzado con abucheos y gritos de «Zapatero dimisión».
Como aperitivo, buena parte del público concentrado junto al Estadio Santiago Bernabéu dedicó una sonora pitada a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.
En años precedentes también hubo bronca contra el presidente socialista al inicio del acto, pero en esta ocasión los reproches se han escuchado con más fuerza.
ABUCHEO DE REPERTORIO
De todas las instituciones que participan en los actos del 12 de Octubre, el Ejército es la única que no elige a sus jefes y la única también que no tiene derecho a reprobarlos.
Por respeto a su obediencia debida esa sola razón debería bastar para contener las ganas de abuchear en presencia de las Fuerzas Armadas a quien eventualmente las manda.
Si sobran motivos para abroncar a Zapatero, también sobran en el calendario fechas más apropiadas y ocasiones menos incómodas para quienes se ven obligados a servir de involuntarios testigos de una escena como mínimo embarazosa.
La repulsa sonora a este presidente va camino de convertirse en parte del programa de actos de la parada militar, que ya de por sí constituye para el presidente un desayuno de digestión pesada.
Ocurre que el alboroto desaira una liturgia unitaria de Estado que conviene normalizar precisamente porque es la única que va quedando en una nación desfragmentada.
Acaso Zapatero sea el que menos se puede quejar del abuso porque él mismo utilizó la efemérides para meterse en problemas cuando la famosa sentada ante la bandera estadounidense, pero un error sobre un error no es una solución, sino dos errores.
Como sugiere Ignacio Camacho en ABC, quizá convendría incluir el abucheo en la etiqueta oficial y construir una tribuna al efecto para ir consolidando tan avecindadas tradiciones.
EL REY SIN BARBA
El evento, cuyo palco se colocó este año en la madrileña Plaza de la Lima, estuvo presidido por los Reyes. Don Juan Carlos muy uniformado y ya sin la barba que venía.
Ha asistido el Gobierno casi en pleno. Los ministros que no hicieron acto de presencia han sido José Blanco, Francisco Caaamaño y Miguel Sebastián.
Entre las ausencias más destacadas se encuentran la del presidente de Cataluña, José Montilla; la del presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps y la del lendakari, Patxi López.
Un detalle significativo, que refleja de forma plamria el cambio político que se ha producido en el País Vasco, ha sido la asistencia al desfile, por primera vez y en representación del Gobierno vasco, del consejero de Interior, el socialista Rodolfo Ares. También estuvo la presidenta del Parlamento autónomico, Arantza Quiroga, del PP.
En el desfile han participado 4.207 militares de los tres ejércitos y la Guardia Civil, 209 vehículos y 58 aeronaves.
Se conmemoraban los 20 años de participación española en misiones internacionales y por ello desfilaron las banderas de las organizaciones internacionales bajo las que están desplegadas las tropas, como ONU, UE y OTAN.
Estuvieron presentes los embajadores de numerosos países, aunque no el de Estados Unidos, designado ya por Barack Obama, pero que aún no ha entregado sus credenciales en España.