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Pedro Sánchez Pérez-Castejón ha dicho la primera verdad: “Estamos aquí para defender un proyecto político de regeneración”.
Y denomina “regeneración” al plan preparado por la banda de los cuatro del Peugeot (Pedro Sánchez, José Luis Ábalos Meco, Santos Cerdán León y Koldo García Eizaguirre), consistente en robar a mansalva a los españoles, extorsionar con mordidas a los empresarios, colocar a sus putas en entidades públicas, favorecer a sus familiares, apropiarse de las instituciones del Estado como si fuese su cortijo, resucitar y practicar el frentismo, traicionar a España con la amnistía espuria a los golpistas catalanes y blanquear a los terroristas de Bildu con pactos humillantes, a cambio de eternizarse en la Moncloa.
La regeneración democrática prometida en 2018 consistía en todo eso y en acabar con los poderes de Montesquieu y con la Prensa libre, además de hacernos comulgar con ruedas de molino con otra de sus cínicas frases: “tengo muchos defectos y uno de ellos es creer en la limpieza política”. Él, que empezó plagiando una tesis doctoral, siguió amañando las elecciones a la secretaria general del PSOE (Cerdán a Koldo: “Cuando termine apuntas como que han votado esos dos que te faltan sin que te vea nadie y metes las dos papeletas”), continuó con la alteración del voto por correo con la fontanera Leyre Díez Castro e insiste con la murga de que “vamos como un tiro”. Porque hay que tener la cara de cemento armado, aunque lleve amianto cancerígeno, para conocer desde 2021 la trama corrupta, como señala el último informe de la policía judicial, y haberla amparado y premiado (en 2022 nombró secretario de organización a Santos Cerda con todos los poderes), en lugar de cesar a sus miembros y denunciarlos. Su responsabilidad por elegir y en la vigilancia es incontestable. Si tuviera decencia tendría que dimitir como presidente del Gobierno, como secretario general del PSOE y como presidente de la Internacional Socialista, pero como no la tiene se ha reunido con su cuadrilla en la finca pública toledana de Quintos de Mora para planificar todo lo contrario.
Un partido, el PSOE y un candidato, Pedro Sánchez, que llegaron al poder en nombre de la lucha contra la corrupción y que la llevan en su esencia más profunda hasta convertir al Ejecutivo y a la mayoría del Legislativo en una cloaca, y al PSOE en una organización putrefacta que habrá que regenerar desde sus entrañas porque se necesita volver a la de Felipe González Márquez y Alfonso Guerra González para que se defienda también la Constitución desde la socialdemocracia. ¡Y ese personaje sigue siendo presidente de la Internacional Socialista! ¿A que esperan para cesarle y no convertirse también en cómplices?
El gobierno actual y sus sostenedores parlamentarios no son más que una coalición de delincuentes unidos por el proyecto común del saqueo al Estado, su progresivo debilitamiento y la desaparición allí donde los independentistas radican y le apoyan con sus votos. ¿Está negociando Félix Bolaños García una cuestión de confianza? ¿A qué precio insondable? ¿Y Sánchez con Cerdán, después de que éste incumpliese su palabra por escrito y no haya entregado aún el acta de diputado? Ya son cuatro los que extorsionan a Sánchez para que no demuestren que es el Puto Amo.
Yo no le perdono Pedro Sánchez Pérez-Castejón, por mucho maquillaje que le apliquen en la cara y fingido gesto contrito que ponga usted en el permanente plató de Netflix en el que vive porque lo que deseo es que convoque elecciones generales, las vuelva a perder, no sume mayoría parlamentaria con la morralla y tenga que sentarse en el banquillo ante un juez.
JORGE DEL CORRAL Y DIEZ DEL CORRAL
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