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LA MUERTE TAMBIÉN SE VUELVE ECOLÓGICA

Ni entierro ni cremación: llega la ecologista acuamación como nuevo método funerario

Un método funerario basado en agua caliente y álcalis gana adeptos como alternativa al enterramiento tradicional y la cremación con fuego, generando menos emisiones y planteando nuevas interrogantes éticas

Fernando Veloz 14 Dic 2025 - 11:02 CET
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La imagen parece sacada de una película futurista: un ataúd metálico, agua caliente, sustancias alcalinas y unas horas de espera.

Al final, no hay llamas ni humo, pero sí un polvo blanco que se entrega a la familia en una urna, similar a lo que sucede en una cremación convencional. La diferencia radica en que ese “último viaje” ha dejado una huella ambiental considerablemente menor.

Este proceso recibe el nombre de acuamación, también conocida como hidrólisis alcalina o “cremación con agua”. Se presenta como un método funerario innovador que utiliza agua, disminuye notablemente el consumo energético y emite menos gases de efecto invernadero que la incineración o el entierro tradicionales.

Además, abre un interesante debate en la intersección entre ciencia, ritual y cultura.

Qué es exactamente la acuamación

En esencia, la acuamación es una forma acelerada de descomposición natural. En lugar de recurrir al fuego o esperar décadas bajo tierra, utiliza una mezcla de agua y un compuesto alcalino, generalmente hidróxido de sodio (NaOH) o hidróxido de potasio (KOH), sometida a alta temperatura y presión.

El proceso, simplificado, sigue este esquema:

Lo que en un cementerio tarda unos 10–20 años se reduce aquí a unas pocas horas. Al final solo quedan dos productos:

Estos restos óseos son secados y triturados en un cremulador, hasta convertirlos en un polvo blanco que se entrega a la familia, al igual que las cenizas obtenidas tras una cremación convencional. El líquido resultante se neutraliza (el pH disminuye de 14 a aproximadamente 11), se filtra y se vierte al sistema de alcantarillado o a una planta de tratamiento, siguiendo las normativas sanitarias locales.

Desde el punto de vista químico, no hay trucos: es la misma descomposición natural acelerada por calor y álcalis.

Dónde se practica y por qué está generando debate

Aunque parezca reciente, la aplicación comercial de la acuamación comenzó en la década del 2010. En 2011, se instaló la primera máquina comercial en una funeraria de Florida, Estados Unidos. Diez años después, el arzobispo sudafricano Desmond Tutu solicitó ser sometido a acuamación por su compromiso ecológico, lo que otorgó gran visibilidad pública al método.

En la actualidad, la acuamación ya se lleva a cabo en:

En los Países Bajos, existe un protocolo oficial desde 2020 y esta técnica empieza a implantarse en Bélgica. Allí están realizando pruebas con cuerpos donados a la ciencia así como evaluaciones ambientales, sanitarias y éticas.

En otros lugares como Colombia, el método está siendo objeto de debate parlamentario: un proyecto de ley busca autorizarlo como opción funeraria señalando que podría generar hasta un 90 % menos de gases de efecto invernadero comparado con la cremación tradicional. Sin embargo, las autoridades ambientales han expresado reservas sobre el manejo del líquido residual y su posible “peligrosidad” si no se controla adecuadamente.

En la Unión Europea, las regulaciones son cautelosas: en muchos países solo se admite la hidrólisis alcalina para los restos animales, mientras aún discuten su aplicación para cadáveres humanos. Esta tensión no es solo regulatoria: también abarca aspectos culturales y simbólicos. La idea de “disolver” un cuerpo en una solución química sigue generando inquietud entre parte del público; aunque el resultado visible para los familiares (una urna con “cenizas”) es bastante similar al obtenido tras una cremación convencional.

Cuánto contamina morirse: comparación con entierro y cremación

Detrás del crecimiento de la acuamación hay un dato incómodo: morirse contamina, y bastante.

En España fallecen anualmente unas 450.000 personas. Aproximadamente el 55 % opta por inhumaciones mientras que el 45 % escoge incineraciones. Un solo ataúd puede requerir entre 35 y 50 kilos de madera, lo cual representa que esos entierros consumen madera equivalente a lo producido por unas 500 hectáreas de bosque.

Al comparar el impacto ambiental de las principales opciones funerarias, los datos son claros:

Método CO₂ aproximado por cuerpo Energía y recursos Otros impactos clave
Entierro tradicional 500–800 kg de CO₂ Uso del terreno; ataúdes de madera; transporte Productos químicos para embalsamar como formaldehído; metales filtrándose al suelo
Cremación con fuego Aproximadamente 245 kg de CO₂ (equivalente a un vuelo París-Madrid) Aproximadamente ≈285 kWh de energía térmica; similar al consumo eléctrico doméstico durante 3–4 días Emisiones nocivas como óxidos de nitrógeno, dioxinas y vapor mercurial procedente de amalgamas dentales
Acuamación / hidrólisis alcalina Hasta un máximo del 90 % menos gases contaminantes comparado con la cremación según proyectos legislativos Consume aproximadamente ocho veces menos energía que la cremación tradicional Sin combustión; no libera metales pesados; captura mercurio para su gestión controlada

Otros estudios indican que algunas funerarias ofrecen esta opción como “cremación verde”, destacando reducciones posibles del consumo energético hasta del 90 % frente a métodos tradicionales. No necesita gas ni consume tanta electricidad; además evita muchos contaminantes típicos asociados a los hornos crematorios debido a su ausencia total de fuego.

La parte problemática radica en el uso del agua: se requiere un volumen considerable por proceso. Y aunque el efluente generado es neutralizado y filtrado antes de ser gestionado cuidadosamente, algunas autoridades han advertido sobre posibles aumentos en la contaminación del agua residual si no se controla adecuadamente. Así pues, aunque esta tecnología es más limpia respecto al aire y CO₂, requiere atención rigurosa sobre su gestión hídrica.

¿Qué pasa con el cuerpo y con el ADN?

Una cuestión intrigante —y fuente constante de curiosidad científica— es qué sucede con el cuerpo “por dentro” durante el proceso de acuamación.

Bajo condiciones extremas tanto térmicas como químicas, las proteínas se descomponen en forma de péptidos y aminoácidos; las grasas sufren saponificación (se transforman en sustancias similares a jabones); finalmente los ácidos nucleicos —incluido el ADN— son degradados hasta perder su estructura original. Los tejidos blandos casi desaparecen completamente dentro del líquido alcalino resultante del proceso, que queda esterilizado gracias precisamente a estas condiciones extremas.

Los huesos tienen mayor resistencia. Al finalizar el ciclo quedan convertidos en una matriz frágil compuesta principalmente por fosfato cálcico; esta sustancia es fácil de deshacer posteriormente para convertirla en polvo fino mediante trituración en el cremulador. A simple vista las familias reciben algo muy parecido a cenizas “normales”, aunque estas presentan un color más claro y textura distinta respecto a las obtenidas tras una cremación convencional.

Desde una perspectiva sanitaria, uno de los beneficios más destacados es que las temperaturas elevadas junto con esa alta alcalinidad logran inactivar virus, bacterias e incluso priones. Esto convierte al método en uno muy eficaz para esterilizar material biológico según enfatizan empresas funerarias ya familiarizadas con él.

Entre lo simbólico y lo práctico: otras opciones “verdes”

La acuamación no está sola. Forma parte creciente del repertorio actual sobre rituales funerarios ecológicos destinados a reducir el impacto ambiental asociado al último adiós.

Entre las alternativas emergentes destacan:

En este contexto generalizado ,la acuamación aparece como una alternativa viable : algo intermedio entre simbolismo inherente al fuego ritual versus permanencia caracterizada por entierro convencional , pero presentando costes medioambientales mucho menores .

Curiosidades científicas y anécdotas sobre esta “cremación con agua”

La acuamación trae consigo diversas curiosidades interesantes cuya elucidación ha sido tarea científica:

Al final ,la acuamacion invita reflexión profunda quizás incómoda :si vida humana ya mira hacia reducciones emisiones ¿por qué muerte tendría seguir siendo gran excepción? Respuesta lentamente empieza dibujarse entre tubos acero agua caliente sorprendentes cantidades química verde .

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