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Cambio climático y misterios bajo el hielo antártico

Detectan 85 lagos subglaciales nuevos en la Antártida: el deshielo invisible que amenaza los océanos

Científicos descubren 85 lagos subglaciales ocultos en la Antártida usando el satélite CryoSat, revelando riesgos inesperados para la estabilidad del hielo y el nivel del mar

Periodista Digital 23 Sep 2025 - 01:12 CET
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En las gélidas profundidades de la Antártida, donde el hielo oculta secretos ancestrales, se ha producido un descubrimiento que podría transformar nuestra percepción sobre el cambio climático a escala global. Un equipo internacional ha logrado, gracias a una década de observaciones del satélite CryoSat de la Agencia Espacial Europea (ESA), identificar 85 lagos subglaciales previamente desconocidos bajo varios kilómetros de hielo. Este hallazgo, que ha sido publicado en Nature Communications, no solo amplía nuestro entendimiento sobre la geografía oculta de la región polar, sino que también plantea nuevas interrogantes y desafíos en lo que respecta a la predicción del aumento del nivel del mar.

A fecha de hoy, 22 de septiembre de 2025, se contabilizan un total de 231 lagos subglaciales activos en la Antártida, lo que representa más de la mitad de los que se conocían hasta ahora. Este avance, capaz de hacer soñar a cualquier buscador de tesoros, es fruto directo de la tecnología satelital y del ingenio científico que logra sondear el hielo sin necesidad de un solo taladro.

El papel invisible de los lagos subglaciales

Estos lagos, escondidos bajo capas heladas que pueden alcanzar cientos o miles de metros de espesor, son mucho más que simples charcos congelados. Investigaciones recientes ponen de manifiesto que los lagos subglaciales son fundamentales para comprender la estructura helada antártica y afectan tanto al movimiento como a la estabilidad de los glaciares. Actúan como verdaderos cojines lubricantes: el agua generada por el calor geotérmico y la fricción del hielo tiende a acumularse y posteriormente drenar hacia el océano, facilitando así el deslizamiento del hielo hacia las costas y acelerando la descarga masiva al mar.

Lo realmente alarmante es que estos procesos operan en ciclos de llenado y vaciado que pueden extenderse durante meses o incluso años. Hasta antes de este estudio, solo se habían documentado 36 ciclos completos en todo el mundo. La nueva investigación suma 12 eventos más, alcanzando un total de 48; una cifra aún modesta considerando el gran número de lagos identificados, lo cual resalta lo mucho que aún falta por explorar.

CryoSat: el ojo que todo lo ve bajo el hielo

El protagonista tecnológico detrás de este descubrimiento es CryoSat, un satélite europeo lanzado en 2010 y dotado con un altímetro radar capaz de detectar mínimas variaciones en la altura del hielo. Esta herramienta permite a los científicos observar cómo varía la superficie antártica cuando los lagos subglaciales se llenan o vacían; un fenómeno invisible al ojo humano pero crucial para desentrañar la dinámica del continente blanco.

Durante diez años, CryoSat ha estado monitoreando cambios en la altura del hielo antártico. Esto ha permitido no solo identificar los lagos mencionados, sino también nuevas vías de drenaje e incluso hasta cinco redes interconectadas entre ellos. Estos datos proporcionan una perspectiva única sobre procesos ocultos que son determinantes para entender la estabilidad de la capa de hielo más extensa del planeta y su impacto potencial en nuestras costas.

¿Por qué importa este descubrimiento para el nivel del mar?

La relación entre los lagos subglaciales y el aumento del nivel del mar es tan directa como inquietante. Cuando el agua proveniente del deshielo disminuye la fricción entre el hielo y el lecho rocoso, enormes bloques pueden deslizarse con mayor rapidez hacia el océano. Aunque este proceso no es visible a simple vista, tiene un potencial significativo para acelerar el colapso de plataformas glaciares y liberar enormes cantidades de agua dulce al mar, contribuyendo así al aumento global del nivel del mar.

Además, los modelos climáticos actuales rara vez incorporan factores relacionados con la hidrología subglacial, lo cual implica que las proyecciones podrían estar subestimando tanto la velocidad como la magnitud del deshielo antártico. Tal como advierte Sally Wilson, investigadora principal: “al mapear dónde y cuándo estos lagos están activos, podemos comenzar a cuantificar su influencia en la dinámica del hielo y mejorar nuestras previsiones sobre futuros aumentos en el nivel del mar”.

Lo que aún no sabemos (y urge investigar)

A pesar de estos avances significativos, todavía hay muchas incógnitas respecto a la hidrología subglacial en Antártida. Muchos lagos recién identificados se consideran “estables” porque no se ha observado si presentan ciclos completos de llenado o vaciado. Un caso emblemático es el lago Vostok, conocido por ser el mayor lago subglacial existente, con entre 5.000 y 65.000 km³ de agua bajo cuatro kilómetros de hielo. Si llegara a drenar, las repercusiones para la estabilidad general del manto helado, así como para la circulación oceánica y los ecosistemas marinos serían impredecibles.

Los científicos coinciden en que resulta vital continuar con las observaciones satelitales y desarrollar modelos integrales que aborden estos fenómenos para anticipar posibles escenarios relacionados con el cambio climático y proteger las áreas costeras más vulnerables alrededor del mundo.

Ciencia, satélites y algún que otro pingüino curioso

Así pues, mientras seguimos mirando hacia los polos como termómetros vivos ante el cambio climático inminente, estos misteriosos lagos subglaciales nos recuerdan que bajo esa capa helada hay secretos esperando ser revelados dignos incluso de una novela policíaca polar.

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