Gracias a los medios de comunicación por ser el contrapoder a Pedro Sánchez Pérez-Castejón

El pasado sábado se cumplieron 130 años de la fundación de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) en la Torre de los Lujanes, sede de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, donde se constituyó el 31 de mayo de 1895, a las 22 horas y con dos presidentes asesinados por cada uno de los dos bandos durante la Guerra Civil (incivil, que dice mi admirado Luis María Anson Oliart): Alfonso Rodríguez Santamaría, el 20 de agosto de 1936 por milicianos republicanos, y Javier Bueno Bueno, por Franco, el 26 de septiembre de 1939.

Recordamos esa fecha señera de la fundación de la APM porque hay que ensalzar el papel esencial de los medios de comunicación en la defensa de la democracia, en tanto que contrapoder del poder legítimamente constituido y de todos los que rodean a los de Montesquieu: económico, multinacional, mafioso, oculto…

Quienes frisamos los ochenta y hemos tenido la inmensa fortuna y el privilegio de ejercer el periodismo en tiempos de la “dictablanda”, en la Transición, en la elaboración de una Constitución democrática aprobada por el Congreso el 31 de octubre de 1978 por 325 votos a favor, 6 en contra y 14 abstenciones, refrendada el 6 de diciembre de ese año por el 87,78% de los votantes, y en los distintos gobiernos democráticos que se han sucedido, sabemos el valor de la libertad de prensa. Y no digamos de los que ejercieron la profesión, como mi padre, en el final de la II República, en la dictadura franquista, en la “dictablanda” y en la Transición, y quienes viajaron a la URSS, Cuba, China y conocieron los medios de comunicación del Partido Comunista, únicos autorizados.

En tiempos turbulentos para la prensa libre como los actuales hay que mostrarse recio en la defensa de las libertades y hacer más nuestra que nunca la frase de Thomas Jefferson: “Prefiero Prensa sin Gobierno que Gobierno sin Prensa”. Máxime cuando tenemos un presidente legítimo de Gobierno del que estamos obligados a publicar y denunciar las tropelías que hace y las cesiones irresponsables a los independentistas con tal de mantenerse en la Moncloa. Porque aunque no sean irreversibles los daños que Pedro Sánchez Pérez-Castejón está causando a España y a los españoles, la función de la Prensa es mostrarlos y ser transmisora de la verdad para que la democracia se defienda de la banda mafiosa de asalto al Estado que montó el arribista y falsario Sánchez en el Peugeot y con el que recorrió el país para alcanzar otra vez la secretaría general del PSOE y después la presidencia del Gobierno mediante una moción de censura apoyada por la extrema izquierda comunista, ex terrorista y golpista-independentista, con el beneplácito del taimado PNV. Y revalidarla con la misma ralea (“Somos más…”) a pesar de perder las elecciones.

Sánchez, el presidente con menor respaldo en las urnas desde la Transición, gobierna de espalda al Congreso, con nepotismo, amiguismo, puertas giratorias y tráfico de influencias; sin Presupuestos Generales del Estado desde hace dos años y con los prorrogados del último de la anterior Legislatura; ha bajado a España al puesto 14 en renta per cápita de la UE, tiene descontroladas las fronteras y desde 2023 España es el país comunitario con mayor flujo relativo de entrada de extranjeros ilegales y legales: 24 inmigrantes por mil habitantes, frente a cinco de Francia y seis de Italia, provocando, entre otras consecuencias, el encarecimiento y falta de vivienda y un coste neto para el Estado de 30.000 millones de euros anuales, además de una fuerte presión en los servicios públicos y en el mercado laboral, con desequilibrios culturales y sociales para ese 22% de población que ya es de origen extranjero.

Los ciudadanos, asfixiados por impuestos confiscatorios, sabemos, gracias a la prensa, que la recaudación y el aumento de la deuda está destinada en su mayor medida al despilfarro, a la colocación de familiares, amigos y conmilitones, a la compra de votos y al chantaje de los independentistas, y que navegamos en una ciénaga de corrupción gubernamental y partidista, mientras asistimos perplejos a la degradación de las bases del sistema democrático, de sus principios de legalidad y de la separación de poderes.

Defendamos los medios de comunicación libres y apoyémosles con nuestro consumo y consulta diaria, porque con ello defendemos la democracia y España. ¡Y otros 130 años para la APM, qué diantres!

JORGE DEL CORRAL Y DIEZ DEL CORRAL