Uno ya no sabe si están abonados al ‘ande yo caliente‘ o se inclinan por lo de ‘a chupar, hasta que se acabe el frasco‘, pero lo de los periodistas adictos al regimen sanchista y los cómplices periféricos del PSOE es para hacerselo mirar en el psiquiatra.
Cuando les meen encima y ya lo hacen de vez en cuando desde La Moncloa, dirán que esta lloviendo.
Lo de los integrantes de la ‘Coalición Frankenstein‘, Sumar, ERC, BNG, Compromis, Junts, PNV e incluso Coalición Canaria se entiende, porque nunca tendrán a su merced a un presidente de Gobierno tan débil y entregado, pero lo de los periodistas no tiene un pase.
En España, cuando el río suena… suele ser porque hay un periodista pesebrero asegurando que sólo llueve barro sobre la derecha.
La última oleada de escándalos de corrupción que salpica al PSOE y, en particular, al entorno directo de Pedro Sánchez, ha dejado al descubierto no sólo las grietas del partido, sino también el inquietante silencio –o, según algunos, complicidad– de lo que muchos ya denominan la “izquierda exquisita” y la célebre Brunete Pedrete mediática.
El término, con retranca castiza, designa a ese batallón de periodistas y opinadores afines que, lejos de fiscalizar al poder, parecen más interesados en protegerlo incluso en sus horas más oscuras.
La magnitud de las revelaciones recientes es apabullante: informes policiales sobre pagos de mordidas y manipulación electoral, grabaciones comprometedoras y hasta comparecencias públicas en las que Sánchez se ha visto obligado a pedir perdón.
Todo ello mientras algunos rostros conocidos de TVE como Intxaurrondo, Jesús Cintora, Javier Ruiz o Xabier Fortes han optado por una defensa cerrada del presidente socialista o han minimizado los hechos en antena.
¿Periodismo o activismo?
La línea no es cada vez más difusa… ha desaparecido en aras de unos sueldos opulentos, publicidad institucional, prebendas y chupetines.
Va a salir un segundo informe de la UCO donde se harán públicos los nombres de periodistas y pseudo periodistas que cobran mordidas del PSOE.
Mi apuesta 👇 pic.twitter.com/oc3cusuNcf— Capitán General de los Tercios (@capTercio) June 14, 2025
El caso Santos Cerdán: epicentro del terremoto
El epicentro del último temblor político-mediático se llama Santos Cerdán, número tres del PSOE y hombre fuerte de la organización.
Según un extenso informe de la Guardia Civil (UCO), Cerdán está señalado como eje vertebrador de una red dedicada a captar comisiones ilegales vinculadas a licitaciones públicas.
Las pesquisas judiciales hablan de 620.000 euros “gestionados” en sobornos solo en los últimos años, con grabaciones que muestran a Cerdán dando instrucciones para manipular procesos internos del partido –incluidas las primarias que auparon a Pedro Sánchez a la secretaría general– y repartiéndose contratos públicos entre amigos.
Eso y hasta putas, porque hay conversaciones en las que Koldo y Ábalos se ‘rifan‘ las pilinguis como si fueran ganado.
La investigación no es baladí: tanto José Luis Ábalos como Koldo García deberán comparecer ante el Tribunal Supremo para explicar su papel en un entramado que recuerda (y supera) por su gravedad a episodios históricos como los ERE andaluces.
El propio Sánchez trata de taparse el culo alegando sentirse “decepcionado” e insiste desvergonzado o en que desconocía las actividades ilícitas de sus colaboradores más cercanos.
Sin embargo, resulta llamativo que el presidente construyera buena parte de su carrera política denunciando la corrupción del PP para ahora verse atrapado en una maraña similar.
Mientras unos periodistas como @entrammbasaguas de @eldebate_com informaban sobre el entramado corrupto de Ábalos, otros señalaban a estos periodistas, y decían que era bulo y fango. No lo olvidemos. Hoy deberían taparse un poco. Porque dan vergüenza ajena. pic.twitter.com/USfIiRbeJ8
— Pedro Pineda Celis (@pedropcelis) June 14, 2025
El papelón mediático: entre el activismo y el corporativismo
El escándalo sería suficiente para llenar portadas durante semanas si afectara a otro color político.
Sin embargo, llama poderosamente la atención el tratamiento informativo recibido por parte de los principales rostros progresistas del panorama mediático español.
En especial desde la televisión pública, donde figuras como Intxaurrondo, Jesús Cintora, Javier Ruiz o Xabier Fortes han preferido subrayar las presuntas “campañas de bulos” orquestadas por la derecha antes que abordar con profundidad los hechos probados contra el PSOE.
Hay quien sostiene que este fenómeno responde a un viejo vicio nacional: confundir información con militancia.
Pero lo cierto es que el alineamiento acrítico con el poder socialista ha llegado a extremos poco disimulados.
Algunos programas han evitado siquiera mencionar las pruebas documentales contra Cerdán o Ábalos; otros han optado por desviar el foco hacia supuestas conspiraciones mediáticas o judiciales.
Están en el ajo, con contadas excepciones, los mismos que en abril de 2024, más de 3,000 periodistas, firmaron un manifiesto en defensa de Sánchez, acusando a la «ultraderecha mediática y judicial» de un supuesto «golpismo».
Entre lo que apoyaban la censura previa y el asalto al Poder Judicial, destacaba Iñaki Gabilondo y estaban Silvia Intxaurrondo, Rosa Villacastín, Maruja Torres y Jesús Maraña, entre otros.
La excepción –casi solitaria– entonces y ahora ha sido el veterano Antonio García Ferreras, quien desde LaSexta ha mostrado de forma rotunda su distancia crítica con La Moncloa y su pringado okupante.
¿Se ha disculpado ya alguno de los firmantes del manifiesto "Contra el golpismo mediático y judicial"? pic.twitter.com/PJzFTmGxXk
— Víctor Lenore (@Lenore1789) June 14, 2025
Activismo periodístico y excepciones incómodas
Este periodismo mercenario –como lo han calificado voces críticas dentro y fuera del sector– no es nuevo ni exclusivo del actual gobierno.
Pero sí alcanza cotas alarmantes cuando se produce una especie de cierre corporativo en torno a figuras señaladas judicialmente. La lógica parece ser: si cae uno de los nuestros, caemos todos.
No faltan ejemplos recientes:
- Las tertulias televisivas donde se repite como mantra que “Santos Cerdán engañó a todo el mundo todo el tiempo”, exculpando así al núcleo duro socialista.
- Los editoriales encendidos contra supuestos linchamientos políticos mientras se ignoran pruebas documentales irrefutables.
- Las campañas coordinadas desde redes sociales para desacreditar a cualquier voz crítica –incluso dentro del propio espectro progresista– que ose cuestionar al líder.
Frente a este panorama, algunos nombres conocidos como Pablo Motos, Iker Jiménez o Ana Rosa Quintana sí han mantenido una postura crítica hacia Pedro Sánchez desde sus respectivos espacios televisivos, señalando abiertamente tanto las irregularidades detectadas como el intento deliberado de silenciar cualquier atisbo de disidencia interna o externa.
Cuando la prensa se convierte en aparato
El fenómeno no es exclusivo de TVE ni tiene visos de remitir. De hecho, la propia Moncloa negocia entrevistas “amables” con periodistas afines para permitir a Sánchez romper su silencio tras semanas desaparecido del debate público. No deja de resultar irónico que quienes otrora denunciaban la prensa del movimiento franquista sean ahora acusados –con argumentos sólidos– de reinstaurar prácticas similares bajo ropajes democráticos.
El control informativo no se limita a los telediarios. Las directrices bajan hasta redactores y tertulianos: desde qué palabras emplear (“presunta corrupción”, “indicios”, “investigación”) hasta qué ángulos evitar (la relación directa entre Cerdán y Sánchez, los paralelismos históricos con otros casos socialistas). Todo ello mientras se apela a supuestos ataques contra la libertad de prensa cada vez que algún periodista crítico cuestiona abiertamente esta connivencia.
El impacto social no es menor. A medida que avanzan las investigaciones judiciales y crecen las pruebas sobre prácticas corruptas sistemáticas en el PSOE, resulta cada vez más difícil sostener el relato victimista tradicional: ya no cuela aquello de que todo es una conspiración urdida por oscuros poderes fácticos.
Las encuestas reflejan un desgaste acelerado tanto del Gobierno como del partido socialista.
La credibilidad presidencial está bajo mínimos tras años construyendo su imagen sobre la bandera anticorrupción. Y lo peor para Moncloa: parte importante del electorado progresista empieza a mostrar síntomas claros de hartazgo ante lo que percibe como un doble rasero intolerable.
En paralelo, aumenta la presión sobre los medios públicos para garantizar una información veraz e independiente; presión aún mayor cuando RTVE recibe acusaciones persistentes –y fundadas– sobre clientelismo político y manipulación informativa. El círculo vicioso se retroalimenta: cuanto más fuerte es el cerrojazo informativo, mayor es la desconfianza ciudadana.
Curiosidades y datos para entendidos
- El término Brunete Pedrete nació como parodia sarcástica frente a quienes acusan sistemáticamente a la derecha mediática (Brunete Mediática) de manipulación masiva… obviando prácticas similares (o peores) desde posiciones progresistas.
- El manifiesto en apoyo a Sánchez frente al “golpismo mediático” reunió firmas de periodistas muy visibles pero también generó división interna incluso entre profesionales tradicionalmente afines al PSOE.
- Los casos históricos (ERE andaluces) siguen pesando: fue precisamente ese escándalo el argumento central utilizado por Sánchez para llegar al poder tras censurar a Rajoy por corrupción… ironías del destino.
- Aunque TVE insiste en su neutralidad formal, su Consejo de Informativos ha tenido que salir varias veces en defensa propia ante acusaciones cruzadas procedentes tanto del PP como ahora desde sectores críticos con el PSOE.
- Santos Cerdán tendrá que declarar ante el Tribunal Supremo este 25 de junio; un día antes lo harán Ábalos y Koldo García. Es probable que esa semana marque un antes y un después en la historia reciente del socialismo español… salvo milagro informativo o nueva cortina de humo.
- Mientras tanto, periodistas incómodos siguen recibiendo presiones judiciales (véase Xabier Fortes), amenazas veladas e incluso demandas por parte de figuras cercanas al poder autonómico o central.
En definitiva, si algo queda claro tras esta crisis es que el viejo oficio periodístico atraviesa uno de sus momentos más delicados… y también más reveladores. Porque cuando todos callan ante lo evidente, hasta el silencio hace ruido.