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Tercera entrega de la familia Tolcachir, por J.C.Deus

José Catalán Deus 19 May 2011 - 17:27 CET
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Tras ‘La omisión de la familia Coleman’ y ‘Tercer cuerpo’, el director argentino Claudio Tolcachir presentó en Madrid su última pieza, ‘El viento en un violín’, un paso adelante en una trayectoria personal e inconfundible, que frente a la desventaja de ser tan parecida a las anteriores cuenta con el aliciente de ser la historia más lograda. Si a la tercera va la vencida, esta familia teatral que preside se confirma como aportación duradera en los escenarios internacionales.

Estamos ante una imagen de marca consolidada. La frescura tolcachir, el método colectivo tolcachir, la receptividad tolcachir y el humor tolcachir contra todo prejuicio intelectual y toda tesis. El patriarca propone y la familia dispone: ‘Cinco años después de ‘La omisión de la familia Coleman’ -dice Tolcachir- nos volvimos a meter en una sala de ensayo, muchísimas representaciones en el medio, muchísimos viajes y experiencias maravillosas compartidas y una inmensa necesidad de volver a jugar juntos, desde éstos que somos ahora. Fue emocionante descubrir que nunca me voy a cansar de descubrirlos (a sus actores/colegas de Timbre 4) en su infinito talento y capacidad de entrega’. Es de suponer que en esta familia como en todas, habrá sus más y sus menos. Pero lo que vienen a expresar ellos y sus obras es que puede que haya muchas clases de familia, pero que algo de eso hay que tener para aguantar el tránsito.

Dos núcleos familiares unidos por una mujer de las de antes: el de Dora, que vive con su hija Celeste, una chica lesbiana que se ha traido a casa a su amor Lena, y el de Mecha, -de quien es asistenta Dora-, una divorciada o separada o abandonada mamá de Darío, el cual no consigue despegarse de sus faldas mientras recibe tratamiento psicológico. El humilde piso de Dora y el elegante piso de Mecha. Buscando un padre anónimo, la pareja lesbiana consigue que Darío preñe a Celeste sin que sepan de la relación de sus madres respectivas, un giro del destino que les une a todos en una trama ocurrente y divertida, un soplo de viento en un violín, por cierto, huidizo y desafinado.

‘Es una historia de amor, y también es una historia de aceptación. La posibilidad de una construcción diferente de familia’. Si en La omisión de la familia Coleman, Claudio Tolcachir (Buenos Aires, 1975) desentrañaba con humor cáustico las miserias de un clan familiar y en Tercer cuerpo nos introducía en la rutina de una oficina tan destartalada como sus moradores, con El viento en un violín explora la fragilidad de una generación condenada a morir inmadura, a vivir imitando, carente de fuerza de voluntad, la más importante de todas las cualidades humanas según Charles Baudelaire, ahíta de quejas infundadas, que elige sin elegir y nunca toma decisiones sinceras.

La fórmula de esta familia teatral se basa en varios mágicos ingredientes: humor antetodo; capacidad de observación de la realidad que les circunda; ausencia de antifaces ideológicos; realismo poético que une naturalismo y poesía. El texto, el guión, ‘el libro’ como dice el autor, es soberbio, aunque esta vez tenga algunos excesos de lirismo en la parte sáfica; la dirección es efectiva, basada en la discusión y el consenso con la gente que pone la carne en el asador; el diseño del escenario y la escenografía, sencillos, con una mezcla de realismo y ensoñación, original y certera; y la interpretación, indefinible en su fuerza. Las cuatro actrices y los dos actores nos cautivan realmente. Araceli y Lautaro vuelven a hacer de sí mismos, de paradigmas de madre tradicional e inmaduro vástago, mimado y castrado por igual. Miriam es un caso único. Gonzalo crece desde su papel en los Coleman. Lena ya nos impresionó entonces. Celeste demuestra que ser actriz es ser humana y no vedette.

Tolcachir es la antitesis y la respuesta al fenómeno Almodóvar (no hablamos de la persona), autenticidad frente a oportunismo, modestia frente a vanidad, discreción frente a protagonismo. Buenos Aires ha cogido el relevo de Madrid, que falta hacía. Vienen del infausto corralito y anuncian lo que está por llegar aquí. Vayámonos preparando para un cambio doloroso y fructífero en el mundo de la cultureta y la subvención.

Celebramos que desde el 6 de abril al 5 de junio, Tolcachir y Timbre 4 estén ofreciendo en la Sala 2 de las Naves del Español en Matadero sus tres piezas consecutivamente: La omisión de la familia Coleman, Tercer cuerpo y el El viento en un violín. Ésta se estrenó en el Festival d’Automne de París en noviembre de 2010 y, antes de su paso por el Festival de Otoño en primavera, pudo verse en Temporada Alta de Girona. Puede que esté otros cinco años dando vueltas por ahí. Además, la estancia del director y la compañía se complementa con un taller de interpretación, una máster-class y encuentros con el público y el equipo artístico de cada montaje.

Ahora hay que sobrevivir al éxito, que los que lo tienen dicen que es más difícil que hacerlo al fracaso.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Texto, 8
Dirección, 8
Escenografía, 8
Interpretación, 8
Realización, 8
Producción, 8

EL VIENTO EN UN VIOLÍN
Duración aproximada: 1 hora y 30 minutos (sin intermedio)
Naves del Español – Matadero Madrid,
Del 18 de mayo al 5 de junio

Intérpretes:
Lena: Inda Lavalle
Celeste: Tamara Kiper
Mecha: Miriam Odorico
Dora: Araceli Dvoskin
Darío: Lautaro Perotti
Santiago: Gonzalo Ruiz

Escenografía: Gonzalo Córdoba Estevez
Iluminación: Omar Possemato
Diseño espacial: Claudio Tolcachir
Asistencia de dirección: Melisa Hermida
Distribución España: Producciones Teatrales Contemporáneas S.L.
Producción general: TEATRO TIMBRE 4// Jonathan Zak y Maxime Seugé
Libro y dirección: Claudio Tolcachir

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