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Dalí interpreta los ‘Caprichos’ de Goya

Tres foramontanos en Valladolid 17 Abr 2016 - 07:25 CET
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Por José María Arévalo

( Versión de Dalí del Capricho nº 1 de Goya, cuya simbología se comenta en el folleto de la muestra, y recogemos aquí) (*)

“Goya y Dalí. Capricho surrealista” se titula la exposición que recoge hasta el 29 de mayo la vallisoletana sala de Las Francesas, que exhibe los 80 grabados en aguatinta realizados entre 1973 y 1979 por Dalí bajo el título ‘Los Caprichos de Goya de Salvador Dalí’, acompañados, en el caso de siete de ellos, por los originales del aragonés. El proyecto, nacido de la admiración que Dalí tenía por Goya, se centró en la revisión de las estampas por la vía del dibujo (las reprodujo exactamente con la técnica del heliograbado) para, a continuación, incorporar color y algunos dibujos y cambiar los lemas puestos por Goya, lo que conlleva un cambio de sentido.


( Explicación de los Caprichos escrita de la propia mano de Goya. Capricho nº 1: Autorretrato. Francisco Goya y Lucientes, pintor) (*)

Habría que conocer bien los grabados de Goya para hacerse cargo de la aportación del pintor catalán, porque de los siete que se pueden apreciar adjuntos no se ve mucha más aportación que el coloreado que éste incluye. En realidad gracias a la técnica del heliograbado Dalí realizó réplicas exactas de los grabados de Goya, por lo que mantiene la firma del aragonés reconociendo su autoría. El formato pequeño de los grabados de los dos grandes creadores y la letra pequeña de los títulos que no se sabe muy bien a veces a cual de ellos pertenece, dificulta aún más hacerse cargo de la aportación de lo que parece una reedición. Aún así, la muestra explica que “permite disfrutar de los relojes blandos, perspectivas, escenas fálicas y referencias a la ciencia o a la literatura, como el ‘Romancero Gitano’ de Lorca, aportadas por Dalí, quien se suma a la crítica a las mujeres, a quienes se creen conocedores de todo o a los poderosos que oprimen a los débiles”. De ello poco pude percatarme con mi vista cansada, así que disfruté más de Goya que de Dalí.

El folleto explicativo que nos proporciona la muestra incluye un artículo de la comisaria de la exposición Lola Durán Úcar en el que explica cómo, casi dos siglos después de que Goya publicara los Caprichos (/799), Dalí reinterpretó el trabajo del maestro aragonés bajo la mirada de su universo surrealista. “Dalí anuló la crítica social que los Caprichos tuvieron en su época y convirtió sus escenas en emblemáticas imágenes de sesgo daliniano. Además de la intertextualidad evidente que se produce con las estampas goyescas, introdujo elementos visuales y literarios, que tienen relación directa con la iconografía de sus cuadros”.

( Foto de Gabriel Villamil en El Norte de Castilla, que titula “Un hombre observa los cuadros de la muestra”, que refleja bien la dificultad de leer los títulos) (*)

E incluye una interesante referencia a las circunstancias que rodearon el famoso trabajo de Goya. “Es entre los años 1796 y 1799 cuando Goya trabaja en la estampación de Los Caprichos, ochenta grabados satíricos de técnica impoluta en el manejo del aguafuerte y el aguatinta donde el maestro refleja lo satírico y macabro de la España dieciochesca. La presencia de figuras ilustradas en el poder, con los que Goya se relaciona y comparte pensamientos, hace de este periodo un momento propicio para la gestación de estas estampas sobre esos defectos de la sociedad que el artista critica sarcásticamente en su obra. Aunque, finalmente, el temor a la reacción de la Inquisición ante la publicación de las mismas obligaría a Francisco de Goya a retirarlas precipitadamente de la venta y regalárselas al rey con destino a la Real Calcografía”.

( 61. Volaverunt. Comentario de Goya: Nube infinitesimal. Comentario de Dalí; “El grupo de brujas que sirve de peana a la petrimetra más que necesidad es adorno. Hay cabezas tan llenas de gas inflamable que no necesitan para volar ni globo ni brujas”) (*)

Sobre el trabajo de Salvador Dalí el folleto incluye otro artículo de Jesús Maria González de Zárate, profesor de la Universidad del País Vasco, en el que afirma que las ochenta láminas que complementaron la serie del inmortal aragonés son recreadas por el no menos genial Dalí. “Al igual que en Pantagruel, recrea sobre la creación que respeta en su totalidad, incluso dispone en la zona inferior el nombre Goya, reconociéndole de esta manera como el inventor de todas las composiciones. “Dalí retoma y recrea, dibuja en el dibujo, en estos ochenta Caprichos, no solamente pone color a las líneas entintadas, sino que consigue, a través del heliograbado, la imagen propuesta por Goya y sobre ella actúa su imaginación fantástica dando salida a otros Caprichos que, en su resultado, vienen a ser tan originales y desprender tanta vida como aquellos del maestro aragonés.

( Otro de los Caprichos y su reproducción por Dalí) (*)

La serie la abrió Goya con su retrato, aspecto que Dalí respeta añadiendo algunas que, en su rareza, nos hablan de lo extraño, del inframundo. Sobre la cabeza del artista aparece una grotesca anciana que parece provenir de las propias láminas del maestro aragonés como apreciamos en los rostros de su capricho 71. Frente al artista observamos un animal desnudo, con rabo, garras y alado que no se define en su rostro. La incógnita queda como respuesta, ¿Se podría tratar de una esfinge? ¿Respondería al acierto de Edipo? En consecuencia, de ser así, Dalí explica con claridad que Goya conoce de verdad al «humano animal» y lo explica también en sus Caprichos. Toda una victoria sobre la esfinge viciosa del poder.

Dalí respeta el planteamiento de Goya en estas composiciones y no solamente porque reproduce las imágenes, sino también por la concepción general de la obra a modo de emblemas. En el siglo XVI nació este género literario que conocemos como «emblemática» donde la imagen se acompaña de un mote o lema, de un título, que lo explica. Todo un código visual que los artistas utilizan en sus creaciones.

( “El sueño de la razón produce monstruos” versión de Goya a la izquierda y de Dalí a la derecha) (*)

En los Caprichos el mote o lema se dispone bajo la imagen y supone la síntesis semántica de lo representado. Dalí añade a los dibujos de Goya los suyos propios, dibuja en el dibujo y al convertir la estampa en una recreación diferente cambia los motes o juega con sus palabras. Si Goya propone: Si amanece nos vamos, Dalí señala: Si no amanece nos quedamos.

Dalí ahonda en la crítica, incide en las ideas goyescas. El capricho 42 del aragonés nos presenta a dos hombres cargando sendos burros. Nos dice en el mote: “Tú que no puedes”. Con ello nos da a entender a los poderosos que se aprovechan a modo de pesada y estulta carga sobre los menesterosos y trabajadores. Goya, dispuso unas explicaciones en el ejemplar que regaló al duque de Wellington. Sobre esta composición escribe: ¿Quién no dirá que estos dos Caballeros son dos Caballerías?


( “No” y “Asta su abuelo”) (*)

Dalí respeta las figuras de Goya y, sobre estos asnos, estos brutos que se aprovechan del sudor y el trabajo, nos propone como lema: Piensa en el Ángelus de Millet. Con ello lo ha dicho todo, nos remite mediante la citada pintura a la miseria de quienes trabajan la tierra. El genio catalán presenta sobre los asnos una de sus enigmáticas figuras que parece devorar a los malignos burros. Sin duda, es otra de las pesadas cargas que ha de soportar el débil, sobre sus espaldas: se trata del omnímodo poder que, por dominarlo todo, todo lo engulle.

Tras esta lectura hemos intentado situar al espectador en el contexto histórico donde estas obras fueron escritas. Mediante la iconografía descubrimos las fuentes gráficas donde el artista, en este caso Salvador Dalí, se inspiró, recreó sobre la creación y dibujó sobre lo ya dibujado. En resumen, lo que vemos, mejor dicho, lo que miramos, no es otra cosa sino sueños sobre otros sueños olvidados que, en negro sobre blanco, reposaban durmientes en el tiempo y que, el genio catalán, supo despertar para construir nuevamente.» Sueños en papel»,”

En fin, si ya es difícil descifrar las intenciones satíricas de Goya en sus Caprichos –el propio pintor consideró conveniente hacer aclaraciones después, como hemos visto hizo al duque de Wellington en el caso del capricho 42- no digamos las de Dalí cuando nos da su versión, que vemos en su mayoría sin tener a mano las del genial aragonés. En todo caso son magníficos grabados los de éste y muy buenas reproducciones las de aquél, vale la pena verlas.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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