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Imagina un mundo donde la lluvia no cesa durante dos millones de años.
No se trata del guion de una película apocalíptica ni de una exageración sacada de un relato antiguo, sino de un fenómeno respaldado por la geología: la Tierra vivió el episodio más extenso de precipitaciones contínuas conocido como el Evento Pluvial del Carniense.
Este acontecimiento, que tuvo lugar hace aproximadamente 232 millones de años, transformó el clima, los paisajes y la vida en nuestro planeta, y lo hizo en grande: durante uno o dos millones de años de lluvias torrenciales.
Lejos de las lluvias esporádicas o los monzones estacionales, lo que sucedió en aquel entonces fue una verdadera revolución climática.
El planeta, dominado por el supercontinente Pangea, pasó de ser un entorno árido y polvoriento a convertirse en un lugar con una humedad constante que haría que cualquier paraguas quedara obsoleto.
Un recordatorio claro: a veces es necesario un buen chaparrón para permitirle a la evolución reinventarse… aunque eso signifique esperar dos millones de años.
El origen del diluvio: volcanes colosales y gases letales
El comienzo de esta era húmeda no fue algo fortuito. Todo indica que una serie de erupciones volcánicas gigantes en lo que hoy es Alaska y Canadá, específicamente en la provincia ígnea de Wrangellia, jugaron un papel crucial. Estos enormes volcanes liberaron a la atmósfera cantidades masivas de dióxido de carbono, metano y vapor de agua, creando un efecto invernadero que elevó las temperaturas globales y alteró los ciclos naturales de evaporación y precipitación.
Ese cóctel explosivo fue el desencadenante ideal para que el clima seco diera paso a lluvias torrenciales sin igual. El aire cargado de humedad, impulsado por los monzones generados en la vasta Pangea, se enfriaba al adentrarse en el continente y se convertía en precipitaciones constantes. Como resultado, el planeta pasó de ser un desierto casi inhóspito a un vibrante mosaico repleto de ríos crecidos, lagos amplios y selvas florecientes.
Consecuencias: extinciones, nuevos paisajes y el auge de los dinosaurios
Las consecuencias del Evento Pluvial Carniense fueron tan drásticas como su duración. La abundancia de humedad y los cambios químicos tanto en la atmósfera como en los océanos llevaron a una extinción selectiva: numerosos reptiles y anfibios no lograron adaptarse y desaparecieron, al igual que varias especies vegetales especializadas en climas secos.
En los océanos, fenómenos como la lluvia ácida y la acidificación del agua junto con la falta de oxígeno (anoxia) aniquilaron a muchos organismos marinos, incluidos ammonites primitivos y ciertos corales. Sin embargo, como suele suceder en la naturaleza, el vacío dejado por unos fue rápidamente ocupado por otros: los dinosaurios, hasta entonces poco destacados, comenzaron a diversificarse para llenar esos nichos ecológicos vacantes. Así dio inicio su dominio durante más de 165 millones de años.
No solo ellos se beneficiaron. Las plantas modernas, sobre todo las gimnospermas (antecesoras actuales de pinos y abetos), se expandieron considerablemente, mientras que los primeros mamíferos hicieron su aparición tímida pero prometedora. En resumen: la lluvia interminable sentó las bases para los grandes protagonistas del Mesozoico y, eventualmente, para la rica diversidad biológica que hoy conocemos.
Cambios en la Tierra tras el diluvio carnisiano
- Disminución notable de desiertos junto con expansión forestal.
- Aumento del caudal fluvial y formación de nuevos lagos.
- Diversificación tanto en fauna terrestre como marina.
- Modificación drástica en las cadenas tróficas con nuevas especies adaptadas a entornos húmedos.
Un espejo prehistórico para el cambio climático actual
Es inevitable establecer paralelismos entre aquel episodio histórico y los desafíos climáticos contemporáneos. Aunque las causas y ritmos no son equiparables, el Evento Pluvial del Carniense pone de manifiesto cómo una liberación masiva de gases efecto invernadero puede alterar radicalmente el clima e inducir cambios irreversibles en la vida del planeta.
Para los científicos, investigar este diluvio ancestral no es solo cuestión curiosa; es también un aviso y una herramienta valiosa. Nos recuerda que la Tierra tiene capacidad para reinventarse ante catástrofes climáticas; sin embargo, esto ocurre a costa de extinciones masivas y transformaciones profundas. Una lección importante para quienes piensan que nuestro clima actual es inamovible o que la biodiversidad podrá sobrevivir sin sufrir consecuencias ante cualquier alteración.
Curiosidades científicas y anécdotas de un planeta bajo el agua
- El Evento Pluvial Carniense no consistió en lluvias continuas en sentido estricto; más bien fue una serie cíclica con precipitaciones tan intensas y frecuentes que parecían interminables a escala geológica.
- En diversas regiones, las capas sedimentarias revelan huellas conocidas como “lluvias rojas”, coloreadas por minerales ferrosos; mientras tanto, otras zonas presentan fósiles enormes como helechos gigantes o coníferas florecientes gracias al clima húmedo.
- A diferencia del diluvio bíblico que duró 40 días y noches, este episodio carnisiano superó esa marca ampliamente: dos millones de años frente a poco más que un mes. La próxima vez que alguien murmure sobre una semana entera bajo la lluvia podría recordar este asombroso récord.
- Los mares en esa época eran tan cálidos que algunos científicos han llegado a compararlos con “sopas calientes”, lo cual intensificó aún más las lluvias junto con el efecto invernadero.
- Se estima que cerca del 30% de las especies oceánicas desaparecieron durante este evento; sin embargo, la biodiversidad logró recuperarse rápidamente gracias al surgimiento de nuevas especies mejor adaptadas al entorno cambiado.
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