Klimt-Schiele-Anglada Camarasa

Por José María Arévalo

(Granadina.1914. Óleo de Hermenegildo Anglada Camarasa, en foroxerbar.com)(*)

El Museo Carmen Thyssen de Malaga ha ofrecido durante los cinco últimos meses, hasta finales de marzo, la colección de obras de Anglada Camarasa con que cuenta la Fundación La Caixa, bajo el título “Arabesco y seducción”. El barcelonés Anglada Camarasa (1871-1959) fue un genial pintor, en la línea del expresionísmo-simbolísmo de Klimt y Schiele, cuya obra figuró primero como museo privado en su casa, que se abrió al público en 1967; en 1991 fue adquirida por la Fundació La Caixa que la exhibe habitualmente en su sede de Palma de Mallorca, conocida como el Gran Hotel. Comentamos un cuadro suyo la semana pasada, expuesto en la muestra “Luces de bohemia”, en la sala Recoletos de Mapfre, que ha intensificado con él, Sorolla, Nonell y Ramón Casas, el acento español respecto a la que se vio en París. Mapfre ya le había realizado una muestra monográfica en el 2002, y Caixaforum en Barcelona y Palma en el 2006.

(El retrato de Adele Bloch-Bauer. Óleo de Gustave Klimt)(*)

Hace unos meses recibí un estudio comparativo Klimt-Schiele-Anglada Camarasa que me pareció muy sugerente. Tomé nota para comentarlo, aprovechando que la capital austriaca celebró el año pasado los 150 años del nacimiento del genial Gustav Klimt (1862 – 1918), el pintor más cotizado de la historia desde que el magnate de cosméticos Ronald S. Lauder pagara, hace unos cinco años, 135 millones de dólares (unos 107 millones de euros) por su retrato de Adele Bloch. Su obra más cotizada es de la «etapa dorada» de Klimt, llamada así porque muchas de sus pinturas de este período incorporan pan de oro a la pintura, en la que realizó retratos de diversas damas de la alta sociedad vienesa, normalmente envueltas en pieles. Que Klimt es popular lo acredita el que Google se uniera al homenaje de su aniversario con un doodle en el que el logo de la compañía se convertía en uno de los cuadros más famosos del pintor austriaco, «El Beso».

Gustave Klimt fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más conspicuos representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa. Nuestro compañero foramontano Javier Pardo de Santayana le dedicó en este blog un amenísimo artículo el 26 de febrero del año pasado, al que comenté: «La originalidad y belleza de la obra de Klimt no ha perdido vigencia en la apreciación contemporánea y se sigue cotizando a precio de oro. Quizá el secreto de su éxito esté en su inspiración en el arte egipcio, la cultura Micénica y de la Grecia clásica, el arte bizantino, y maestros exóticos como los artistas de la escuela Rinpa japonesa. Me alegro de que lo hayas destacado, Javier, fue un gran creador, con su simbolismo un tanto decadente.»

( Stehendes Mädchen mit kariertem Tuch. Óleo de Egon Schiele)(*)

Efectivamente Klimt pintó con un estilo personal muy ornamentado, que también manifestó –dice Wikipedia- a través de objetos de artesanía, como los que se encuentran reunidos en la Galería de la Secesión vienesa. Intelectualmente afín a cierto ideario romántico, Klimt encontró en los personajes femeninos una de sus más recurrentes fuentes de inspiración. Se ha hecho mucha teoría sobre los tipos de mujer que refleja, la sensualidad que transmiten, pero creo no son más que cosas de la época; sus desnudos a estas alturas ya no sorprenden a nadie, con lo que hemos visto. En ello coincide con su más importante discípulo, Egon Schiele, al que el Museo Guggenheim ha dedicado ( del 2 de octubre al 6 de enero) en Bilbao una magnífica exposición. Una muy completa aproximación al universo de este gran expresionista austriaco, principalmente a través de sus dibujos, gouaches y acuarelas. Las obras sobre papel que integran la muestra proceden de la Albertina de Viena, institución que atesora una de las colecciones de obra gráfica más amplias y significativas del mundo.

Cerca de un centenar de trabajos de Egon Schiele revelaban su evolución estilística, desde su producción temprana realizada durante su formación en la Akademie der bildenden Künste (Academia de Bellas Artes de Viena), pasando por las obras en las que la influencia de Gustav Klimt y el Modernismo vienés están más presentes, hasta sus innovadores trabajos caracterizados por su ruptura con el naturalismo. Schiele libera –se ha dicho de esta última etapa- la representación erótica del desnudo femenino de las ataduras de la caricatura o de la finalidad pornográfica, eliminando el histórico antagonismo entre lo bello y lo feo y otorgando al desnudo femenino un nuevo y diferente protagonismo en el arte.

(Marieta Ayerza de Gonzalez. Óleo de Anglada Camarasa en eldibujante.com)(*)

Egon Schiele (1890-1918) y Klimt murieron el mismo año – Schiele jovencísimo- de la llamada «Gripe Española», que vino de los EEUU a Europa con las tropas que participaban en la Primera Guerra Mundial. Las principales obras de Schiele se conservan en Viena, distribuidas entre la Österreichische Galerie Belvedere y el Leopold Museum inaugurado en el año 2001, que es el que conserva el mayor número de ellas. Su gran colección de dibujos, ya hemos dicho, en la Albertina. En cuanto a las de Klimt, un número considerable fue confiscado por la dictadura nazi, que decidió quemar el castillo donde éstas permanecían confiscadas, cuando avanzaron las tropas aliadas. Las que han sobrevivido están repartidas entre los museos austríacos y alguno más; entre los proyectos decorativos importantes realizados por Klimt hay que destacar su famoso Friso de Beethoven (1902, Galería Austriaca), un ciclo de decoraciones de mosaico de Josef Hofmann Palais Stoclet en Bruselas (1905-1909), y numerosas ilustraciones de libros.

Pero no solo los austriacos protagonizaron este expresionísmo-simbolísmo, también en él alcanzó fama internacional el español Anglada Camarasa, del que hay una buena selección en http://www.youtube.com/watch?v=-GN6svmsS24&feature=related

Hermenegildo Anglada Camarasa, también llamado Hermen, estableció primero su estudio en París, y obtuvo renombre mundial tras participar en la Exposición Internacional de Dresde en 1901. Medalla de Oro en la Bienal de Venecia de 1907 y en Buenos Aires en 1910. En su primera época parisina (1894 – 1904), su pintura evoluciona, desde un verdeante y naturalista paisajismo inicial, al acusado colorido de la vida nocturna parisina, en línea con los cuadros nocturnos e interiores de Degas y Toulouse Lautrec, pero con un colorido más intenso, que ya anunciaba el triunfo del fauvismo, y una pincelada libre y exuberante. Se dedica a representar la vida galante de París, mediante figuras difuminadas, en los ambientes nocturnos de la Belle Epoque, captando también los estragos de la droga en las mujeres y el novedoso alumbrado eléctrico. Asimismo, pinta escenas de la vida gitana, y temática ecuestre. En un segundo momento (1904 – 1914), las escenas de París dejan paso a representaciones del folclore valenciano, tratando estos temas con gran exuberancia y colorido. También realiza sofisticados retratos, en los que acompaña las figuras femeninas con mantones y motivos florales, y representa algunos desnudos con delicadeza y sensualidad.

La Primera Guerra Mundial trunca su carrera artística en Europa, puesto que en 1914 tiene que volver a España cuando estaba en la cumbre de su gloria. Al acabar la guerra, su estilo estaba lejos de las vanguardias que surgían, pero su fama retumbaba como un eco en América, donde comenzó su segunda carrera artística. A Mallorca le acompaña su aventajado discípulo Tito Cittadini, y le sigue el pintor mallorquin Joan Fuster Bonnin. En 1916 quedaba fundada por ellos la Escuela de Pollensa. Pinta ambientes campesinos y costeros, alejando de sus lienzos la figura humana. También dedica una serie a los peces y fondos del mar, representados con vivos colores y brillos.

La Guerra Civil española trunca de nuevo sus esfuerzos, y durante ella prácticamente se se refugia en el Monasterio de Santa María de Montserrat. Entre 1939 y 1947 estuvo exiliado en Francia, donde se dedica a pintar bodegones de flores. Regresa después a Mallorca y se centra en sus paisajes, aunque ya realiza pocas obras. Muere en 1959 en Puerto de Pollensa.

Gran parte de su obra está adscrita al modernismo, los valores cromáticos quedan en ella supeditados a lo suntuario y ornamental con abundancia de motivos orientalizantes. Sus telas, de una radiante plasticidad y sensualismo, se han convertido en símbolo de la Belle Époque. Las escenas nocturnas, el delirio del music-hall y la bohemia cosmopolita, conviven con la recuperación del gusto popular, que da lugar a un estilo decorativo y colorista, de un gran virtuosismo y de una deslumbrante belleza plástica. Se le considera todavía un representante de la Belle Époque, pero lo cierto es que se fue aproximando moderadamente a las vanguardias sin por ello abandonar cierto toque impresionista. Entre los elementos vanguardistas que se encuentran en su obra están el tratamiento artificioso de la luz y el recurso a densos empastes que le han caracterizado (el llamado esmaltismo de Anglada Camarasa).

No sé exactamente si conoció a Klimt, pero sí que se relacionó con la Secesión (o Sezesión) Vienesa. Quizá por la influencia oriental y del arabesco en sus obras y su decorativismo, sus críticos le sitúan en relación con Gustav Klimt. Lo veo menos con Egon Schiele, del que la pertenencia a la escuela simbolista vienesa es una pequeña parte de su trayectoria. En todo caso, extraordinarios innovadores los tres, sin abandonar –menos mal- la línea figurativa que pronto empezaría a sufrir grandes destrozos.

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(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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