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La televisión pública vuelve a estar en el ojo del huracán. Esta vez, la chispa la ha encendido Jesús Cintora y su programa Malas Lenguas, que ha logrado —no sin cierta ironía— poner de acuerdo a decenas de organizaciones feministas y al Partido Feminista de España (PFE) en una contundente denuncia contra RTVE. El motivo: la inclusión del PFE, presidido por la histórica Lidia Falcón, en un listado de «grupos de extrema derecha», junto a partidos como Vox o La Falange, durante la emisión del pasado 31 de julio.
El episodio no es solo un nuevo capítulo en la larga saga de controversias que acompaña a la televisión pública, sino que reabre el debate sobre el pluralismo, los límites del humor y el rigor informativo en una RTVE acusada desde distintos frentes de ser cada vez más sanchista y sectaria.
Todo comenzó con un informe del Global Project Against Hate and Extremism, una organización estadounidense que decidió incluir al Partido Feminista de España entre los grupos «anti trans y anti LGBTQ+» y lo situó, para mayor escándalo, en el mismo saco que formaciones de ultraderecha. El informe sirvió como base para el reportaje del programa de Cintora, donde se reprodujeron sus conclusiones «sin matices ni derecho de réplica», según denuncian las afectadas.
Las feministas no tardaron en reaccionar: el lunes 4 de agosto, plataformas como Alianza Contra el Borrado de las Mujeres remitieron una carta al Observatorio de Igualdad y a la Defensora de la Audiencia de RTVE denunciando «graves descalificaciones» hacia Lidia Falcón y su organización. En palabras del comunicado, se trata de «una indignante maniobra que intenta equiparar las legítimas y pacíficas demandas del feminismo español con los posicionamientos antidemocráticos de la extrema derecha».
Feminismo versus progresismo oficial: una brecha que se agranda
Este caso pone sobre la mesa un fenómeno cada vez más visible: el choque entre el feminismo clásico, liderado por figuras como Lidia Falcón, y el nuevo progresismo institucional encarnado por leyes como la conocida Ley Trans, impulsada por Irene Montero. Mientras los sectores afines al Gobierno defienden políticas inclusivas para personas transgénero, las feministas críticas alertan del «borrado» del concepto tradicional de mujer y advierten sobre consecuencias perjudiciales para las mujeres y menores.
- El Partido Feminista denuncia ataques sistemáticos a su presidenta y pide respeto a su legado histórico.
- Las organizaciones firmantes exigen que RTVE reconozca la manipulación informativa como mala praxis y piden que su denuncia figure en los próximos informes internos.
- El Consejo de Informativos ya ha recibido copia del escrito.
RTVE: entre el éxito televisivo y las acusaciones políticas
No es la primera vez que se acusa a RTVE —y especialmente a algunos formatos surgidos tras los últimos cambios políticos— de caer en el sectarismo. Desde sectores críticos se habla abiertamente de una RTVE sanchista, alineada con las posiciones más próximas al Gobierno socialista, lo que habría derivado en una pérdida progresiva del pluralismo real. Programas como Malas Lenguas presumen públicamente de apostar por «el rigor, el humor y la verificación frente a la desinformación», pero sus detractores ven justo lo contrario: humor corrosivo selectivo y enfoques tendenciosos disfrazados de verificación neutral.
Algunos datos sobre Malas Lenguas:
- En junio logró una cuota media del 8,8% y 761.000 espectadores diarios en La 1.
- Destaca especialmente entre jóvenes (9,2% en su franja).
- Ha sumado analistas afines a posiciones progresistas y un plantel fijo de humoristas.
No obstante, estos buenos datos conviven con críticas crecientes sobre su tratamiento informativo. La reciente polémica no es sino una muestra más del ambiente polarizado que se respira tanto dentro como fuera del ente público.
Un debate abierto: pluralismo, humor e ideología
La pregunta que planea tras este episodio es si RTVE está cumpliendo su función como servicio público plural o si ha terminado convertida en correa ideológica del Ejecutivo. No son pocas las voces —tanto desde medios alternativos como desde asociaciones cívicas— que reclaman una reforma profunda para garantizar auténtica independencia editorial.
En este contexto, casos como el vivido con Cintora sirven para alimentar debates recurrentes:
- ¿Debe RTVE actuar como árbitro neutral o defender los consensos sociales actuales?
- ¿Es legítimo comparar posturas feministas críticas con movimientos ultraderechistas?
- ¿Hasta qué punto puede tolerarse el humor corrosivo cuando roza el linchamiento reputacional?
Mientras tanto, Aida Bao toma temporalmente las riendas del espacio tras Cintora, prometiendo mantener «la apuesta por la veracidad informativa», aunque será complicado apagar tan rápido el incendio mediático desatado.
Curiosidades sobre el caso
- El propio listado reproducido en Malas Lenguas incluía también al Frente Obrero, lo que ha generado bromas ácidas sobre lo ecléctico del supuesto club “fascista” según el programa.
- Lidia Falcón fue detenida varias veces durante el franquismo por defender derechos laborales femeninos; hoy algunos informes internacionales le atribuyen discursos “de odio”.
- El Observatorio de Igualdad ya ha recibido más denuncias formales este año que en todo 2023.
- Aunque Malas Lenguas presume de fact-checking exhaustivo gracias a VerificaRTVE, varias organizaciones acusan al espacio de difundir relatos manipulados bajo apariencia satírica.
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