Casi, es un decir, pudiera parecer fácil, en opinión que introductoriamente auspiciamos, volver ocasionalmente, aunque sea renovadamente o con otras alternativas e inductivas variantes, al posible relato situacional y/o descriptivo, del cual siempre, y para navegantes, avanzamos que es no profesional y si y solo si de interacción civica, sobre el hecho ambiental y puede que incluso integral, que es concerniente a “El Día de Zamora” [-.- o sea en la histórica data del 12-7-901 -.-]. Una fecha que está ahí, en el anual calendario, aguardando en el lugar del ángulo oscuro, en el presumible, y tal vez esperado, relanzamiento del grácil arpeo con su milenario ambiental sonido.
Las posibles conjeturas y hasta las observaciones meramente cívicas, puede que incluso también las conclusiones, sobre los hechos del evento histórico de la temática que antecede, casi lo reducen, incluso parecen que (¿de forma sesgada y/o intencionada?) lo acotan a una sola y única jornada, la cual termina, sea visto lo visto, casi desapareciendo e inductivamente anulada, en entrando en los prolegómenos de la misma, o sea de que sí hubo igualmente un momento precedente, una escénica situación antecedente, un enmarcado espacio territorial una trama primigenia e hilada del acontecer, …, un tiempo y una situación preambular, … un día que fue anterior a «El Día de Zamora».
Debemos situarnos ante el impacto bélico de una ciudad de Zamora cercada en el Siglo X. De las calamidades internas y de las privaciones, sociales y personales, que acontecen en una población sitiada en el año 901. Ahora en la población de Zamora tenemos, ¡y con solo el espació de su primer cerco amurallado!, que se puede tener una idea/imagen de lo que suponía la existencia del cerco de la propia ciudad.
Podemos ((¿acaso no debemos?) situarnos ante el impacto bélico de un ejército [-.- ¡de la Corona Asturiana! -.-] en camino, hacia la línea del Río Duero, a socorrer a la ciudad [asturiana y aun no leonesa] de Zamora, de una Zamora cercada en el verano del año 901, establecido con los rigores climáticos continentales ( o sea extremos) en apogeo, lo cual significaba, además de infinidad de apreturas y/o padecimientos, no solo el estiaje los ríos o la recogida de las ‘cosechas de año y vez’, también el sofocón de los aparatajes bélicos con las portantes armaduras.
Debemos situarnos, en la temática de las transmisiones de las noticias [-.- estamos en el Siglo X, con posibles jornadas de cabalgaduras de entre 40 a 50 km diarios – -], con el conocimiento fuera de la ciudad de Zamora de toda la muy grave situación que directamente viven, e igualmente ante la muy importante decisión bélica, de Alfonso III de la Corona Asturiana [“El Magno”] para conducir, con la presteza necesaria y la urgencia requerida, la ayuda importante [-.- mensurada en dinámicas bélicas de principios del Siglo X, o sea: caballería ligera -.-], hacia la ciudad de Zamora cercada, con el establecimiento de las intendencias necesarias y el todo completista que implicara el enfrentamiento.
Podemos argumentar, sobre el teatro escénico de los acontecimientos que se barruntaban , que el soberano de la Corona Asturiana Alfonso III llegó por “La Vía de La Plata” [-.- tal vez desde Astorga -.-], podemos suponer que su hermano Odario vino desde Oporto por “La Vía XVII” [-.- pasando por la muy importante población asturiana de Braga -.-],…, todo es factible. La cuestión gravitaría, con todas las suposiciones al caso, sobre las etapas a establecer, los itinerarios a seguir, las convergencias a concitar y el volumen, ¡y hasta el tipo!, de las fuerzas bélicas a conjuntar.
El mundo de Zamora, o si se prefiere: el mundo de Alfonso III “El Magno”, ¡del año 901 !, tiene una dimensionalidad compleja [-.- que no es solo, con serlo, de expresión territorial, tambien lo es económica, cultural, religiosa, ideológica, antropológica y política, y también,¡claro está!, de índole patrimonial -.-], en el noroeste peninsular, al norte del cauce del río Duero, que se pasa, puede que muy rápidamente, en las páginas instructivas de los libros escolares de nuestros alumnos y alumnas y donde tal vez no da casi tiempo a reflexionar sobre su [muy alta] trascendencia integral e importancia prevalente.
El mundo de Zamora/Alfonso Iii, es también, así es sí así parece, el mundo de la Hispania del Siglo X, donde se prefijan, en la categorización neovisigótica, las finalidades de la Reconquista,o sea: el recobrar todo el espacio territorial de la Corona de los Visigodos (que incluía La Tingitania), el volver a las arzobispales sedes metropolitanas (en la primacia de Toledo) y de la continuación jurídica/administrativa/religiosa/política de los Concilios Toledanos, siendo todo ello remozado y/o transversalizado por el auge, en crecimiento, de la impronta jacobea.
Pero ese día antes de “El Día de Zamora”, ese mundo de antes del 12-7-901, sí existió y además fue real. A veces no nos damos mucha cuenta de esa dimensionalidad presencial del tal mundo de “Zamora/Alfonso III”, de su proyección hacia la regionalidad extremeña (Alfonso III estuvo en Alange, como lo estuvo Ordoño II y también Alfonso IX), la regionalidad leonesa, la regionalidad gallega y la regionalidad asturiana, u otro tanto al hablar de Portugal. A veces resulta que nuestro pasado es la historia hispánica de lo que sí fue y después permaneció como hurmiento intergeneracional.
Ese ambiente múltiple en Hispania sí estuvo presente (-.- incluso para los discutibles/ discutientes a-conceptualistas -.-), esas conceptualizaciones de la “Hispania’Siglo X” sí que se asoman y/o si que estaban establecidas. Que puede que, intención que vectorizamos, no haga falta esperar a tiempos del 20-12-910 (también en Zamora), del 7-10-1072 (honor y gloria leonesa en Zamora) o al del 24-9-1230 (en Vila Nova de Sarria) y menos aún a los del 1-3-1476 (en Peleagonzalo/Toro) o a los de 19-3-1812 (en la Isla de León) o análogamente, en suma y sigue, a los del 9-12-1931 o a los del 6-12-1978.
La Nación Hispana y, en seguimiento, la Nación Española, viene de lejos.
Pero ese día o días antes de “El Día de Zamora” sí existió como espacio temporal, si existió como espacio patrimonial, si existió como espacio histórico, sí existió como espacio cultural, si existió como espacio político,… y lo hizo dibujando una voluntad de expresión hispánica de su coetáneo momento histórico.
Cada uno podemos acercarnos, solos o acompañados, a los conceptos que nos vienen de las raigambres de nuestras sagas familiares, haciendo de ello, si nos fuera posible, una interiorización de la expresión de nuestra propia circunstancialidad o, en todo caso, un acompañante que coadyuva a nuestra propia conformación.
Fue lo de aquellos momentos que impregnaron a los siguientes, fue lo de “El Dia (11-7-901) antes”.