Josep Lobató ha vuelto a la televisión después de siete años, y su presencia en el plató de Y ahora Sonsoles no ha dejado indiferente a nadie. Sonsoles Ónega, visiblemente emocionada, introdujo la entrevista dejando claro que no sería una charla convencional: «Para este equipo, preparar esta entrevista ha sido una experiencia única porque Josep no habla ni lee».
La expectación era máxima y el resultado, impactante.
Acompañado por uno de sus logopedas, David, Lobató se enfrentó al reto comunicativo que le impone la enfermedad neurológica que cambió su vida.
Sin poder articular frases complejas ni leer, el ex presentador ha encontrado nuevas formas para expresarse. Utiliza palabras básicas, sonidos y emoticonos en su móvil para comunicarse con quienes le rodean.
«Entiende todo lo que decimos y contesta a través de respuestas muy cortitas y emoticonos a través de su teléfono móvil», explicó Ónega al público antes de empezar.
El diálogo entre presentadora e invitado se construyó sobre las pocas palabras que Lobató puede pronunciar: sí, no, café, sal, oye, pero, casa y los nombres de sus padres. La entrevista se transformó así en un ejercicio de empatía y paciencia. Cuando alguna respuesta no quedaba clara, el logopeda aclaraba el significado, permitiendo que la conversación fluyese pese a las limitaciones.
Lo más destacado fue comprobar cómo incluso una comunicación tan reducida puede ser conmovedora y significativa. El público respondió con aplausos sinceros ante cada intervención de Lobató. La atmósfera del plató reflejaba respeto y admiración por su lucha diaria.
El reto personal y profesional de Sonsoles Ónega
La propia Sonsoles Ónega reconoció ante las cámaras que nunca se había enfrentado a un desafío similar: «Es una entrevista muy difícil para nosotros, ha sido un reto». Lejos del periodismo tradicional basado en la palabra, la periodista tuvo que reinventar su forma de preguntar e interpretar los silencios y gestos del invitado.
El momento más emotivo llegó cuando Sonsoles compartió con Lobató su admiración por su actitud ante la adversidad: «¿Sabes lo que yo pienso? Que el carácter es el destino, la forma en la que uno afronta los golpes de la vida es la solución. Eres la leche, tío». La frase resume el espíritu que impregnó toda la emisión: frente a las dificultades extremas, la constancia y el optimismo abren caminos impensables.
Lucha diaria: ocho horas al día para avanzar
La entrevista sirvió también para visibilizar el trabajo diario de Lobató. Detrás de cada pequeño avance hay jornadas maratonianas dedicadas a la rehabilitación. Son «ocho horas de trabajo constante y deberes para casa», según relató su acompañante. Esa rutina es clave para mantener e incrementar sus capacidades comunicativas.
Esta disciplina ha sido reconocida tanto por los profesionales sanitarios como por sus compañeros del medio televisivo. La historia personal de Lobató se convierte así en un ejemplo de resiliencia para cualquier espectador.
El impacto social y mediático: televisión como espejo
La aparición de Josep Lobató en horario estelar ha generado debate sobre los límites del formato televisivo tradicional. La entrevista desafió las convenciones habituales del prime time al situar en primer plano un testimonio donde las palabras son pocas pero el mensaje resulta rotundo.
Este tipo de emisiones contribuye a visibilizar realidades poco representadas en televisión generalista: enfermedades neurológicas que afectan gravemente a la comunicación verbal y escrita, pero no anulan la capacidad emocional o intelectual del individuo.
- El testimonio subraya la importancia del apoyo profesional (logopedas y cuidadores) en procesos largos de recuperación.
- Reivindica nuevas formas de comunicación audiovisual más allá del lenguaje oral.
- Invita a los medios a abrir espacios para historias personales que requieren ritmos distintos y formatos adaptados.
Una televisión más humana
La reacción del público en plató fue reveladora: aplausos largos y rostros emocionados acompañaron cada intervención del invitado. Se evidenció así que la televisión puede ser un espacio donde caben tanto el entretenimiento como la reflexión profunda.
Para Sonsoles Ónega, este encuentro supone un punto de inflexión en su carrera como entrevistadora: «Ha valido la pena», confesó tras cerrar una conversación tan especial como insólita. La periodista apostó por adaptar el formato al invitado, demostrando sensibilidad profesional y humana.
En definitiva, la reaparición televisiva de Josep Lobató ha roto esquemas y abierto camino hacia una televisión más inclusiva y cercana a realidades complejas. Ha recordado a todos—espectadores y profesionales—que incluso cuando «no habla ni lee», alguien puede decirlo todo si se le escucha con atención genuina.
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