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Los edificios actuales
con sus múltiples viviendas
varios pisos cada uno
necesitan escaleras;
y desde siempre las hubo
pues no existe otra manera
de subir o de bajar
sino someterse a ellas.
Llegados los ascensores
cielos abiertos los vieran
sobre todo, los de arriba
pues menuda trabajera
tenía esa pobre gente
que son empinada cuesta
y, más o menos, llegaban
todos con la lengua fuera.
Aún así, para bajar,
muchos, peldaños, prefieran;
que hacer ejercicio es sano
y el cuerpo nos los agradezca.
Y desde luego que nadie
salvo que loco estuviera
se tira por al ventana
por mucha su prisa fuera;
No contemos los suicidas
que así matarse eligieran.
Nunca podremos saberlo
pues ninguno nos lo cuenta
pero cabría abrigar
muy razonable sospecha
de que, en su veloz caída,
al ver la muerte muy cerca
pues sintieran sus narices
a dos palmos de la acera
seguro que más de uno
allí mismo se arrepienta.
¡A buenas horas, que hay viajes,
de ida, pero sin vuelta!
Desde luego, esos serán
quienes ganen la carrera
pues que llegaban al suelo
más rápido que cualquiera.
Si tomamos por metáfora
lo que hasta aquí se dijera
trasladado a la política
es clara la moraleja;
los datos son contundentes:
a partir de los setenta,
hasta hoy mismo, hemos bajado
eso sí, de forma lenta
pues nos llevó medio siglo,
ruina constante y perversa,
desde el octavo lugar
hasta el quince y que se sepa
a punto de caramelo
el dieciséis a las puertas.
Si ya era triste el descenso
sin nada lo detuviera
de pronto, con Pedro Sánchez,
el proceso se acelera
y ahora, en caída libre
España con él se encuentra.
Caída libre en la lista,
cuando nos llegue al quiebra
pobre puesto ocuparemos
nos llenará de vergüenza.
Lo de “libre” es un decir
que de libertad no queda
no ya el poder disfrutarla
¡ni la palabra siquiera!
Pues se habla de “progresismo”
que esa es la forma encubierta
de decir que se ha acabado
para nosotros la fiesta
que la mafia, lo que atrapa
en sus garras, no lo suelta.
Hoy, nos están arrojando
de la más alta azotea
y encima, con cachondeo,
pues la caída nos niegan
¡juran que estamos subiendo
así, con toda su jeta!
Y no es eso lo peor
sino que, muchos, les crean.
Los que no están en el paro
cifra que aumenta y aumenta
hechos que están a la trampa
con los números trampean:
muchos, mano sobre mano,
días, trescientos sesenta,
los otros cinco trabajan,
¡como parados no cuentan!
El resto, van a peor;
a final de mes no llegan
no logran comprar vivienda
y traer hijos al mundo
no pueden, por más que quieran
¡tan contentos, pues las teles
como a toque de corneta
a la voz de mando atentas
embuste sincronizado
todas a coro les mientan
que en el mejor de los mundos
viven ¡y gracias les dieran
pues les iba a ir peor
si gana la ultraderecha!
Suicidas, les guste o no,
pues que lo son a la fuerza,
igual que los de verdad
cuando a su pesar adviertan
que, en segundos, van a ser
una tortilla francesa,
de poco nos va a valer
que el engaño percibieran.
O se reacciona ahora
o la esperanza se pierda
de que España sobreviva
al tirano que se adueña
de sus vidas, de sus actos
y también ¡de sus ideas!
Cuando caen rayos y truenos
no escapa de la tormenta
aquel que cierra los ojos;
por mucho que no lo vea
no por eso va escampar
pues su pretensión es necia.
Una escalera nos llegue
aún mil peldaños tuviera
que pudiéramos subir
en contra de la tragedia
como el rayo del poeta
que, por desgracia, no cesa.
Y que hasta el ateo rece
un amén ¡y que así sea!
Luis XIII… y medio
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