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En el corazón de Malasaña, Brodis reinventa el kebab y propone un plan informal y delicioso para las semanas previas a la Navidad

Brodis en Madrid: El Refugio Gastronómico Perfecto para un Pre-Navideño sin Complicaciones

Un experto recorre la propuesta de este local, donde compartir bocados con carácter y una copa de vino "friki" se convierte en la mejor tradición antes de las fiestas

Ana Rojo 18 Dic 2025 - 18:22 CET
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Diciembre en Madrid tiene una energía particular. Las calles se iluminan, el ritmo se acelera con los preparativos de última hora y el calendario se llena de compromisos.

En medio de este ajetreo festivo, surge una necesidad común: la de hacer una pausa. Un plan sencillo, sin ceremonias ni grandes producciones, donde lo importante sea la compañía y el buen gusto.

Justo en ese hueco es donde Brodis, en la calle Manuela Malasaña, 3, encuentra su razón de ser. No es el típico restaurante navideño con menú cerrado y mantel largo. Es el refugio prenavideño que muchos necesitamos.

Detrás de una fachada con espíritu de foodtruck se esconde un concepto que ha redefinido lo que entendemos por kebab. Forma parte del Grupo Le Cocó, una empresa familiar con una década de experiencia creando espacios gastronómicos de éxito en Madrid. Su propuesta es clara: ofrecer una experiencia urbana y sofisticada donde la carne asada es la protagonista, pero servida con un cuidado, una creatividad y un maridaje inesperados.

“Lo nuestro siempre ha sido darle una vuelta a lo esperado”, explican sus fundadores. Y esa filosofía se materializa en un local acogedor, ideal para esos encuentros improvisados al salir del trabajo o para picar algo antes de ir a ver las luces. Es el marco perfecto para vivir el pre-navideño sin prisas.

La carta está pensada para compartir, para que varios platos lleguen a la mesa y se pruebe un poco de todo. Es la fórmula ideal para una reunión informal. Su chef ejecutivo, Daniel Lombas Sinoga, ha creado una carta llena de giros inesperados.

El viaje puede comenzar con unos entrantes que son todo un statement. Las Bravas Brodis se sirven con gnocchi frito, crujientes por fuera y melosos por dentro. Las empanadillas de ternera kebab al estilo argentino son otra revelación: masa casera fina que esconde un relleno jugoso y especiado.

Uno de sus mayores aciertos es el bikini de naan con pastrami y scamorza ahumada. Suena sencillo, pero en boca es una explosión de sabores donde el ahumado del queso y la intensidad de la carne se encuentran con la base esponjosa del naan casero. Y, por supuesto, el corazón del menú: el naan de ternera kebab. La carne, melosa y con un marinado lleno de matices, se sirve con champiñón portobello, encurtidos y una emulsión de frijoles.

Si la comida sorprende, la propuesta de bebidas es la que termina de redondear la experiencia. Brodis ha sido pionero en España con una carta de vinos diseñada específicamente para maridar con esta cocina llena de carácter.

Ellos los llaman, con cariño y sin pretensiones, vinos “frikis”.

“Para nosotros, los vinos ‘frikis’ son aquellos originales y con personalidad. No buscamos etiquetas comerciales, sino una carta auténtica, accesible en precio”, explican.

Es una selección cuidadosa de referencias de pequeñas bodegas, con historias que contar.

La magia está en cómo estos vinos conversan con los platos. Un Albariño Eido Da Fonte, equilibrado y clásico, es el compañero perfecto para el naan de pollo. Para las empanadillas de carne especiada, una manzanilla Barbadillo actúa como un contrapunto brillante. Los tintos como un Martín Berdugo de Ribera del Duero tienen la estructura necesaria para enfrentarse al pastrami o a la ternera kebab.

Dejarse guiar por sus recomendaciones es parte de la experiencia. Cada copa potencia un sabor, limpia el paladar o introduce un nuevo matiz, demostrando que el maridaje no es un lujo reservado a la alta cocina.

En definitiva, Brodis es mucho más que un sitio donde comer. Es una declaración de intenciones. Es la prueba de que se puede tomar un concepto universal de street food y tratarlo con respeto y una enorme creatividad, sin perder ni un ápice de su esencia festiva y compartida.

En estas semanas previas a la Navidad, donde el tiempo es escaso y el deseo de desconectar es grande, encontrar un espacio así es un regalo. No pide reservas complicadas. Solo pide ganas de compartir una buena mesa, de probar sabores que sorprenden y de brindar con vinos que tienen algo que contar.

Es el plan perfecto para el pre-navideño madrileño: auténtico, accesible y, sobre todo, profundamente disfrutón. Tu próxima parada en Malasaña ya tiene nombre.

Ana Rojo

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