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Contemplar el mar con la mirada perdida, como se mira el fuego del hogar… Caminar bajo la lluvia, dejándote calar… Estremecerse y disfrutar con el trueno, cuando el peligro del rayo ha pasado ya….
Dejarse despeinar por el viento. Contemplar las estrellas del cielo y rezar, y al cerrar los ojos, flotar hasta alcanzar los confines del Universo, sin más techo ni frontera, que la libertad que regala saber que ya nadie te espera, porque hace tiempo que dejaste de ser de utilidad.
Ansia por desaparecer, y fundirse con la Eternidad… Desaparecer y olvidar.
Sentir es vivir, mientras que el pensamiento, padre de todos los miedos, no es más que la jaula que nos apresa, engolosinándonos con las fruslerías de un mundo que nunca fue nuestro en realidad, y en el que, posiblemente, tampoco nunca quisimos estar… Pero, por el momento, es lo que hay.
Mañana, Dios dirá.
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