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Sin apoyos y sin política, el desplome del líder socialista en los sondeos muestra un estado de opinión terminal

Zapatero en caída libre y el PSOE desnortado

Carece ya de autoridad para decirles a los ciudadanos que va a levantar el país a base de rectificarse a sí mismo

10 Oct 2010 - 11:06 CET
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El gran problema actual de Zapatero no consiste tanto en que se esté quedando sin apoyos como en que se ha quedado sin política.

La crisis ha desbaratado su proyecto y desnudado su falta de respuestas, dejándolo sin otro discurso coherente que el de la permanencia en el poder.

Obligado por Obama y por la UE a un ajuste en el que no creía, ha perdido el respaldo de los suyos y no es capaz de sumar otros nuevos; carece de crédito para proceder a la enésima reinvención de sí mismo.

Escribe Ignacio Camacho en ABC que sus errores ante la recesión han destruido cualquier posibilidad de liderazgo.

Primero la negó con una terquedad inverosímil y luego prometió, atado a los sindicatos, una salida socialdemócrata que ha fracasado porque la crisis es mucho más profunda de lo que jamás ha entendido.

Su política consistía en aguantar, a base de gasto público, a la espera de un cambio de ciclo, pero al persistir la depresión sólo logró un aumento del déficit y la deuda que situaron al país al borde de la quiebra.

En el momento -allá por mayo-en que el Directorio europeo le dobló el brazo y le impuso medidas de recorte forzoso, su autoridad quedó desarbolada ante propios y extraños.

Su intento de abrazar la nueva fe liberal como un converso le ha proyectado ante la opinión pública como un dirigente aferrado a la poltrona y ha generado un patente descontento entre su electorado que ataca los nervios de la estructura dirigente del Partido Socialista; sus seguidores han dejado de creer en él y empiezan a verlo como un obstáculo para la supervivencia.

El proyecto zapaterista, líquido y débil, sólo tenía algún sentido en una etapa de prosperidad. Sin preocupaciones económicas podía centrarse en la ingeniería legislativa sobre los derechos civiles y crear marcos conceptuales de intencionalidad ideológica: las reformas estatutarias, la memoria histórica, las leyes de igualdad o el aborto libre.

Pero con una catástrofe financiera, un desempleo inasumible y un colapso de productividad las prioridades de la sociedad han cambiado de forma radical y este Gobierno se muestra desbordado en sus capacidades.

Para la izquierda ha traicionado sus convicciones y sus promesas; para la derecha jamás ha merecido confianza. El desplome presidencial en los sondeos muestra un estado de opinión terminal en el que la gente sólo espera que la legislatura acabe.

Zapatero carece ya de autoridad para decirles a los ciudadanos que va a levantar el país a base de rectificarse a sí mismo.

Los más próximos sólo tolerarían un cambio de política con un cambio de líder, y el resto desea que llegue el momento de pasar página y emprender otro rumbo.

Esta legislatura se ha convertido en una cuenta atrás en la que el presidente se ha quedado sin argumentos.

La vía socialdemócrata ha fracasado y para hacer políticas de derecha neoliberal no hay nadie mejor que la derecha y los liberales.

 

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