Más información
¿Quién iba a pensar que una vuelta por el campo podría convertirse en una especie de viaje al pasado prehistórico? Hoy, ver a una oveja rolliza o a un conejo más bien escuálido puede parecer cosa de la genética moderna, pero, en realidad, sus huesos esconden una historia de miles de años de convivencia con el ser humano. Y no, no es una fábula inventada para asustar a los niños antes de dormir: es la conclusión de una investigación que ha puesto patas arriba lo que creíamos saber sobre la evolución animal.
A día de hoy, 6 de septiembre de 2025, sabemos que la influencia humana ha sido mucho más profunda de lo que imaginábamos. Un equipo internacional, liderado por la Universidad de Montpellier, ha analizado más de 225.000 restos óseos de 311 yacimientos arqueológicos del sur de Francia, cubriendo un periodo de más de 8.000 años. El resultado: los animales salvajes se han ido encogiendo y los domésticos, engordando, en un fenómeno que revela el impacto silencioso y persistente de la actividad humana.
Una evolución paralela… hasta que los humanos dijeron “basta”
Durante casi 7.000 años, ciervos, zorros, ovejas, vacas y gallinas vivieron una especie de evolución sincronizada. Sus tamaños crecían y decrecían al compás de los cambios ambientales, climáticos y de la incipiente actividad humana. Pero, hace aproximadamente un milenio, con la llegada de nuevas prácticas agrícolas y ganaderas en la Edad Media, las trayectorias de ambos grupos comenzaron a separarse de forma definitiva.
- Animales domésticos como vacas, ovejas y gallinas empezaron a ser seleccionados para aumentar su tamaño y productividad, en busca de más carne, leche y huevos.
- Especies salvajes como conejos, ciervos y zorros sufrieron una presión inversa: la caza, la fragmentación de los hábitats y la reducción de los bosques limitaron sus recursos y aceleraron su miniaturización.
El análisis estadístico de los huesos —mediciones de longitud, anchura y profundidad— permitió reconstruir cómo el tamaño corporal de cada especie se fue modificando en función de la proximidad y el uso humano del territorio.
Las causas del encogimiento y el crecimiento: entre la caza y la ganadería intensiva
La investigación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, demuestra que la selección humana ha sido un motor evolutivo tan potente como el clima o la vegetación. Durante la Edad Media y la Edad Moderna, la presión de la caza y la pérdida de hábitat hicieron que los animales salvajes disminuyeran progresivamente de tamaño. Por su parte, la ganadería y la cría selectiva impulsaron el crecimiento de los animales domésticos.
- Reducción del tamaño de especies salvajes:
- Fragmentación y pérdida de hábitats naturales.
- Aumento de la caza y la competencia con el ser humano.
- Menores recursos alimenticios y mayor estrés ambiental.
- Aumento del tamaño de animales domésticos:
- Selección artificial para aumentar la productividad.
- Mejora en la alimentación, el manejo y la reproducción controlada.
- Mayor especialización y control humano sobre la cría.
Este fenómeno, que comenzó hace unos mil años, sigue vigente: la ganadería intensiva continúa seleccionando animales más grandes, mientras que la presión sobre la fauna salvaje no deja de aumentar.
Un giro evolutivo sin precedentes: ¿qué nos cuentan los huesos del futuro?
Los datos arqueológicos muestran que, hasta hace poco, los factores ambientales y humanos se equilibraban en la evolución animal. Sin embargo, en el último milenio, la actividad humana ha sobrepasado con creces a las fuerzas naturales. Los huesos hallados en yacimientos no solo cuentan la historia de los animales, sino también la del impacto humano en los ecosistemas.
- En la actualidad, la tendencia se ha acentuado: los animales domésticos siguen creciendo y los salvajes encogiéndose, en respuesta a la presión continua del ser humano sobre la naturaleza.
- Los científicos advierten que el tamaño corporal es un indicador clave de la salud de los ecosistemas y que estos cambios podrían tener consecuencias imprevisibles para la biodiversidad y la sostenibilidad futura.
Lo que nunca te contaron: curiosidades sobre el encogimiento y crecimiento animal
- En el registro óseo, los zorros salvajes han reducido su tamaño en una media de más del 10% en el último milenio, mientras que las ovejas domésticas han crecido en torno a un 20%.
- El conejo, símbolo de fertilidad, se ha visto obligado a adaptarse a hábitats cada vez más fragmentados, disminuyendo su tamaño para sobrevivir a la presión humana.
- Las vacas actuales pueden llegar a duplicar el peso de sus antepasados de hace dos milenios, fruto de la selección artificial y la mejora genética.
- En la Edad Media, el desarrollo de nuevas herramientas agrícolas aceleró el proceso de cría selectiva, transformando para siempre la morfología del corral europeo.
Así, cada vez que veas a un pollo gigantesco o un ciervo escurridizo, recuerda: sus huesos guardan la huella indeleble de la convivencia —no siempre pacífica— entre humanos y animales. Una historia escrita, literalmente, en piedra y hueso.
Más en Mundo Animal
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home