OPINIÓN

Manuel del Rosal: «De la Europa de los padres fundadores a la Europa de los tapones»

Manuel del Rosal: "De la Europa de los padres fundadores a la Europa de los tapones"

Robert Schuman, Jean Monnet, Konrad Adenauer y Alcide de Gaspari son considerados los Padres de Europa. Si hoy levantarán la cabeza la volverían a esconder espantados ante la visión de una Europa, que ellos concibieron como una Europa de los ciudadanos inspirada en el humanismo cristiano y que ha devenido en una Europa de los políticos, los tecnócratas y los funcionarios; marginando a los ciudadanos a simples borregos para votar y para aceptar en silencio las decisiones que Bruselas toma sin contar para nada con ellos.

“El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago” Woody Allen,

El mundo está mal y va a peor; es evidente y las evidencias no necesitan demostración, están ahí. He de decir que gran parte de la culpa de que el mundo marche así es de nuestros dirigentes, tecnócratas, políticos y expertos que viven ajenos a la vida real y cotidiana a la que nos enfrentamos los ciudadanos del común que, con nuestros impuestos y estúpidamente, sostenemos sus privilegios, pero también esa culpa la compartimos por nuestra desidia y cobardía. Estos señores, agarrados como garrapatas chupópteras a lo que han denominado “políticamente correcto”, enloquecidos por el “respeto al medio ambiente”, ocupan su tiempo en inventar normativas.

El mundo está mal en general y Europa en particular. Y eso no puede sorprendernos. Los dirigentes de esta Europa que ahora ha descubierto que los tapones de las botellas de plástico están mejor pegados a ellas, se sientan en los escaños de Bruselas y, en sueños de visionarios y egoísmo de privilegios, aprovechan estar ahí para jodernos de continuo. De vez en vez y para justificar un trabajo “agotador”, emiten una nueva normativa que, según ellos, va a mejorar nuestras vidas. La última normativa ha sido de traca: impedir que los tapones de las botellas plástico se puedan desprender de ellas. He de confesar que me es imposible entender el motivo que ha llevado a los sesudos expertos de Bruselas a imponer semejante estupidez orientada a jodernos un poco más nuestras ya estragadas vidas.

Normativas se sacan de sus estrechos magines un día si y otro también, la mayoría de las cuales nada aportan y mucho enredan. Yo les sugiero a estos privilegiados políticos, tecnócratas y expertos dos normativas de obligado cumplimiento: la que acabe de una puñetera vez con la pobreza y la que, mediante la aplicación de los mecanismos pertinentes, garantizara de verdad el derecho a una vivienda digna a todos los ciudadanos. Pero, claro, para imponer esas normativas se necesita inteligencia y determinación, además de huevos. Desgraciadamente, estos personajes carecen de ello, al tiempo que están ausentes de la más mínima empatía.

Hemos pasado de la Europa de los mercaderes en la que anidaba la codicia, a la Europa de las gilipolleces varias en la que anida otro tipo de codicia, esa que, para justificar puestos muy bien remunerados con añadidura de privilegios, unos señores se pasan las horas de los días buscando excusas amparadas entre otras cosas en la defensa del medio ambiente que, una vez convertidas en normativas, pasan a engrosar el baúl en el que son  abandonadas, para volver a llenar sus horas en la búsqueda de nuevas excusas estúpidas con las que justificar sus puestos de trabajo y sus privilegios. Y todo ello sufragado con los interminables impuestos que pagamos los ciudadanos para mantener el mastodóntico andamio de una Europa en la que preocupa más un tapón de plástico de una botella de plástico, que acabar con la pobreza. Y así nos va.

MAROGA

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